"La última época en la que fuimos felices": por qué el crecimiento económico de los años 90 es una de las claves de las elecciones presidenciales en Chile
Algunos hablan de una obsesión y otros lo califican como un arma política. Lo cierto es que el crecimiento -y no solo el del gobierno saliente de Michelle Bachelet- ha sido un tema principal de campaña en Chile, que esta semana elige nuevo presidente. Te contamos las razones.
En la mayoría de países el crecimiento económico no suele ser un tema de conversación atractivo, caliente, polarizarte. Pero en Chile es diferente.
Aquí uno pregunta por el bienestar de la familia y muchas veces le responden en clave macroeconómica, con el aumento del Producto Interno Bruto como indicador de "estamos bien" o "estamos mal".
Taxistas, peluqueros o meseros pueden llegar a saber cuánto es y cuánto aumentó en el último año. Y durante el gobierno anterior. Y durante los años 90.
"Tenemos que crecer", me dijo Walter Sánchez, un administrador de empresas de 57 años, mientras almorzaba en el patio de comidas de un centro comercial en el sur de Santiago.
"Al chileno le gusta la luca (el dinero) y por eso necesitamos un presidente que nos ponga a crecer", explicó.
Ese conocimiento del chileno "de a pie" sobre lo producido en la economía a lo largo del tiempo ha quedado en evidencia en la actual campaña electoral, que el domingo da paso a la primera ronda de las elecciones para presidente y miembros del Congreso.
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Todos los candidatos, de izquierda o derecha, dicen que el crecimiento es una clave del futuro.[/caption]
Volver a crecer
En mayor o menor grado, y desde diferentes posturas ideológicas, el programa electoral de los ocho candidatos hace énfasis en la necesidad de volver a crecer.
Los aspirantes saben que uno de los aspectos del gobierno de la saliente presidenta Michelle Bachelet que más critica la opinión pública es que el crecimiento se redujo durante los últimos cuatro años.
Y aunque es cierto que las principales preocupaciones de los chilenos, de acuerdo a encuestas recientes, son la salud, la delincuencia y la educación, el crecimiento no suele ser medido en estos sondeos.
Otros apuntan a que la constante presencia del indicador en los medios y el debate político es más bien "una fijación de agenda".
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Con la ralentización del crecimiento en los últimos 4 años, ha caído levemente el consumo y aumentó el pesimismo. Chile, sin embargo, no está en crisis.[/caption]
El candidato que más insiste en "devolver el crecimiento" es el favorito a ganar: el expresidente Sebastián Piñera.
Lo hace con datos duros: el crecimiento promedio durante los cuatro años de Bachelet fue de 2%, mientras que el de su mandato, de 2010 a 2014, fue de 4%.
A pesar de que Bachelet no está en la contienda ni apoya enfáticamente a ninguno de los candidatos, gran parte de la campaña ha sido una contienda entre él y la presidenta saliente.
El crecimiento es uno de los ejes electorales de Piñera, a quien, gracias a su pasado,muchos vinculan al rendimiento económico.
El segundo en las encuestas, Alejandro Guillier, promete un crecimiento como sostén de más y mejor protección social.
Mientras tanto, la tercera fuerza, representada por Beatriz Sánchez, habla en su programa de un crecimiento enfocado en el desarrollo sustentable, la redistribución de la riqueza y la labor del Estado como vehículo de emprendimiento.
El milagro chileno de los 90
Según varios observadores consultados por BBC Mundo, en la raíz de lo que algunos han llamado "la obsesión por el crecimiento" está el recuerdo por lo que dejó la década de los 90 en el inconsciente de los chilenos.
En 1990 culminó el régimen militar de Augusto Pinochet, un gobierno que, en medio de una fuerte represión, aplicó audaces medidas neoliberales para desarrollar la economía del país.
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Con la llegada de la democracia en 1990 (Patricio Aylwin sucedió a Augusto Pinochet) inició en Chile un proceso que redujo mucho la pobreza.[/caption]
Cuando regresó la democracia, la economía chilena se disparó gracias a una lluvia de inversiones destinadas, sobre todo, a la industria del cobre, su mayor fuente de ingresos, que en ese momento gozaba de buenos precios en los mercados internacionales.
Con eso, entre 1990 y 2000 Chile fue el país que más creció en América Latina, con un 4,5% frente a un promedio regional del 1,4%, según cifras oficiales.
La economía chilena tuvo máximos de 11%, 9% y 7% de crecimiento en los años 1992, 1995 y 1997, respectivamente.
"Desde entonces la idea del crecimiento se asoció a la idea de progreso", le dice a BBC Mundo el político de centroizquierda y economista Carlos Ominami, ministro de Economía de 1990 a 1992 durante el gobierno democratacristiano de Patricio Aylwin.
"Pero esto (la asociación) no es necesariamente así, porque para que el crecimiento se traduzca en bienestar, empleo o riqueza personal se requiere de políticas integrales donde otras variables juegan un rol", explica.
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Chile no ha dejado de crecer, pero ya no lo hace al ritmo de la década de 1990.[/caption]
Durante los años 90, el crecimiento coincidió con políticas integrales, que ayudaron a que el PIB per cápita aumentara 55% y la pobreza cayera 50% (o 16 puntos porcentuales), según cifras consolidadas por la Comisión Económica para América Latina (Cepal).
"Piñera usa el crecimiento como un arma política y esa es una de las grandes falencias de este gobierno (de Bachelet) hacia la gente", opina el exministro, quien atribuye la caída del crecimiento durante estos cuatro años a factores internacionales, como el precio del cobre.
Prácticamente todos los países de América Latina, una región dependiente de los precios de los commodities, han visto una al menos ligera caída del crecimiento en los últimos 4 años.
Y aunque no ha sido el que más ha crecido, como está acostumbrado, Chile fue de los países que no entró en recesión.
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Chile aún hoy depende de la industria del cobre, por lo que muchos atribuyen la caída del crecimiento reciente al bajo precio del commodity.[/caption]
Pero el exministro de Hacienda durante el régimen de Pinochet Rolf Lüders Schwarzenberg es más duro en su valoración del gobierno saliente, al que acusa de haber disipado el crecimiento con "una reforma tributaria que gravó al 20% de la población más adinerada".
"Más que una creencia ilusoria, en el país hay conciencia de que si se quiere sacar a la gente de la pobreza, mejorar los ingresos y mejorar los estándares, en la práctica no hay otra alternativa que crecer", le dice a BBC Mundo.
El también empresario resalta que durante los años 80 y 90 "el crecimiento sostenido permitió reducir la pobreza en un 70%" y, "durante el gobierno de Piñera, permitió crear un millón de empleos".
Una cifra que los críticos de Piñera cuestionan, argumentando que en gran parte se trató de empleos de "inserción endeble" o de mala calidad.
"País de emergentes"
Según Ominami, lo que hay detrás de la creencia de que el crecimiento es sinónimo de bienestar, es que Chile es un país "dominado por los emergentes". Por gente que dejó de ser pobre y se asentó en la clase media.
Sánchez, el santiaguino que conversó con BBC Mundo en el Mall Plaza Vespucio, recuerda los años 90 como "la última época en la que fuimos felices".
"Pero hoy ya no lo somos, porque se perdió el valor por el trabajo", sostiene.
Para algunos expertos, como el expresidente Ricardo Lagos, la razón del descontento en Chile es que se cayó en la "trampa del ingreso medio": que el país ya no es pobre, pero tampoco tiene la riqueza para satisfacer las demandas de la clase media que emergió.
Es un descontento que entre otras cosas se ha traducido en una profunda desconfianza por la clase política, lo que se espera produzca una abstención histórica en las elecciones del domingo.
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Chile es el país donde más está endeudada la población en América Latina. En un momento de sensación de crisis la deuda es un factor de estrés.[/caption]
En medio de la deceleración actual, muchos chilenos temen que se pierda el ascenso que se tradujo en acceso a carro, deuda o vacaciones en el exterior durante los años 90.
Patricia Politzer, una connotada periodista que ha escrito varias columnas criticando esta suerte de determinismo económico, opina que "(este debate) lo que muestra es la fuerza con que el neoliberalismo se impuso en la vida y en la comunidad de los chilenos".
"No es que el crecimiento no sea relevante, sino que se convirtió en la única variable indispensable y las otras disminuyeron su relevancia", asegura la comentarista, que escribió la biografía "Bachelet en tierra de hombres".
Y añade que durante los últimos 30 años los grupos económicos dominantes "consolidaron su poder comunicacional y han hecho una campaña de terror de que el crecimiento se puede reducir".
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El favorito para ganar el domingo, Sebastián Piñera, promete devolver el crecimiento como eje de su campaña[/caption]
"La gente prefiere que no se resuelvan los problemas de pensiones y de educación, mientras no se toque el crecimiento. Y cuando se crece, piden que las reformas sean despacito para que no afecten el crecimiento", destaca Politzer.
Pero no todos los ven así.
Andrea Ferriera, una vendedora de mote con huesillo, una tradicional bebida de trigo y durazno, en una feria de alimentos en el sur de Santiago, dice que "el chileno ve una crisis apenas siente un bajón".
"Yo veo a otros pueblos pasándola peor que nosotros", asegura, mientras grita a sus clientes "meta la manto, casero, que es el último mote del día". En toda la mañana, ha vendido unos 100 kilos. Una cantidad más que respetable.
"La gente le dio prioridad a la apariencia, a tener el carro, y ahora están quejándose porque se encalillaron (endeudaron) y no tienen cómo pagar", afirma.
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Andrea Ferriera, una vendedora de mote con huesillo en Santiago dice que los chilenos que "se encalillaron" (se endeudaron) y ahora se quejan porque no pueden pagar.[/caption]
Su afirmación tiene sustento: Chile es el país donde más endeudada está la población en América Latina, un factor que -se cree- contribuye al nerviosismo en momentos de desaceleración.
Ferriera no está segura de si va a votar el domingo. Sánchez, en cambio, tiene claro que apoyará a Piñera.
En los últimos cuatro años, el gobierno de Bachelet introdujo y logró aprobar en el Congreso profundas reformas de orden político, educativo y laboral que están al margen del crecimiento económico.
Esa política reformista se ve como la fuente del "bajón" por el que personas como Sánchez desaprueban el gobierno de Bachelet. El "bajón" que gente como él espera que termine con un nuevo mandato de Sebastián Piñera.
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