La tragedia olvidada de San Bernardo
En julio de 2015, Ismael L. C., de apenas cuatro años, fue golpeado hasta morir. El único imputado es su padrastro, Osvaldo Quiroz, quien arriesga cadena perpetua en el juicio oral agendado para fines de mayo. Detrás del brutal crimen se asoma la historia de marginalidad de la madre del niño, hermana del tristemente célebre "Cisarro", el problema del microtráfico en las poblaciones y una larga lista de intervenciones del Sename.
Los detectives se abrieron paso entre la multitud de vecinos que esperaban afuera de la puerta descerrajada del departamento 109 del Block 26. Una hora antes, cerca de las 19.50 horas, habían recibido un llamado de alerta desde la Villa Angelmó de San Bernardo que hablaba de un asesinato. Pusieron sus pies sobre la cerámica del primer piso y notaron una mancha de sangre de unos 12x6 cm en el muro oriente del living. Había ropa remojando en el lavamanos del baño. Los vecinos les gritaron que el hombre que buscaban estaba en el segundo piso.
Osvaldo Quiroz Zamora, de 49 años, estaba atrincherado en su dormitorio, huyendo del linchamiento de sus vecinos. Sobre un mueble, los agentes de la PDI encontraron una bolsa transparente que contenía 204,1 gramos de pasta base, un derivado de cocaína color café de apenas un 11% de pureza. Sin embargo, el descubrimiento más relevante estaba en la pieza del lado. Sobre uno de los dos camarotes y envuelto en un plumón reversible se encontraba el pequeño cuerpo de Ismael L.C., de solo cuatro años. Vestía un polerón verde y un buzo azul con un estampado de Winnie The Pooh. El hallazgo fue registrado a las 21.15 horas de ese 2 de julio de 2015, aunque más tarde el SML establecería que el niño había fallecido al menos 12 horas antes a causa de serias lesiones en la cabeza.
La salida de Quiroz bajo la custodia de los detectives fue caótica. La turba continuó agrediéndolo con piedrazos y la PDI se vio obligada a pedir el apoyo de una unidad policial. Esta tuvo que usar sus escopetas antidisturbios para dispersar a la furiosa multitud. Quiroz fue llevado a constatar lesiones al Hospital Parroquial de San Bernardo, donde tomaron nota de sus golpes en el tórax, el cuello, la nariz y el labio inferior.
Las declaraciones iniciales que los vecinos le entregaron a la Brigada de Homicidios daban cuenta del llanto de un niño y gritos de dolor que habían empezado la tarde anterior. También se había visto a Quiroz haciendo cosas extrañas, como quemando ropa en la plaza con la ayuda de unos cartones encendidos y una caja de madera. Rápidamente se estableció que Quiroz llevaba casi 48 horas al cuidado de cuatro menores: su hijo I.Q.C. (11) y sus tres hijastros, B.L.C. (6), C.L.C. (3) e Ismael (4). El mayor había desaparecido del lugar y los otros dos niños habían sido llevados por Johanna Cabrera, una vecina, a su departamento.
"Debo manifestar que siempre noté descuido y despreocupación total por los menores, puesto que siempre los veía desaseados, además que entre los padres existía agresión física y psicológica", señaló Cabrera.
Al día siguiente, Quiroz sería sometido a audiencia de control de detención y tres días después sería formalizado por el homicidio y abuso sexual de su hijastro. La cobertura mediática del crimen fue extensa en esa primera semana, pero después se fue desvaneciendo. De lo poco que dejó aquella noticia fue el apodo que un diario le asignó a Quiroz, uno históricamente reservado para los criminales más salvajes y despiadados del país. Así partió el caso del "Chacal de San Bernardo".
La madre
A la fiscal Pamela Torres no le sorprende que en más de un año y medio nadie se haya acordado de la muerte de Ismael. Más allá de excepciones, ella cree que los crímenes que ocurren en la periferia de Santiago no logran la atención de los medios por mucho tiempo. "Es el delito más cruel que me ha tocado ver. Hasta un adulto podría haber muerto con esa golpiza", dice la persecutora, que ha investigado delitos sexuales desde 2005.
Tras la audiencia de preparación, el tribunal agendó el juicio oral de Quiroz para el 22 de mayo. Tanto el Ministerio Público como los querellantes, entre los cuales se cuenta el padre biológico de Ismael, Francisco López, piden la pena de presidio perpetuo calificado para el acusado por el homicidio, más 20 años de presidio mayor en su grado máximo por abuso sexual.
Una de las 22 testigos que presentará la fiscal Torres es Carolay Collao (31), una mujer albina, de pelo y pestañas blancas, que era la pareja de Quiroz y la madre de Ismael. Su vida no ha sido fácil. Nació en una familia altamente disfuncional, en la que su madre, Jacqueline Morales, ha tenido problemas con la justicia por microtráfico y en la que varios de sus hermanos han estado detenidos. Uno de ellos es el tristemente célebre Cristóbal Cabrera (18), conocido como "Cisarro".
Cuando estuvo sentada en la oficina de la fiscal Torres, Carolay le contó que ella también había pasado por hogares del Sename, igual que "Cisarro". Que se había enamorado de Quiroz en 2003 y que este había decidido darle su apellido a I.Q.C., su primer hijo. Todo se complicó cuando Quiroz se fue preso por narcotráfico en 2007. Entonces ella se involucró sentimentalmente con un vecino, Francisco López, pero todo terminó cuando Carolay decidió irse del barrio. Un año después se volvieron a encontrar y López se enteró de que ella había tenido un hijo suyo: B.L.C. Entonces reiniciaron su relación y tuvieron dos más: Ismael y una niña, C.L.C. Los tres tuvieron un temprano paso por el Sename ante la incapacidad de sus padres de satisfacer sus necesidades básicas.
Carolay también reveló que en total ha tenido seis hijos y que tres de ellos han muerto. Además de Ismael, perdió a los dos niños que tuvo con Quiroz: en 2007 sufrió el deceso de Sergio, de seis meses; luego, en junio de 2014, tuvo que enterrar también a William, de 10 años, quien falleció atropellado por un camión al cruzar una luz roja en su bicicleta.
Aunque Torres logró empatizar con Carolay y hacerla sincerarse, su versión respecto de la muerte de Ismael es confusa. El 1 de julio de 2015, Carolay se fue a la casa de su madre, en Peñalolén, después de una pelea por celos, dejando a sus cuatro hijos con Quiroz. Las discusiones violentas no eran nuevas en la casa. En diciembre de 2014 ella ya lo había denunciado por violencia intrafamiliar, pero no se perseveró en la causa. "Una vez me tiró por la escalera, me insultó y me dejó toda moreteada", declaró ella. No obstante estos antecedentes, también señaló que nunca vio a sus hijos con lesiones, "lo cual habría sido evidente, sobre todo si los bañaba día por medio".
Carolay no se atrevió a responsabilizar a Quiroz en su declaración, pese a que su hijo I.Q.C., que fue testigo directo de lo ocurrido, dijo a la fiscalía que vio a su padre golpear a Ismael hasta matarlo. Después de los hechos, el menor huyó hasta la casa de su familia materna, en Peñalolén, y contó lo que había pasado. Según Carolay, I.Q.C. le manifestó que Ismael se había caído por la escalera, pese a que el niño declaró otra cosa el mismo día, ante la misma fiscal.
Hasta la fecha, Carolay visita en la cárcel a Quiroz, a pesar de que sea el único acusado de matar a Ismael. Reportajes intentó conocer su versión de lo ocurrido hace dos años visitando el hogar de su madre en Peñalolén. Rápidamente, dos niños en bicicleta y un hombre adulto salieron del pasaje para avisar que ella no se encuentra y para hacer una recomendación. Piensan que se trata de la PDI y no quieren ser "sapos".
-Tío, váyase de acá o le van a pegar un balazo -dice uno de los chicos.
El padrastro
Según los antecedentes recopilados por la fiscalía, durante la tarde del 1 de julio Quiroz habría amarrado a Ismael a una silla y comenzado a golpearlo con una botella de vidrio hasta romperla. Luego lo habría torturado introduciéndole un objeto contuso (aparentemente un lápiz) en el ano, lo habría llevado a la ducha y le habría seguido pegando con un palo en la espalda. El menor I.Q.C. dice haberle rogado a su padre que se detuviera, pero éste no lo habría escuchado. I.Q.C. afirma haberse quedado junto a Ismael en el baño. Lo habría escuchado decir "me duele el corazón" antes de que perdiera la conciencia. Entonces lo sacó del agua helada, dejó el cuerpo sobre la cama y huyó a Peñalolén. La PDI llegaría recién al día siguiente, la noche del 2.
Quiroz no ha dado su testimonio en el caso y su abogado, Luis Tapia, no está autorizado a hablar del caso. Pero tanto en las pericias psiquiátricas como en instancias informales niega haber matado a Ismael y asegura que el menor murió tras caerse de las escaleras y sufrir reflujo. La fiscalía rechaza esta versión valiéndose de los peritajes del SML, que acreditan lesiones incompatibles con un accidente: politraumatismo en el tronco y extremidades, con hemorragias focales en el abdomen y en la columna, además del traumatismo craneoencefálico que finalmente lo habría matado.
"Lo que se debatirá en el juicio será si la golpiza fue de suficiente envergadura para causar la muerte. Nada más", dice la fiscal Pamela Torres.
Hasta el deceso de Ismael, los principales antecedentes judiciales de Quiroz eran por tráfico de drogas. Primero, en abril de 1998, había sido detenido en el aeropuerto Jorge Chávez de Lima portando 1,76 kg de cocaína en una faja elástica antes de subirse a un vuelo a Santiago. Luego, en abril de 2007, Quiroz fue detenido en Villa Alemana cuando transportaba 21 kilos de cocaína en la maleta de su auto. Su explicación fue que lo había hecho por las necesidades económicas de su familia, tras recibir una oferta de $ 500.000 de parte de un narcotraficante de Huechuraba apodado "Castorcito".
El 20 de noviembre de 2007, Quiroz fue condenado por el Tribunal Oral en lo Penal de Viña delMar a siete años de presidio mayor en su grado mínimo. Apenas un mes antes había muerto Sergio, su hijo de seis meses.
Gracias a un beneficio, Quiroz salió un año antes, en 2013. Reinició su relación con Carolay, quien -según él- nunca dejó de visitarlo en la cárcel, pese a que afuera estaba pololeando con Francisco López y había tenido tres hijos. Esta situación lo atormentaba y le generaba celos desmedidos que muchas veces desquitaba con sus tres hijastros, B.L.C., Ismael y C.L.C., a quienes llamaba "bastardos". "Desde la psiquis de él, no podría decirle qué motivó esto, pero desde la investigación, puedo decir que era un hombre celoso. Por ahí va el móvil", comenta la fiscal Torres.
A los peritos del caso, por su parte, Quiroz les reconoció que se "ponía tonto con los celos", pero que nunca le "levantó la mano" a Carolay o a los niños.
De acuerdo a estos informes psicológicos y psiquiátricos encargados por el Ministerio Público, Quiroz refiere no haber sufrido castigos similares en su juventud que expliquen este patrón de conducta. Cuenta haber tenido una niñez tranquila, pero con carencias económicas -su padre era mueblista; su madre, costurera-, una osteomielitis que lo tuvo postrado un tiempo y luego problemas con las drogas por culpa de "malas amistades".
Después de repetir cuarto medio, se dedicó al oficio de mueblista con su padre y también trabajó como guardia de Coanil entre 1993 y 2000. En el plano afectivo, revela haber tenido una larga relación con una mujer 40 años mayor, que se extendió hasta que ella falleció.
Ambos peritajes pedidos por el Ministerio Público le diagnosticaron una personalidad con "rasgos psicopáticos". Quiroz se mantuvo firme en su defensa.
-Es atroz que me hayan acusado. Jamás he violado a mi hijo ni lo he querido matar ni en pensamiento -señaló.
Los niños
Tras la muerte de Ismael, los tres hijos restantes de Carolay Collao, I.Q.C., B.L.C. y C.L.C. fueron trasladados a hogares del Sename en Pudahuel y Ñuñoa. El padre de Ismael y de los dos niños más pequeños, Francisco López, acudió a la Clínica Jurídica de la Universidad Católica para hacerse parte tanto de la causa penal contra Quiroz como de una acción en Tribunales de Familia para recuperar a sus hijos. Al ser consultado por este proceso, Francisco declinó referirse al asunto argumentando su frágil estado emocional. En su representación, la abogada María Elena Santibáñez, encargada del caso en la clínica, asegura que ha sido "la causa más fuerte" de su carrera y ha debido monitorear el estado emocional de los alumnos que se han involucrado en ella. "Una alumna se excusó de seguir, porque era muy desgastante", comenta.
La clínica presentó una acusación propia contra Quiroz y ofrecerá una testigo propia, la abuela paterna de los niños, María Angélica Faúndez, quien los tuvo bajo su cuidado cuando eran guaguas. Santibáñez está optimista en conseguir la condena de por vida que persiguen, pero también lamenta que exista un "vacío legal" respecto de un "abuso sexual calificado con homicidio", a diferencia de la "violación con homicidio", que está tipificado como un delito más grave que ambos crímenes por sí solos.
Actualmente, B.L.C. y C.L.C. permanecen en el Sename y están recibiendo apoyo psicológico para poder procesar lo que les tocó presenciar hace un año y medio. A pesar de su corta edad, ambos entienden que su padrastro habría matado a su hermano. Por su parte, I.Q.C. se escapó del centro de Pudahuel y el Tribunal de Familia emitió una orden de búsqueda. El menor, aparentemente, habría regresado a vivir con Carolay en Peñalolén, tal como alguna vez hizo su tío Cristóbal, el "Cisarro".
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