Los 10 factores de un cónclave distinto

La elección del próximo Papa por parte de los cardenales puede estar marcada por un proceso largo y complejo en el Vaticano. No hay un favorito claro, por lo que no se descarta una sorpresa, y el efecto "escándalo" está sobre la mesa.




Si comenzamos el recuento en 1295, cuando el Papa Bonifacio VIII solicitó por primera vez a los cardenales elegir al Papa en una habitación cerrada, la inminente edición 2013 será el 75 cónclave en la historia de la Iglesia Católica. Por lo tanto, en un nivel es posible decir que hemos visto este show antes.

De muchas formas, el cónclave 2013 parecerá idéntico a aquellos que se celebraron antes: la misma procesión a la Capilla Sixtina, el mismo humo negro y blanco, el mismo momento "Habemus Papam" cuando el nuevo Papa haya sido elegido.

Pese a los ecos del pasado, hay varios rasgos singulares de este cónclave que alteran la política y, quizás, sugieren un proceso más largo y más complicado. He aquí las 10 principales diferencias de la elección papal 2013.

1. Renuncia, no muerte

La diferencia más obvia es que por primera vez en 600 años los cardenales estarán eligiendo a un Papa como resultado de una renuncia, en vez de una muerte. En cuanto al procedimiento, eso no cambia nada; es la misma sede vacante, las mismas normas para cada ronda de votación (conocidas como "escrutinio"), y así sucesivamente. Sin embargo, psicológicamente, el contraste es enorme.

Cuando cualquier gran líder mundial muere, en especial un Papa, el aire se llena de homenajes y estallidos de dolor y de afecto. La sencilla decencia humana supone no hablar mal del muerto, especialmente cuando la pérdida es reciente. Como resultado, es más difícil para los cardenales hacer críticas al Papado que acaba de finalizar (ciertamente en público-y a veces entre ellos mismos).

Al separar el término de su Papado del término de su vida, Benedicto XVI ha evitado a los cardenales esa presión, permitiéndoles expresar tanto las fortalezas como las debilidades de su pontificado. Eso puede ayudarlos a llegar a una evaluación más equilibrada, pero también podría complicar las deliberaciones y hacer más difícil identificar a los candidatos.

La otra gran consecuencia es que no hay misa fúnebre, lo que significa que no hay una plataforma para que uno de los cardenales se distinga al ofrecer una homilía memorable en homenaje al difunto Papa. La última vez, muchos cardenales citaron la actuación de Joseph Ratzinger en las exequias de Juan Pablo II, y más ampliamente el liderazgo de Ratzinger durante el interregnum, como un factor decisivo en la consolidación del apoyo hacia él en el Colegio Cardenalicio.

2. No hay un favorito claro

Pese a lo que puede haberse leído, de acuerdo a la mayoría de los cardenales la elección de Joseph Ratzinger en 2005 no era "trato hecho" cuando ingresaron a la Capilla Sixtina para comenzar a votar. Los cardenales insisten que ellos aún estaban considerando una gama de nombres, y varios cardenales me dijeron a posteriori que ellos no había tomado una decisión cuando el show comenzó.

Por otro lado, declaran que todos sabían que Ratzinger sería una candidato fuerte, y por consiguiente sus deliberaciones precónclave tenían un foco evidente. Ellos sabían que tenían que decidir si apoyarían al zar doctrinal de Juan Pablo II, porque nadie con ojos para ver habría dejado de notar las señales del fuerte apoyo con que contaba Ratzinger.

Por consenso, esta vez no hay un punto tan claro de referencia, no hay un favorito que tenga la carrera ganada. Hay un número de candidatos que parecen convincentes, pero ninguno se impone sobre los demás. Como resultado, las discusiones precónclave pueden no tener el mismo foco, y la construcción de un consenso puede tardar más.

3. El factor sorpresa

Con su renuncia, Benedicto XVI produjo una gran conmoción en el sistema, rompiendo con lo que anteriormente había sido una suerte de convicción casi dogmática en algunos círculos: que aunque técnicamente un Papa podía renunciar, en realidad no deberían hacerlo. Como la máxima usada con frecuencia: "No se puede renunciar a la paternidad". Hablé esta semana con un cardenal, quien estaba en el consistorio del 11 de febrero cuando Benedicto hizo su histórico anuncio, y aunque comprendió el latín perfectamente bien, dijo que su primera reacción fue: "Esto no puede estar ocurriendo".

Habiendo recibido una tremenda sorpresa ya, quizás los cardenales estarán más dispuestos a otra. Por ejemplo, pueden buscar fuera del Colegio Cardenalicio al próximo Papa. (La última vez que esto ocurrió fue en 1378, sólo 50 años antes de la última renuncia papal). En este clima, cada escenario comodín parece un poco más concebible.

4. Los veteranos

En abril de 2005 había sólo dos cardenales que habían participado en un cónclave con anterioridad, Ratzinger y William Baum de EE.UU., mientras esta vez hay 50 veteranos.

Este contraste puede significar uno de dos caminos: O bien que los cardenales estarán mejor organizados y serán más eficientes porque muchos de ellos saben lo que implica, o las deliberaciones se extenderán y serán más peleadas porque pocos cardenales estarán dispuestos a jugar simplemente a "seguir al líder".

5. El lapso de tiempo

En 2005, pasaron 16 días entre la muerte de Juan Pablo II y el inicio del cónclave, el 18 de abril. Por supuesto, era claro que Juan Pablo esta deteriorándose desde mucho antes, pero dado que había enfrentado muchas crisis de salud antes y de alguna manera se las había arreglado para reponerse, muchos cardenales no comenzaron a pensar en serio en la transición hasta que él murió.

La mayoría de ellos no estaba en Roma cuando se produjo su deceso, por lo que algunos de esos 16 días fueron ocupados en viajes.

Esta vez el anuncio de la renuncia de Benedicto llegó el 11 de febrero, lo que quiere decir que los cardenales podían comenzar a pensar sobre lo que vendría después a partir de ese punto.

Al momento de escribir estas páginas, la fecha exacta para el comienzo del cónclave estaba aún en el aire. La fecha realista más temprana es probablemente el 9 o 10 de marzo.

La conclusión es que los cardenales tienen mucho más tiempo que en 2005 para preparar, ponderar a varios candidatos, y consultar entre ellos para ver quién tiene apoyo. Una vez más, eso puede significar un proceso más simplificado con los chinches trabajando por anticipado; o alternativamente, puede significar un cónclave más extenso, ya que los distintos bloques tienen tiempo para organizarse y los medios para excavar en los antecedentes de los contendientes, levantando potenciales signos de interrogación que podrían hacer reflexionar a los votantes.

6. el efecto escándalo

La crisis por el abuso sexual de niños ya estaba consolidada como un tema determinante para los americanos en 2005, pero no estalló en Europa hasta 2010. En el intertanto, el Vaticano ha sido golpeado también por varios otros episodios lamentables, como el escándalo Vatileaks y persistentes denuncias de corrupción financiera.

En ese contexto, es probable que una mayor parte de los cardenales estén preocupados esta vez porque el nuevo Papa sea percibido como alguien con las "manos limpias".

En la práctica, esto puede producir una suerte de carga, más que de beneficio, de la duda para cualquier candidato vinculado públicamente a algún tipo de escándalo. En la atmósfera de invernadero del período precónclave, algunos cardenales probablemente sentirán que no tienen tiempo de separar lo verdadero de lo falso y pueden concluir que lo más seguro es alejarse de cualquiera que parezca incluso potencialmente corrupto.

Como un cardenal me planteó el otro día respecto a un destacado compañero cardenal que ha sido identificado en la prensa italiana con supuestos tratos financieros turbios: "No sé lo que realmente ocurrió, pero ahora parece demasiado riesgoso".

7. sin beneficio para los peces gordos

Las figuras más importantes durante una sede vacante son usualmente el Decano del Colegio Cardenalicio, quien preside las reuniones y lidera todas las funciones públicas, y el camerlengo, que se encarga de los asuntos diarios de la iglesia que no pueden esperar al próximo Papa.

Cuando estas posiciones son ocupadas por serios candidatos al Papado, puede ofrecerles un gran impulso a sus perspectivas.

Como se mencionó, el protagonismo de Ratzinger como decano la última vez, es citado a menudo como un factor importante en su elección.

Sin embargo, ahora ninguno de los "peces gordos" es considerado realmente un contendiente serio. El Cardenal Angelo Sodano, el decano, tiene 85 años, y posiblemente está contaminado por el recuerdo de su enérgica defensa del fallecido padre mexicano Marcial Maciel Degollado, fundador de los Legionarios de Cristo, quien posteriormente fue declarado culpable de un amplia gama de abusos sexuales y malos comportamientos. El camerlengo, Cardenal italiano Tarcisio Bertone, es culpado por muchos cardenales por la mayoría de los problemas de gestión durante el Papado de Benedicto.

Como resultado, ninguno de ellos dos tienen una ventaja política, lo que sugiere una vez más un campo de juego totalmente abierto, y podría decirse que más complicado.

8. El voto de los tercios

Cuando Juan Pablo II promulgó sus normas para el cónclave en 1996 con el documento Universi dominici gregis, incluyó una provisión permitiendo a los cardenales elegir a un Papa por simple mayoría en lugar de la tradicional mayoría de los dos tercios si eran bloqueados tras 30 votaciones duras, lo que significaba unos siete días.

El cónclave de 2005 nunca estuvo cerca de invocar aquella provisión, dado que eligieron a Benedicto XVI en cuatro votaciones. Sin embargo, psicológicamente, algunos cardenales dijeron después que todos sabían que aquel anexo estaba en los libros, por lo que una vez que la votación de Ratzinger sobrepasó el umbral del 50%, el resultado parecía inevitable.

En 2007, Benedicto XVI promulgó una enmienda al documento de Juan Pablo II, eliminando la posibilidad de elección por una mayoría simple.

Esta vez, los cardenales saben que quien quiera que sea electo tiene que lograr el apoyo de los dos tercios del colegio bajo cualquier circunstancia, lo que puede significar que estarán menos inclinados a subirse sencillamente al tren cuando alguien logre la mitad de los votos en una ronda determinada.

9. Ejercicios espirituales

Al renunciar justo antes del comienzo de la Cuaresma, Benedicto XVI puede haber querido establecer un tono penitencial para el cónclave, invitando a los cardenales a la solemnidad espiritual y al examen de consciencia. Sin embargo, en la práctica, el calendario también ofrece una gran plataforma a un posible sucesor: el Cardenal Gianfranco Ravasi, presidente del Consejo Pontificio para la Cultura, quien está predicando en el retiro anual de Cuaresma del Vaticano.

Tal escenario es posible sólo con un Papa que ha renunciado. Los ejercicios espirituales de Cuaresma son dirigidos por el Papa y por la Curia Romana; si el Papa hubiera muerto, obviamente no participaría y la mayoría de los altos funcionarios de la curia perderían sus puestos en una sede vacante. La única manera en que los ejercicios puedan seguir adelante es si el Papa aún anda por ahí, y si los prefectos y presidentes aún están vigentes.

Según la mayoría de los reportes, Ravasi está ofreciendo un desempeño osado. Está dando tres reflexiones al día, basado en su experticia como estudioso bíblico y hombre de profunda erudición. Un cardenal que participa en los ejercicios me dijo el miércoles que hasta ahora Ravasi le ha parecido "extremadamente impresionante".

Este veterano de la curia cardenalicia añadió, sin embargo, que no sabía mucho más de Ravasi. Era en cierto modo una declaración impactante, dado que trabaja en el Vaticano desde 2007. Y refleja el singular perfil de Ravasi como alguien que está en el Vaticano, pero que no es realmente de ahí, está más enfocado en vincularse con los mundos del arte, la ciencia y la cultura, que en construir imperios eclesiásticos.

Aquella reputación podría ayudar a Ravasi en el sentido de que él es cualquier cosa menos un intrigante, y ciertamente no carga equipaje vinculado a alguno de los escándalos recientes del Vaticano. Sin embargo, algunos pueden preguntarse si no sería otro Papa más interesado en la vida de la mente que en el manejo de la iglesia.

10. Redes sociales

Este será el primer cónclave en desarrollarse total y verdaderamente en la era de las redes sociales, en medio de Twitter, Facebook y todas las otras nuevas herramientas de comunicación. Las noticias y los comentarios circulan mucho más rápido y a través de muchos más canales que en 2005.

Por supuesto, no todos los cardenales se la pasan actualizando su estado de Facebook y enviando tweets, pero ellos y la gente que los rodea ciertamente están atentos a lo que se ha dicho respecto al Papa y a los candidatos al Papado durante este período. Si alguna vez los cardenales solían quejarse de que no sabían mucho unos de otros, es probable que ahora se quejen de una sobrecarga de información.

Además, las redes sociales también crean nuevas oportunidades para que otros se introduzcan en el proceso (si no en la votación, de seguro en la víspera). Activistas, especialistas, gente con intereses teológicos, políticos e incluso litúrgicos están volviéndose con fuerza hacia las ondas radiales y la blogósfera y dan forma al contenido del diálogo público.

Por mucho que insistan en que no están influenciados por nada de esto, la mayoría de los cardenales en sus momentos de honestidad deberá admitir que es difícil no estarlo, y eso sólo significa que esta vez tendrán más de lo usual en sus mentes.

*Artículo publicado por National Catholic Reporter. www.ncronline.org. John Allen es uno de los vaticanistas más influyentes y autor de dos biografías de Joseph Ratzinger.

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