La vigilia a la espera del Papa
Antes de la medianoche del lunes comenzaron a arribar los primeros fieles hasta el Parque O'Higgins, donde el Papa Francisco ofreció su primera misa. Argentinos, venezolanos, comercio, cánticos, chistes, frío: esta es la crónica de la espera.
Dos mujeres mayores caminan por la caletera de la Avenida Viel. Se desplazan con dificultad, pero lucen de buen ánimo. Vienen de Lo Espejo. Ellas son parte de los fieles que a primera hora de este martes comenzaron a repletar los alrededores del Parque O'Higgins a la espera de la multitudinaria misa que ofreció el Papa Francisco. Irma Mondaca (65) dice que al comienzo no estaba muy interesada, "porque tenía que estar toda la noche acá", pero luego cambió de parecer. Carga una silla para hacer la espera más llevadera, donde dice que quizás duerma un rato. Su compañera, Amanda Vega (75), asevera que la venida del Pontífice: "Es como la segunda Navidad, es algo bien hermoso". La postal se repite a lo largo de la noche por las inmediaciones. Muchas familias arribaron buscando un espacio para la larga vigilia. Las primeras personas en llegar lo hicieron a las 23.00. Valeria Cayo (23), argentina, quien viajó sola en bus, es una de ellas. Luego de ver a Francisco en la Alameda se fue al recinto santiaguino. Pertenece a una agrupación religiosa en su país y se está quedando en casa de un amigo de la misma congregación, en La Pintana. Lamenta que el Papa no haya pasado por su país: "allá queremos verlo, hay mucha gente que lo sigue". Como Valeria, los transandinos se hacían multitud a medida que la noche avanzaba.
Una pequeña manifestación se origina en la entrada principal, pidiendo la renuncia del obispo Juan Barros. Sin embargo, la protesta se disipa. Distintos cánticos van animando la espera. Cada parroquia trae el suyo. El comercio es otro protagonista. La oferta incluye sándwich, sopa, arepas, así como también algún recuerdo al estilo concierto de rock, con banderines y chapitas.
Argentinos y venezolanos son los extranjeros que más se divisan. Nedila Camarillo pertenece a este último grupo. Llegó hace 10 meses a nuestro país a quedarse con su hijo, con quien vive en Santiago Centro. Dice que sus principales rezos serán para "que Venezuela agarre el rumbo que todos queremos, que sea la Venezuela de antes".
En algunos accesos las puertas se abren a las dos. En la entrada principal la aglomeración torna lento el ingreso. En un minuto, un joven, que se apresta a comer un bocadillo, grita "quién tiene un microondas", lo que genera risas. De pronto, una anciana porteña, invadida por su propia tos, se pierde del grupo, pero es asistida por los voluntarios.
A eso de las 4.00 continúa el peregrinaje. Los más de 10 mil voluntarios de distintas parroquias y universidades se mueven por todos los espacios. El grupo pastoral de la Universidad de los Andes aportó con mil alumnos. Durante la noche hubo algunas peleas entre voluntarios por la asignación de tareas.
El frío, entrando la mañana, desafiaba. Una voluntaria entumecida recibió atención. No fue la única.
Cerca de las 6.00, los rezos y los cánticos reciben la compañía de la luz.
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