Manifiesto: Daniel Farcas, diputado

Diputado Daniel Farkas



Me he googleado varias veces y hay una larga lista con mis polémicas. Creo que eso es súper injusto. Me sacan lo de las becas Valech, pero ese fue un tema que se investigó y que no hubo ninguna acusación. También mi conflicto con Mirosevic sobre Microsoft o mis posiciones respecto de Israel. Ahora último está el tema de Karol Cariola, pero se le dio mucha importancia. Quería marcar un punto desde la política, me daba igual cuál fuera el tipo de auto que tenía la diputada.

En algún momento voy a terminar mi vida dedicado a la agricultura. Me encantan el campo y me encantan los perros, son unos animales muy nobles. Las cosas tienen su tiempo, pero creo que para mí un período más en la Cámara es suficiente. Supongo que en la medida en que mis cuatro hijos terminen de estudiar me voy a dedicar a otra cosa.

Soy sobrino de Sergio Melnick, pero no nos llevamos muy bien. El me suspendió en la universidad cuando yo era dirigente estudiantil. No nos tenía mucho cariño. Nos tomábamos la escuela, nos detenían los carabineros y mi tío iba a la comisaría para asegurarse de que nos dejaran presos. Mi familia es bien heterogénea, tengo parientes que son detenidos desaparecidos y otros, como Melnick, que fue un ex ministro de la dictadura militar.

Estuve preso tres semanas junto a Alberto Arenas después de una toma en la universidad. Seguramente, porque éramos los dirigentes más antiguos o connotados de la época. Los de Fuerzas Especiales estaban tostadísimos, porque nos tomamos dos veces la Escuela de Economía de la Chile. Hoy encuentro poco sentido a las tomas; en esa época yo las justificaba, porque había un bien superior. Pregunto, y no sé si los estudiantes tienen muy claro, por qué están protestando.

Con Carolina Tohá, Marcos Núñez, Mahmud Aleuy y Alvaro Elizalde, entre otros, tenemos un grupo que llamamos "La Familia". Eramos todos militantes de la Izquierda Cristiana y nos tenemos mucho cariño. Esa experiencia me marcó mucho. Cada cierto tiempo nos juntamos y estamos muy pendientes el uno del otro.

El control preventivo de identidad es totalmente distinto a la detención por sospecha. En Chile tenemos un trauma que es muy legítimo respecto de las Fuerzas Armadas y, particularmente, con carabineros. Debo reconocer que en los noventa yo también tenía temor cuando veía un carabinero en la calle. Hoy día, lo que tengo que hacer es tratar de representar a la gente que votó por mí, y esa gente lo que quiere es mayor seguridad.

Soy reconocido como el delfín de Guido Girardi. No me molesta ser identificado dentro de su lote, aunque que a veces me he llevado algunas recriminaciones por ser su amigo. Por ejemplo, me echaron del gobierno de Ricardo Lagos porque yo estaba en su grupo. Fue un momento muy triste. A pesar de eso, considero que Girardi es un tipo muy genial.

Siempre me confunden con Leo Farkas. Es una anécdota que pasa en cualquier actividad pública. Donde voy me piden plata. La gente se decepciona cuando ven que no soy Leonardo o que no somos familiares.

Mi esposa me obliga a hacer yoga, además nado y voy al gimnasio para relajarme y ser menos impulsivo. Me dice que sea mesurado. Soy una persona que dice lo que piensa y hace lo que dice, aunque eso me trae problemas. Me ha pasado en el Parlamento con varios temas que yo he considerado que sobrepasan lo normal. Con Vlado Mirosevic, a quien empujé en el Congreso, estuve mal y le pedí disculpas ese mismo día.

Creo que hay una campaña permanente de hostilidad hacia Israel. El antisemitismo moderno es el antisionismo de hoy. Tengo la convicción de que es mucho más fácil para algunos tener ese odio en contra de los judíos. Por ese tema he tenido muchos problemas con otros políticos. Con De Mussy, Marcela Sabat o con Daniel Jadue. El peor ha sido con Fuad Chahín, a quien encuentro prepotente y agresivo, no es una persona con la que se pueda conversar para llegar a un acuerdo.

Si tuviera que elegir al diputado más pesado, seguramente sería Gabriel Boric. Lo encuentro un maleducado que jamás ha saludado. Es un mal agestado, que siempre está enojado y que no discute con argumentos, sino que con descalificaciones. Hemos tenido varios conflictos. Sobre todo cuando queríamos que hubiera turnos críticos en el paro de los funcionarios y él nos dijo que éramos una vergüenza. Y la vergüenza es el.

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