Macri afronta un año clave en el plano político condicionado por las metas económicas
Es 2017 cuando se espera controlar la inflación, dejar atrás la recesión y fortalecer la producción. El enojo social y un mal resultado en las elecciones de octubre podrían minar el futuro del gobernante.
Para Mauricio Macri no hay un futuro político sin un buen resultado en las elecciones legislativas del próximo 22 de octubre. Con una derrota, el tercer y cuarto año de su gobierno será de resistencia, y la eventual reelección en 2019 quedará completamente hipotecada.
Por eso, según publicó ayer el diario argentino La Nación, el gobernante -con la vista puesta en los comicios- ordenó moderar y postergar los ajustes al gasto público, el recorte de los subsidios y el aumento de las tarifas de gas, agua y transporte público. Así, se postergaría el cronograma "gradualista" de su gobierno hasta después de las elecciones con tal de reducir el costo político que esas medidas le pueden generar.
Lo cierto es que el primer año de Macri era el de las medidas dolorosas, complejas y polémicas (el fin del cepo cambiario y la consecuente devaluación, el aumento de las tarifas de los servicios básicos, la reducción de puestos en el aparato estatal, entre otros), pero que permitirían en esos primeros 12 meses volver al enrielar la economía argentina y ponerla en la senda del crecimiento y la estabilidad. Pasó 2016 y buena parte del cronograma establecido en frío y sobre el papel en cuanto al repunte quedó en deuda, por lo que ahora es 2017 donde se espera controlar la inflación, dejar atrás la recesión, ordenar los gastos fiscales y fortalecer la producción.
El Ejecutivo macrista necesita y ansía esos buenos resultados, ya que el malestar social podría ir en un peligroso aumento (cuando no está muy lejos en el recuerdo el estallido de la crisis de 2001, que algunos políticos empiezan a agitar) y se acerca rápidamente la prueba electoral de octubre.
Por eso los miembros del gobierno han salido a reforzar el mensaje optimista de que 2017 es el año de la recuperación y la normalización. "El desafío no es ya crecer este año, que lo haremos.
Es crecer los próximos 20 años. Hay talento e innovación, porque este despelote no ha hecho más creativos todavía", dijo Macri en su reciente viaje a España. Una señal con la que insistió en un discurso ante el Congreso esta semana: "Argentina se está poniendo de pie".
El nuevo ministro de Economía Nicolás Dujovne pareció ir más allá y afirmó que "en Argentina la recesión ha terminado. Ya terminó". Una frase que levantó una polvareda entre los economistas y que muchos calificaron como una declaración de deseo más que un dato tomado de la realidad.
"Cuando se sale de la recesión no es tan fácil que la gente lo sienta. Recién a partir de un crecimiento más alto, del 6% o 7%, se nota", dijo el ex secretario de Finanzas Guillermo Nielsen. Mientras que el economista Fausto Spotorno, citado por La Nación, aseguró que "la economía comenzó a recuperarse, pero sobre el terreno perdido durante gran parte de 2016", por lo que afirmar que la recesión se acabó "es un tanto apresurado".
Como sea el Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec) está dando señales positivas. En diciembre registró un crecimiento de 1,6%, el primer mes con cifras positivas, en comparación con noviembre. Pero la variación fue de -0,1% en relación al mismo mes de 2015. De igual forma, el gobierno estima que la economía argentina habrá crecido 3,5% cuando acabe el año.
El Ejecutivo argentino sostiene que la inflación ya está controlada y que se frenará en el segundo semestre. Pero parece estar volviendo a subir en los primeros meses de 2017, a consecuencia del alza en las cuentas de la luz y de otras tarifas. En enero fue de 1,3%, pero el gobierno confía en que se cumplirá la meta de 17% del Banco Central, bastante más baja que el 40% registrado en 2016.
Además, la administración Macri quiere bajar el déficit fiscal a 4,2% del PIB, disminuir la deuda y posibilitar un aumento del precio del dólar que ahora oscila en torno a los 16 pesos argentinos y que podría llegar hasta los 24 como estímulo a la producción. Y junto con alcanzar estas metas se propone reducir los despidos: la tasa de desempleo del tercer trimestre de 2016 (la última publicada) fue de 8,5%. Macri admitió que su administración enfrenta una "fuerte tensión" para sostener los niveles de ocupación.
Una serie de variables con las que el gobierno intenta mantener los equilibrios y lograr cifras positivas para cosechar respaldo político y ciudadano, que le permitan ganar tiempo y margen. Aun cuando se conozcan cifras que atenten contra ese objetivo, como las que dio a conocer el jueves la Universidad Católica Argentina (UCA) que sostuvo que la pobreza subió del 29% al 32,9% (13 millones de personas) en el primer año de Macri.
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