Leica, 100 años capturando el mundo
En 1914 nació la primera cámara portátil. Adorada por Henri Cartier-Bresson, Robert Capa y Sergio Larraín, el invento alemán no ha perdido su supremacía.
Todo fue por culpa del asma de Oskar Barnack. El ingeniero mecánico, aficionado a la fotografía, soñaba con hacer tomas al aire libre, pero cada vez que debía cargar con la pesada indumentaria de trípodes, placas y lentes, terminaba ahogado. No le quedaba más que volver a su casa. La solución al problema era simple, pero nadie lo pensó antes: Barnack reduciría el tamaño y el peso de las cámaras, utilizando una película de 35 mm, las mismas que se usaban en el cine. Luego, bastaría con ampliar las fotos en un cuarto oscuro.
En enero de 1914, hace ya 100 años, la primera cámara portátil vio la luz. Barnack la bautizó como Lilliput, tomando sus primeras fotos en mayo de ese mismo año, en las callecitas de la ciudad de Wetzlar, Alemania. Pero no fue hasta 1925 que el invento del ingeniero comenzaría a hacer historia. El retraso fue circunstancial. El estallido de la I Guerra Mundial, en julio de 1914, truncó, o más bien aplazó, la idea de Ernst Leitz, jefe de Barnack en una fábrica de artefactos ópticos, de introducir la cámara al mercado. Así, 11 años después, el plan de Leitz y Barnack pudo llevarse a cabo: la Leica (abreviatura de Leitz Camera) tuvo su presentación en sociedad con 1.000 unidades y de paso salvó a la empresa de la crisis de entreguerras.
Hoy, la Leica es una verdadera leyenda viviente, usada por los fotógrafos más importantes del mundo. Al inicio hubo resquemores, pero la liviandad de la cámara, su fácil y rápido funcionamiento, terminaron por fascinar a los fotógrafos, sobre todo a partir de la II Guerra Mundial, momento en que Leica se convirtió en la cámara ideal para el corresponsal de trincheras, preocupado de tomar la foto y salir huyendo. Entre los conversos de esos años estuvieron Robert Capa, Henri Cartier-Bresson, Robert Doisneau e Ilse Big. Disparos notables se han hecho con la Leica (entre sus modelos más famosos están la M6, la M9 y la MP): como el icónico retrato del Che Guevara de Alberto Korda, el beso en Times Square que simbolizó la victoria de EE.UU, sobre Japón de Alfred Eisenstaedt y la trágica escena de 1972, de Nick Ut, donde una niña vietnamita huye desnuda tras ser herida por una bomba. Hoy, el dominio de la Leica continúa de la mano de fotógrafos como Sebastiao Salgado, Steve McCurry yAnnie Leibovitz.
En el año de su aniversario, la empresa alemana abrirá en mayo una nueva fábrica en Wetzlar que irá acompañada por el lanzamiento de un nuevo modelo de colección. En tanto, a partir de marzo, exposiciones con los fotógrafos estrellas de la Leica se realizarán en las galerías que la empresa tiene en ciudades como Frankfurt, Los Angeles, Nueva York, Salzburgo, Tokio, Praga y Varsovia.
UNA CAMARA DE LUJO
Pero ¿cómo se explica el éxito imbatible de una cámara 100 años después de su creación? La tecnología está hoy al alcance de todos y marcas japonesas como Canon y Nikon han dado la pelea. A nivel popular han ganado, pero la mayoría de los fotógrafos profesionales siguen prefiriendo la Leica. "La calidad de sus lentes es superior, ya que son pulidos a mano. Además, sus modelos clásicos no son reflex y por lo tanto la imagen que se ve en el visor no es la misma que quedará. Esto obliga al fotógrafo a pensar antes de disparar. Reflexionar el encuadre es clave", dice el fotógrafo Matías Recart, quien durante 15 años usó cámaras Leica.
Lo mismo debe haber supuesto Sergio Larraín, único chileno en llegar a la prestigiosa agencia Magnum y quien se inició con una Leica de los años 50. Hoy es conservada por su sobrino, el fotógrafo Sebastián Donoso. "Más que por la óptica, él se enamoró de la Leica como objeto. La ocupó hasta el año 76, cuando se cambió a una Nikon", cuenta Donoso.
Claro que la Leica no corrió sola. En 1932 apareció Contax, una cámara alemana mucho más barata que convenció a varios, entre ellos a Capa. Con todo, Leica ha sabido sobreponerse a las crisis económicas (en los 80 una multinacional japonesa quiso comprarla) y a los cambios de la modernidad (ha sumado modelos digitales), sin bajar ni calidad ni precios. Porque, eso sí, tener la Leica no es barato: sólo el cuerpo de un modelo reciente valeUS$ 8.000, a los que se suman los US$ 4.000 del lente. Por eso Leica también es un símbolo de lujo, apetecido por actores como Brad Pitt o la cantante Miley Cirus.
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