Manifiesto: Pablo Squella, ministro del Deporte
El ex atleta y actual ministro del Deporte cuenta en su manifiesto algunos aspectos desconocidos de su vida, desde curiosos apodos hasta sus objetivos dentro del gabinete.
La venta del Estadio Nacional está descartada. Mi sueño es transformar el estadio y dejarlo como el principal recinto deportivo del país. Para todos los chilenos. Puede haber inversión privada, sobre todo para mejorar las 61 hectáreas. También espero que se me recuerde por consolidar nuestra política de actividad física y por haber ganado los Juegos Panamericanos del 2023. Para eso estamos trabajando.
Tengo dos récords que siguen vigentes. Los logré en 1982 y son muy complicados de batir. Fue en los 400 metros valla juvenil. En ese año fue la mejor marca del mundo. Si traspasas los resultados al día de hoy, quedas todos los años dentro de los mejores cinco del mundo.
El diputado UDI Arturo Squella es mi primo y tenemos una excelente relación. En mi familia hay opositores a la Presidenta. Trato de que sean más adherentes, pero en una familia tan grande es muy complicado. Con Arturo tenemos diferentes opiniones, pero nos llevamos bien. Siempre que voy al Congreso nos saludamos. Una vez nos sacamos una foto juntos. Una foto histórica para la familia.
Cuando chico me decían Satanás y el Bataclana. Era inquieto y desordenado. No me gustaba que mis hermanas vinieran con pololos a la casa, les pegaba patadas en las canillas. Hacía diabluras en las fiestas que organizaba mi papá en la casa. Me comía todo el cóctel y me tomaba todos los conchos de borgoña que iban quedando.
Veraneaba en una casa en Tejas Verdes, que luego fue un centro de detención. Recuerdo mucho los jardines de esa casa y de un faro que había cerca. Mi papá la vendió a un privado en el 71 y luego pasó a ser uno de los centros de torturas más conocidos de la dictadura militar.
No vengo de una familia de grandes recursos económicos. Veraneábamos un mes en Algarrobo y al otro mes teníamos que ir a pescar y sacar almejas. Esos veranos los recuerdo con mucha alegría. También cazaba conejos. Así me inicié en el atletismo.
Una vez empujé a otro atleta en una carrera y lo saqué de la pista. En el atletismo igual hay roces, pero sin mala intención. El tipo me pegaba codazos para sacarme de la pista hasta que lo empujé y cayó al pasto. Todo mientras corríamos. Nadie me dijo nada, porque eran demasiado evidentes las faltas contra mí. Luego nos pedimos disculpas.
Yo quería ser marino, por un ex cuñado. Era el único al que no le tuve mala. Llegaba a la casa y me pasaba su gorra. Lo veía siempre marcial y me gustaba. Empecé a ver las posibilidades de entrar y ser atleta. En ese tiempo no eran muchas, así que lo descarté. Entré a Periodismo, pensando en seguir ligado al deporte. Entre otros, allá conocí a Alberto Fuguet. Obviamente, teníamos distintos intereses, terminaban las clases y yo me iba de inmediato a entrenar.
Mi primera cerveza la probé a los 38 años. Hasta antes de ser ministro me acostaba todos los días a las nueve de la noche. Ahora mi vida ha cambiado. Uno es ministro las 24 horas del día. Cuando la Presidenta me llamó para el cargo yo estaba regando mi casa. Me lo ofreció y acepté de inmediato.
Si el fútbol tiene más difusión que otros deportes es porque no hemos sido capaces de generar un producto atractivo. En la primera nota que hice como periodista me sorprendí por el poco espacio que había para los otros deportes en el diario. Ahí me pegué la cachada, iba a tener que luchar mucho para ir abriendo espacios. Me gusta el fútbol, soy fanático de la Universidad Católica. Juego partidos todos los viernes a la hora de almuerzo. Soy delantero y meto los goles. A lo Nico Castillo.
Me encanta el karaoke y tocar piano. La música es alegría y trato de estar cerca de eso. Tengo un gusto transversal, desde el canto nuevo hasta el estilo de los Huasos Quincheros.
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