Un luto que nunca acaba
El fallecimiento de espectadores es la gran deuda del automovilismo deportivo. Poca vigilancia y la imprudencia del público hacen una fatal mezcla.
El fallecimiento de un fotógrafo español en el Rally de Montecarlo sólo viene a confirmar los múltiples peligros de esta variante del automovilismo deportivo para el espectador, que con acciones temerarias, atrae peligrosamente a la fatalidad.
En este caso, de acuerdo a los reportes de la organización, Jesús Ordóñez Fernández se encontraba tomando fotografías en un lugar prohibido, en el que había nulo control de seguridad, cuando fue embestido por el piloto neozelandés Hayden Paddon, quien perdió el control en una curva, durante la primera especial de la jornada del jueves.
El asturiano se suma a una larga lista de muertes -la mayoría evitables- en pruebas de rally. Los números son elevados. Casi una veintena fallecieron en fechas del rally mundial y una gran cantidad en otro tipo de campeonatos. Cuanto menos importante, menos controles de seguridad y por extensión más arriesgado
Por ejemplo, en 2015 murieron siete personas, incluida una embarazada, en un accidente durante el Rally de La Coruña, en España. El vehículo, conducido por Sergio Tabeayo, arrolló a decenas de personas en un tramo de Carral, donde también vivía el piloto.
En este episodio, el coche entró a gran velocidad en una curva a la derecha, donde perdió el control al tocar con la rueda en un desnivel, saliendo hacia una de las cunetas en sentido contrario al de su marcha y levantando una gran polvareda. La zona estaba llena de público en la orilla.
Ese mismo año, el mismo Paddon protagonizó un accidente en el Rally de Argentina, dejando seis heridos. Esto obligó a la Federación Internacional de Automovilismo a revisar la seguridad de los espectadores en los rallies.
En esa ocasión, Jarmo Mahonen, director de rallies de la FIA, anunció una campaña de educación y prevención para evitar este tipo de sucesos. "Lo que ocurrió en Argentina fue el resultado de gente situada donde no debía estar situada. Pero de nada sirve decir a posteriori que los fans estaban en un área prohibida al público; como organizador, debes asegurarte de que los aficionados no accedan a esas zonas. Para mí es imposible plantearnos dejar la responsabilidad sobre esto a los propios espectadores. Tenemos que trabajar desde la raíz y asegurar la educación no sólo de los seguidores, sino también de los comisarios y de los organizadores", aseguró en ese momento. Al parecer, estas medidas todavía no son suficientes.
En Chile, si bien es muy poco común que ocurran este tipo de sucesos, sí se han producido tragedias. El 12 de mayo de 2013, durante la fecha de Osorno del Campeonato Nacional de Rally, el experimentado fotógrafo Andrés Matthey encontró la muerte en el kilómetro ocho de la ruta que une Cunamo Norte y Cunamo sur, luego de que el auto comandado por Benjamín Israel se saliera de la curva e impactara al profesional.
A pesar de esta desgracia, el control del público es riguroso. Minutos antes de las especiales, los autos de seguridad de la organización efectúan recorridos, en conjunto con Carabineros, para supervisar que los espectadores no ingresen a zonas prohibidas.
Otro piloto nacional también se vio involucrado en una situación similar. El 14 de julio de 2002, Luis Ignacio Rosselot atropelló a una niña que se cruzó en la ruta mientras se disputaba la tercera fecha del Rally Codasur, en Bolivia, donde las medidas de seguridad eran nulas.
Pero si de muertes se trata, el Dakar es una de las pruebas más negras con respecto a este ítem.
Desde la primera edición, celebrada en 1979, han fallecido 65 personas. De ellas, nueve niños fueron atropellados, 15 fallecidos por múltiples accidentes ocurridos por imprudencia y negligencias en la seguridad.
Cuando la prueba se trasladó a Sudamérica, más de alguno pensó que las desgracias terminarían. Sin embargo, nada de eso ocurrió. Desde 2009, año en que llegó la competencia a esta parte del mundo, 10 personas fallecieron. De ellas, tres lo hicieron en suelo chileno en accidentes de trayecto.
Eso sí, en la última edición no hubo muertes que lamentar, algo que no sucedía desde 2004.
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