Los habitantes de Donetsk disfrutan de su primer día sin bombardeos en meses
La entrada en vigor la pasada medianoche del alto fuego ha traído signos de normalidad al centro de Donetsk, menos castigado por la artillería que los suburbios, algunos de ellos ya casi despoblados.
Los habitantes de Donetsk disfrutaron ayer de su primer día sin el estruendo de las explosiones de artillería, habitual desde hace varios meses en esta ciudad, la principal plaza fuerte de los separatistas prorrusos en el este de Ucrania.
Centenares de personas, casi como en los tiempo de paz, colmaban a primera hora de ayer el principal mercado de la ciudad, que tenía cerca de un millón de habitantes antes que en abril del año pasado estallara el conflicto entre los prorrusos y las autoridades de Kiev.
Los ánimos van del escepticismo a la esperanza, con la incertidumbre como el gran común denominador.
"Hay más gente en la calle, más compradores. Se nota mucho. Quisiera creer que ha llegado la paz", dice Ania, una joven dependiente de un puesto de comida.
Su optimismo no lo comparte Svetlana, un mujer mayor que vende flores en un puesto vecino.
"Mi nieto mayor no va a la universidad. La facultad está cerrada. Mi nieta no va a la escuela desde enero. ¡De qué tregua se puede hablar cuando ayer estaban disparando en el centro de la ciudad!", exclama indignada la mujer.
Svetlana aludía a la minas de mortero que mataron el sábado a tres personas en una céntrica calle de Donetsk.
"No habrá ninguna tregua. Volverán a enviar tropas, ésa será toda la tregua", advierte.
La variedad de alimentos que ofrecen los comercios se reduce cada día que pasa debido a las dificultades de aprovisionamiento y son más los habitantes de Donetsk que hace fila para recibir ayuda humanitaria.
Para el pesar de los fumadores, los cigarrillos han comenzado a escasear y en los quioscos ofrecen no más de cinco marcas.
Las casas de cambio de divisas permanecieron hoy cerradas sin previo aviso, lo que generó una ola de rumores.
Un cajero de una de ellas dijo a Efe que la suspensión de las operaciones de cambio obedecía a instrucciones de las autoridades de la autoproclamada república popular, extremo que no se pudo confirmar.
La entrada en vigor la pasada medianoche del alto fuego ha traído signos de normalidad al centro de Donetsk, menos castigado por la artillería que los suburbios, algunos de ellos ya casi despoblados.
"No creo que la tregua dure mucho. Dentro de un mes volverán a disparar", dice a Efe Vladímir, de unos 25 años, camarero del "Mojito", un popular club en el centro de la ciudad.
Desde la barra, el barman, Andréi, más o menos de la misma edad, interviene en la conversación con más optimismo.
"Si de verdad hay tregua y levantan el toque de queda, podremos trabajar como en los tiempos de paz", apunta animado, para añadir que, desde se anunció el acuerdo del alto el fuego, los clientes han comenzado a volver al club.
La tregua es el primero de los trece puntos del plan aprobado por los líderes de Ucrania, Rusia, Francia y Alemania para este conflicto en las regiones orientales ucranianas que se ha cobrado unos 6.000 muerto, entre combatientes y civiles.
Sin embargo, el anhelo de paz inmediata no es compartido por todos.
"Esto no terminará hasta que tomemos Járkov (ciudad en el noreste de Ucrania). Allí la gente nos está esperando y allí llegaremos", dijo a Efe Yuri, un miliciano que aprovechaba su día libre para pasear con su esposa, Irina, también miliciana, y sus dos hijas, la mayor de uniforme militar como sus padres.
Irina y Yuri aseguran que combaten en la filas de las milicias desde mayo de 2014.
"Estaremos juntos con Ucrania sólo si ésta se integra en la república popular de Donetsk y no al revés", dice la miliciana, cuyas dos hijas no van a la escuela desde enero.
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