Lo que "Alicia en el país de las maravillas" te revela sobre el cerebro
El popular cuento de Lewis Carroll contiene algunas verdades ocultas sobre el cerebro humano que aún inspiran a los neurocientíficos.
Alicia en el país de las maravillas, la obra que hace 150 años escribió el británico Lewis Carroll, ha inspirado incontables películas, pinturas e incluso piezas de ballet. Pero pocos saben todo lo que aportó al conocimiento del cerebro humano, así como su influencia no sólo en la psicología freudiana y al psicoanálisis, sino también a la neurociencia moderna.
Y es que, mucho antes de que se contara con la tenología para mapear las maravillas del cerebro, Carroll ya había trazado sus contornos con sus experimentos mentales.
"Exploró tantas ideas", exclama Alison Gopnik, de la Universidad de California en Berkeley, Estados Unidos.
Todos podemos aprender algo de nosotros mismos de Alicia en el país de las maravillas. BBC Future sigue su viaje a los límites exteriores del cerebro.
"Bébeme"
En una de sus primeras aventuras, Alicia encuentra una poción con una etiqueta que dice "bébeme" y tras tomársela mengua hasta medir sólo 25 centrímetros.
Y un pastel mágico produce justo el efecto contrario en ella: crece tanto, que toca el techo con su cabeza.
Estas escenas fueron las primeras en llamar la atención de los científicos.
En 1955 un psiquiatra llamado John Todd se encontró con varios pacientes que aseguraban tener esa misma sensación de "alargarse como un telescopio".
Todos ellos sufrían un transtorno neurológico que afecta a la percepción visual y que hoy se conoce como micropsia o síndrome de Alicia en el país de las maravillas (AIWS, por sus iniciales en inglés), un mal que afecta principalmente a niños.
"He escuchado a pacientes decir que las cosas están patas arriba, incluso que sus madres están a su lado cuando en realidad se encuentran en el otro extremo de la habitación", dice Grant Liu, un neurólogo de la Universidad de Pensilvania, en EE.UU., quien ha estudiado el fenómeno.
Los diarios de Carroll revelan que sufrió migrañas, episodios que con frecuencia desencadenan en el síndrome. Y eso hizo a muchos especular sobre que el escritor se inspiró en sus propias experiencias.
Liu, por su parte, sospecha que el síndrome puede provocar una actividad anormal en los lóbulos parietales del cerebro, los responsables de la percepción espacial; y, como consecuencia, sesgar el sentido de la perspectiva y la distancia.
Pero a pesar de ser molestas, estas fugaces ilusiones suelen ser generalmente inofensivas.
"La mayoría de los que las sufren no se ven afectados. Además les insistimos que no están locos y que otros también experimentan esas sensaciones", explica.
Hoy en día los neurocientíficos están tratando de provocar la ilusión en sujetos sanos, ya que creen que ello podría arrojar luz sobre la manera en la que creamos nuestro sentido del yo aquí y ahora.
La Duquesa y el Gato de Cheshire
El país de las maravillas está lleno de personajes que cambian de forma, incluyendo a la grotesca Duquesa y a su bebé llorón.
"Esta vez sí que no había razón para equivocarse: era ni más ni menos que un cerdo, así que Alicia comprendió que no podía continuar con este asunto por más tiempo".
Cuando Alicia lo toma en sus brazos su nariz se hace más respingona, los ojos se le juntan y empieza a gruñir. Y así, antes ni siquiera de darse cuenta, el bebé se ha convertido en un cerdo.
En otro momento de la historia, Alicia trata de jugar al croquet utilizando a un flamenco como mazo, y conoce al sonriente Gato de Cheshire, cuya sonrisa persiste incluso cuando su cuerpo ha desaparecido.
En los sueños con frecuencia los objetos se transforman y adquieren nuevas identidades, así que esa característica es la manera más inteligente en la que Carroll evocó a la mente dormida en las aventuras de Alicia; esa y la extraña sensación de que el tiempo está jugándole una mala pasada.
Los neurocientíficos creen que el fenómeno se debe a la manera en la que el cerebro consolida nuestra memoria mientras dormimos.
Éste afianza los recuerdos vinculándolos con otros sucesos para crear la historia de nuestra vida.
Así, cruzando las referencias del recuerdo sobre un cerdo y un suceso sobre un bebé, por ejemplo, Carroll logró un efecto surrealista en un paisaje onírico.
Humpty Dumpty y el Jabberwocky
— Mi nombre es Alicia, pero...
—¡Qué nombre más estúpido!— la interrumpió con impaciencia Humpty Dumpty. — ¿Qué significa?
— ¿Es que un nombre tiene que significar algo?— preguntó Alicia tímidamente.
— ¡Claro que sí!— dijo con una risita seca Humpty Dumpty—. Mi nombre significa exactamente la forma que tengo (una forma, por cierto, muy hermosa). Tú en cambio, con un nombre así, podrías tener cualquier forma.
En la secuela A través del espejo y lo que Alicia encontró allí Carroll continúa con sus exploraciones, que incluyen algunas incursiones juguetonas sobre la naturaleza del discurso.
Todo comienza cuando en el primer capítulo Alicia lee un poema llamado el Jabberwocky.
Brillaba, brumeando negro, el sol;
agiliscosos giroscaban los limazones
banerrando por las váparas lejanas;
mimosos se fruncían los borogobios
mientras el momio rantas murgiflaba.
"Parece muy bonito", dice Alicia cuando lo termina. "¡Pero es tan difícil de entender!".
Alicia se rasca la cabeza con el dedo: el poema apela de alguna manera a nuestra concepción de la corrección gramatical, pero las palabras por sí mismas no tienen ningún sentido.
Pues bien, los neurocientíficos que exploran la maquinaria del lenguaje hoy usan las "frases Jabberwocky" durante los escáneres cerebrales para demostrar que el significado y la gramática se procesan de forma separada en nuestro cerebro.
Pero de los experimentos más importantes de Carroll en ese sentido es el momento en el que Alicia se encuentra on Humpty Dumpty y su conversación explora la naturaleza misma de las palabras.
¿Puede una frase compuesta por por palabras como Humpty Dumpty evocar mejor la "hermosa forma" del personaje, un huevo antropomórfico, que cualquier otro sonido escogido al azar?
Es una antigua pregunta filosófica que remonta a Platón.
Anteriormente los científicos habían asumido que era imposible, que las palabras son arbitrarias y que los sonidos no pueden tener un significado innato.
Pero ahora están investigando la cuestión, por si Humpty Dumpty pudo haber tenido razón.
Sea cual sea la explicación del fenómeno, a veces se puede adivinar con gran exactitud el significado de una palabra de un idioma desconocido.
Y también se puede lograr que los sobrenombres, como en el caso de Humpty Dumpty, terminen reflejando la apariencia de quien los ostenta.
Hay quien sospecha que se trata de "fósiles lingüísticos" que guardan los primeros enunciados de la humanidad.
La Reina Blanca y el viaje mental en el tiempo
— Es un tipo de memoria muy pobre la que sólo funciona hacia atrás— replica la Reina.
— ¿Qué tipo de cosas recuerda mejor?— se aventura a preguntar Alicia.
— Oh, las cosas que ocurrirán la semana que viene después de la siguiente", respondió la reina en un tono despreocupado.
En su viaje, Alicia sostiene largas discusiones con la Reina Blanca.
Ella es una de las creaciones más desconcertantes de Carroll, alguien que asegura tener una extraña capacidad de previsión.
"Desde mediados del año 2000 los neurocientíficos comenzaron a darse cuenta de que la memoria no sólo tiene que ver con el pasado, sino que también ayuda a actuar de forma apropiada en el futuro", dice Eleanor Maguire, del University College de Londres, quien con frecuencia se refiere a la Reina Blanca para ilustrar la idea.
Una posibilidad es que imaginamos el futuro tirando de nuestros recuerdos y uniéndolos en un montaje que podría representar un nuevo escenario.
De esta manera, la memoria y la previsión utilizan "el mismo tiempo de viaje mental" en las mismas áreas del cerebro.
Maguire, por ejemplo, ha estudiado a pacientes con daño en el hipocampo, lo que significa que no pueden recordar su pasado. Sin embargo, la experta descubrió que estos también tienen problemas para pensar en futuro.
"Les pedimos que imaginen que se encuentran con un amigo la próxima semana y simplemente no podían hacerlo", explica.
Lo mismo ocurrió cuando les dijo que imaginaran la visión futura de la orilla del mar. "Sabían que habría mar y arena, pero no podían visualizarlo en su mente", añade.
En otras palabras, sus pacientes, a diferencia de la Reina Blanca, están atrapados para siempre en un eterno presente.
¿Puedes pensar en cosas imposibles?
—No sirve de nada intentarlo—, dijo Alicia. — No se puede creer en cosas imposibles.
— Me atrevería a decir que no tienes mucha práctica—, respondió la Reina. — Cuando tenía tu edad lo hacía durante media hora al día. A veces creía hasta en seis cosas imposibles antes del desayuno.
Continuando con su exploración de la imaginación humana, la Reina ensalza las virtudes de pensar en lo imposible.
A ese capítulo hace referencia Gopnik, quien leyó la obra de Carroll por primera vez cuando tenía tres años y ahora se dedica a estudiar cómo construimos la imaginación.
La experta ha descubierto, por ejemplo, que los niños que juegan a "creer lo imposible" tienden a desarrollar una capacidad cognitiva más avanzada.
Entre otras cuestiones, entienden mejor el pensamiento hipotético y también las motivaciones y las intenciones de los demás.
"Mucho de lo que hacen en el juego de la simulación es plantear una hipótesis y seguirla hasta una conclusión lógica", explica Gopnik.
Las aventuras de Alicia están llenas de encuentros surrealistas que podrían ayudar a cualquiera a desarrollar esas habilidades.
Travis Proulx, de la Universidad de Tilburg, en los Países Bajos, ha estudiado la manera en la que la literatura surrealista y absurda como la de Carroll influye a nuestro conocimiento.
Y ha descubierto que enfrentar nuestras expectativas a un mundo extraño y a unas historias fantásticas empuja a nuestro cerebro a ser más flexible, lo que, a su vez, nos hace más creativos y hace que aprendamos más de prisa.
Así que si sientes que tu cerebro se estira, puede que no haya mejor solución para ello que pasar una tarde con Alicia.
En ese sentido, Gopnik señala que algunas drogas alucinógenas también podrían ayudar a alcanzar un estado mental de libre asociación parecido al de los niños, pero leer es sin duda la forma más segura de hacer retroceder el reloj y ver el mundo desde una nueva perspectiva.
Ya lo escribió Carroll: "Tantas cosas fuera de lo común le habían ocurrido últimamente, que Alicia había comenzado a pensar que muy pocas cosas en verdad eran realmente imposibles".
Y sus lectores seguramente estarían de acuerdo.
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