La trama de una sobreactuación
Justo cuando parecía acorralado, Pizzi cambió el paso de la ANFP amagando una dimisión. Cuando llegó el partido , tras exhibir su molestia, ya había sido ratificado en el cargo.
Parecía que era la ANFP la molesta con Pizzi, con su rendimiento en el equipo y su "relajo" con el plantel. Parecía que era el seleccionador el que estaba bajo amenaza, al borde de una destitución o de ser evaluada su continuidad. En esa dirección apuntaban todas las filtraciones que salían de Quilín. Sin embargo, el técnico hispano-argentino consiguió con un sorprendente y atrevido golpe de mano (le salió bien, pero le pudo costar el puesto), invertir las sensaciones y el panorama. El molesto era él, el que estaba a disgusto con el ambiente, el harto. El que incluso ponía su cargo a disposición y estaba dispuesto a irse sin cobrar un peso. El ofendido. Y al que, finalmente, lejos de retar sus jefes tuvieron que calmar y arropar. Ratificar. Cuando el duelo ante Perú comenzó, el técnico estaba más seguro en el puesto que la noche anterior. Al menos, de palabra. Jugada maestra.
Pizzi lo anunció tras el partido, pero los movimientos se habían producido antes. Las charlas con el presidente, con otro director y hasta con Claudio Bravo. La ANFP no encontró más salida que desmarcarse de la sensación de incomodidad respecto al técnico y acusar a los filtradores. Y a la prensa, diana a la que apuntaron también los jugadores, amigos siempre en las victorias de restregárselas a sus críticos. Marcelo Díaz fue esta vez incluso más lejos. Advirtió a los periodistas de que los jugadores se iban a cansar de acudir a la Selección si seguían recibiendo críticas.
"Se ha instalado en los medios chilenos una situación que considero muy desfavorable para la Selección. Se han esgrimido, en esa instalación de mentiras, situaciones que son muy perjudiciales para la Selección y su objetivo de llegar al Mundial. Para que no haya dudas respecto de cuál es mi objetivo y mi trabajo, hablé hoy (martes) con el presidente Arturo Salah y él ya sabe que tiene mi puesto a disposición. Para que todos juntos intentemos llegar al Mundial. Tiene mi cargo a disposición, exento de cualquier especulación económica", sostuvo Pizzi en conferencia de prensa. Exhibiendo el triunfo. El movimiento le salió bien. La imagen de debilidad la volvió a transmitir su jefatura. Un clásico en la era Salah.
El adiestrador ya se lo había comentado a sus cercanos. Sentía que alguien de la ANFP no estaba a gusto con él: "Piensa que están filtrando situaciones negativas y falsas para perjudicarlo y cansarlo, con el objetivo de que se vaya". Pizzi se adelantó, cambió el paso de sus críticos, y como respuesta logró el apoyo directivo.
El enredo médico
Lo del asado y la plaga de enfermedades del plantel no le salpica tanto. Pero sí los médicos, que se han enredado en partes confusos. La ANFP ayer seguía sin conseguir explicar el origen de las complicaciones de salud que sufrieron varios seleccionados antes del partido frente a Perú. Vidal, Aránguiz, Albornoz y Pulgar acusaron molestias después de participar de una actividad de camaradería que se organizó en Juan Pinto Durán, la noche del domingo pasado, a la que también estuvo invitado el directorio de la ANFP.
El plantel y el cuerpo técnico disfrutaron de un asado que, inicialmente, buscaba distender el ánimo, después de la caída frente a Ecuador, en Quito. Sin embargo, al día siguiente, los cuatro jugadores y varios funcionarios del complejo presentaron fuertes dolores estomacales.
En Quilín piden remitirse al comunicado que emitieron antes del choque con Perú. "La versión oficial es la que está en la web. Los médicos señalaron que está todo ahí", explican. En la citada nota, se sostiene que Vidal padecía una amigdalitis bacteriana aguda; Albornoz, una gastritis aguda y Pulgar un cuadro viral menor. Tres dolencias que no tienen que ver con la actividad futbolística sacudieron el seno de un equipo profesional.
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