Los sueños cumplidos de Claudio Palma

El relator de Canal 13 hoy es uno de los más reconocidos del mercado.




A los 10 años, Claudio Palma imaginaba partidos de fútbol y los relataba. Pero su objetivo era ser futbolista, como hijo de un dirigente de fútbol amateur y nieto de un fanático de Magallanes, se crió todos los fines de semana en la cancha. Y al salir de cuarto medio ya formaba parte de los cadetes de la filial en Santiago de Cobreloa, alcanzó a participar en un campeonato en las canchas de Quilín, pero no jugó ni un solo partido.

Fue así como comenzó a desilusionarse del deporte. "Llegan los que tienen que llegar, seguramente habría jugado en algún equipo de segunda división", cuenta hoy a sus 45 años el relator de Canal 13 y el CDF, considerado uno de los más relevantes relatores deportivos de la televisión y que, paradójicamente, tendrá a Brasil como el primer Mundial que relata in situ. En su juventud ya lo había hecho, pero en campeonatos mundiales juveniles.

"Llevo muchos años en este cuento, yo viajaba en los 80 por Radio Nacional con un equipo,  con un micrófono y sacaba transmisiones solo", cuenta Palma, que ayer viajaba a Brasil para relatar los partidos en el equipo de Canal 13 junto a Aldo Schiappacasse, Juan Cristóbal Guarello e Ignacio Valenzuela.

Para Palma, este Mundial también será el "relanzamiento de su carrera". Eso porque ha bajado el ritmo durante el último tiempo: "Cuesta renovarse en el éxito y me da risa cuando dicen 'se puso fome Palma'", señaló añadiendo que "empecé a hacer un relato más formal, a sacar las frases, pero creo que ahora viene un reencantamiento, esta será una inyección especial para mí". A pesar de que no habla con excesiva confianza de sus capacidades -"No soy un animal de televisión. Por ejemplo, sé que no soy un buen comentarista y por eso no he aceptado las ofertas que me han hecho", dice- y está en proceso de reencantamiento, no ha perdido la motivación en su trabajo: "A lo único a lo que no le tengo miedo en la vida es a relatar, pocas veces en la vida me siento tan feliz como cuando estoy relatando", asegura Palma.

Ya lleva 24 años trabajando todos los fines de semana, algo que le ayudó a tener solvencia económica, pero que se riñe con la vida familiar. Incluso, por primera vez asume que se replanteará su ritmo de trabajo. "Es difícil, ha sido complejo el último año, porque mi hija (9) me empezó a reclamar y anda muy triste esta semana porque no quiere que el papá se vaya... es otro Día del Papá en que no voy a estar", cuenta, junto con asumir que este es el costo de darle a su familia la vida que no tuvo. "Tengo 45 años y siento que mi vida superó ampliamente a mis sueños. Hace cinco años vendí una casa de 1.000 UF y ese era mi sueño, nunca aspiro a más", dice sobre sus aspiraciones en términos materiales.

UN SOBREVIVIENTE

"Soy un sobreviviente, yo le gané a la vida", dice, porque una vez que decidió que el fútbol no era lo suyo entró a un instituto a estudiar locución y no fue hasta varios años más tarde que entró a estudiar periodismo en el Arcis, pero al año de carrera se dio cuenta de que no le gustaba. Es por el tema familiar, que asegura que luego del Mundial bajará las revoluciones. "Yo estoy prestado en la televisión abierta y no me veo en un Mundial más, yo digo Rusia y con tres mundiales en el cuerpo, digo '¿qué más?'".

Además, confiesa que le cuesta lidiar con los egos de la televisión. "A todos nos gusta demasiado hablar, suele ser invasivo. En términos profesionales, cuando estamos al aire, se deponen los egos y eso es un tremendo alivio".

Y, cuenta, aún no se acostumbra a manejar el reconocimiento público. "No entiendo que alguien se quiera sacar una foto conmigo o que le firme una polera. Es muy distinto cuando la fama te llega a los 40 años". En ese sentido, cree que su vida no tiene por qué variar, si bien se cambió de casa y sus hijos ahora estudian en colegios privados, sigue trabajando de manera normal: "Decidí armar mi empresa, producir mi espacio, buscar los auspicios yo", explica.

Casi como coincidencia le dieron la posibilidad de hacer charlas motivacionales, aunque prefiere llamarlas vivenciales. Ese mismo liderazgo lo llevó a aceptar en 2011 hacer un video apoyando las demandas estudiantiles "tiene que ver con la historia de mi vida, nadie eligió dónde vivir... esto no tiene que ver con política, tiene que ver con la justicia social", dice para explicar por qué se involucró en el movimiento.

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