Los bares más visitados para escuchar conciertos en pequeño formato

En los últimos cinco años, productores y músicos prefieren realizar sus shows entre una audiencia más reducida.




No son más de 100 los fanáticos los que están la noche de miércoles en uno de los salones del bar Liguria de Manuel Montt. Ahí, donde de día se come cazuela o la clásica marraqueta con mechada, los asistentes empiezan a moverse tímidamente a las 8 de la tarde con los primeros acordes de la guitarra de Manuel García, el trovador de la nueva canción chilena.

A tres estaciones de Metro, 200 personas comparten un trago en el Opera Catedral, en pleno barrio Lastarria, mientras esperan a Gepe, el músico de moda, el que toca pop puro. Está ahí para lanzar su nuevo single, Fruta y Té, del disco GP. Hace cinco años que el cantante empezó a mostrar su trabajo en círculos reducidos. También lo hace en la radio y en conciertos más masivos, pero este formato, dice, ofrece una mayor cercanía con el público. "Ahí no soy yo la estrella, sino que estamos todos al mismo nivel y yo sólo estoy compartiendo mi música con un grupo de gente", dice Daniel Riveros, Gepe. Además, agrega, aprovecha de probar qué temas funcionan bien para luego incluirlos en el playlist de tocatas más grandes.

Hace un par de años que los músicos consagrados y emergentes de la escena local vienen incluyendo este tipo de shows en su agenda. Y al público de entre 25 y 35 le gusta. No sólo porque están menos apretados que en un concierto convencional, sino porque al realizarse en bares, cafés y restaurantes, ellos pueden sentirse como en casa: ahí pueden beber un trago y comer, mientras escuchan a dos metros a su artista.

En 2008, este tipo de espectáculos no superaba los dos al mes en Santiago y hoy llegan a 10 durante la semana. Los locales han ido variando. Si en un principio en Vitacura, por ejemplo, mandaba el Amanda (en Los Cobres de Vitacura) ahora se puso de moda El Club El Ritmo, ubicado a un costado del anterior. Ahí ha estado desde Chinoy -el cantante autodidacta de fina voz que partió actuando en bares de Valparaíso y que hizo famosos sus temas en myspace y el Liguria- hasta Manuel García, a quien le gusta esta forma de interactuar con su oyentes, porque "lo pueden mirar a los ojos".

"En las tres semanas que lleva abierto, se ha llenado. Acá los que vienen, escuchan la música sentados, tranquilos", dice el curador del espacio, Nicolás Castro.

El cuenta que estuvo en varios de estos locales en Manhattan. "Yo sabía de bares como el CBGB, que funcionó en los 70 en el Lower East Side al ritmo del punk y el new wave. Y aunque cerró en 2006, hubo otros que se sumaron al formato y que son exitosos hasta hoy en Nueva York", cuenta este periodista de 37 años.

¿Otros locales de moda en Santiago? El Clan, en Bellavista; La Tienda Nacional, en Merced; Santos Dumont, una casona de los años 30 ubicada a los pies cerro Blanco; y El Café Bovary, en Av. Santa Isabel con Julio Prado, donde varios cantantes más underground lanzan discos.

SESIONES MUSICALES

En los pequeños escenarios de estos lugares se presentan los emergentes del pop y del rock. Es la forma en que se ha hecho conocido, Alex Andwandter, el chico hispter y popero que ahora es solista, pero que empezó su carrera en Teleradio Donoso.

También Francisca Valenzuela, y Camila Moreno, la reina pop electrónico y cuyas canciones se escucharon en la serie Los 80. Ambas han pasado por el Opera Catedral y el Liguria.

Los consagrados no se quedan atrás. Carlos Cabezas, el ex líder de los Electrodomésticos, grabó un disco de boleros en 2010 en uno de los rincones del Liguria.

A los locales le ha venido bien. El día en que se presente un músico, va más clientela y eso equivale a más consumo. "No duran más de una hora y la gente con eso queda feliz", dice Dante Flores, productor musical de los conciertos del Liguria de Manuel Montt. "Nuestro nuevo local en Lastarria, de hecho, tendrá una sala adaptada para este tipo de conciertos", dice. En esta cadena de bares, los espectáculos comenzaron de forma improvisada. "No se avisaban. Sólo funcionaba el boca a boca. Después nos dimos cuenta de que tenían éxito. Aun así no los promociones más que por redes sociales", dice Flores.

Hay otros lugares que han aprovechado esta ola, para reinventarse. Como el caso del Santos Dumont, que existe hace siete años, pero que ofrece escenario para tocatas más pequeñas hace un año.

El Clan, ubicado en Bombero Núñez, de Bellavista, es otro de los que se ha sumado a la reinvención. Nació hace 10 años y hace un año y medio que viene recibiendo cantantes como Camila Moreno, Leo Quinteros (el marido de Blanca Lewin), PedroPiedra, el cantautor de 35 años que mezcla el pop con el rock, que es baterista de 31 Minutos y que trabajó en la banda sonora de la cinta La Nana.

"Para nosotros esto ha sido un beneficio. El consumo se va a las nubes cuando invitamos artistas", dice Lilian Peromarta, la productora musical de El Clan.

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