Lance Armstrong regresa a las pistas en medio del rechazo de los ciclistas
<font face="tahoma, arial, helvetica, sans-serif"><span style="font-size: 12px;">A pesar de sus problemas judiciales y de la pérdida de auspiciadores, el ex campeón estadounidense, competirá en la tradicional Ragbrai ante el repudio de sus rivales y del público local.</span></font>
Consciente del rechazo popular que genera, Lance Armstrong reaparecerá en una prueba cicloturista en el estado de Iowa, su primera presencia ante el público tras confesar en enero pasado que consiguió sus siete títulos del Tour de France con ayuda del doping.
Mientras el británico Chris Froome trabaja para coronarse como el nuevo rey del ciclismo en París, el estadounidense Lance Armstrong, que mantuvo durante siete años, reaparacerá en la pequeña localidad de Council Bluffs, donde comienza mañana la tradicional marcha The Register's Annual Great Bicycle Ride Across Iowa (RAGBRAI), la más antigua de Estados Unidos y donde ya participó en cuatro ocasiones.
"Me llamó para saber si podía participar y le dije: 'Por supuesto'", reveló en entrevista telefónica T.J. Juskiewicz, director de Ragbrai.
El estadounidense mide ahora sus pasos públicos tras una sanción y una confesión que le costó el repudio popular y que lo tiene pendiente de decisiones judiciales que podrían hacerle perder hasta 135 millones de dólares.
"Para ser sincero, será un corredor más. Todos son bienvenidos", aseguró Juskiewicz, director de una prueba que combina el recorrido por todo el estado de Iowa con conciertos y actividades recreativas al final de la jornada.
"No es una carrera", repitió Juskiewicz, al que Armstrong considera su amigo y al que le agradece una llamada.
La Ragbrai no estará sometida a controles antidoping ni supone un incumplimiento de la sanción de por vida que pesa contra Armstrong y que le impide competir en pruebas de triatlón, su gran pasión a los 41 años. "No es una declaración ni un experimento. Sólo soy yo queriendo correr con mi bicicleta con lo que en el pasado fue un grupo de gente agradable con la que comparto intereses", confesó Armstrong a comienzos de mes.
"Estoy seguro de que habrá alguna reacción negativa. Habrá gente que crea que no es bienvenido y habrá otra que aún quiera verlo. Él espera un poco de todo, estoy seguro de que está preparado", afirmó Juskiewicz.
Y sí parece que lo está. Una combinación de curiosidad y de inseguridad. "Soy consciente de que mi presencia no es un asunto fácil y por eso animo a la gente a que si quiere chocarme la mano, bien. Si me quiere mostrar el dedo, también está bien", dijo el ex campeón.
Armstrong no alcanzó un acuerdo con la USADA (Agencia Antidoping de Estados Unidos), que lo castigó, ni con la UCI (Unión Ciclista Internacional), que parece tener paralizada la anunciada "comisión de la verdad". Su sanción se mantiene, no puede competir, perdió el apoyo de sus patrocinadores y hasta tuvo que salir de la fundación Livestrong que él creó para ayudar a las víctimas del cáncer. Y a todo eso se suman sus problemas judiciales.
Mañana, dice, sólo quiere ser uno más, rodar y disfrutar de la bicicleta, confundirse entre un pelotón de anónimos cuya reacción espera con curiosidad.
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