Marcela Said concluye su filme sobre La Araucanía

La directora de El mocito debuta en la ficción con El verano de los peces voladores.




Pancho Ovalle está cansado de aquellos peces. Mandó a construir la laguna artificial para pasar un buen verano en su parcela familiar de Curarrehue, pero las carpas son una plaga. Entonces decide que es mejor echar mano a la solución rápida, la única posible. Opta por dinamitar el lago y terminar con los majaderos animalitos acuáticos: los explosivos harán volar las carpas por los aires y la familia tendrá las aguas a su disposición. Será el verano de los peces voladores.

La historia que da origen a la nueva película de Marcela Said (I love Pinochet, El mocito) es un caso real. El auténtico personaje que quería barrer con las carpas existe y vive en la Patagonia. Lo conoció Marcela Said cuando visitó la zona en plan turístico, en el año 2008. Aquella imagen le sirvió para bosquejar su filme El verano de los peces voladores. "Este señor estaba obsesionado con poner los explosivos y terminar con las carpas. Pero además en ese viaje conocí a todas estas personas con recursos, que viven bien y que se sienten amenazados por las comunidades mapuches. Es una realidad y hay matices, no es en blanco y negro", explica Said, que con este trabajo incursiona por primera vez en la ficción.

La realizadora de Opus Dei terminó el rodaje en diciembre y ahora realiza el montaje ("una labor muy difícil, pues filmamos muchísimo, 90 escenas", dice). "Estrenaremos en el 2013, eso es seguro. Tuvimos apenas 28 días para rodar, todo era demasiado caro, 24 actores, clima cambiante. Fue muy intenso", explica sobre esta cinta que tiene coproducción francesa.

En términos generales, El verano de los peces voladores es la historia de Manena (Francisca Walker), sus hermanos, su padre Francisco (Gregory Cohen) y su madre Teresa (María Izquierdo). Pasan los meses estivales en la casa de campo, se divierten, tienen pequeñas preocupaciones, disyuntivas emocionales (a Manena le gusta un vecino pintor, interpretado por el artista plástico Guillermo Lorca) y visitas (el tío, interpretado por Bastián Bodenhofer). Pero esta es sólo la primera capa de la realidad: más abajo hay otras historias. Por ejemplo, la de Pedro (Carlos Cayuqueo), un empleado mapuche que entabla cierta relación con Manena. O la de los otros miembros de la servidumbre, todos mapuches.

Más afuera, lejos del núcleo de los Ovalle, están las comunidades indígenas. La familia siente algo, se ve a sí misma amenazada. "La única que en realidad tiene algo de conciencia de lo que pasa con los mapuches es Manena (Francisca Walker), la hija de 16 años de la familia. Ella ve otra realidad, diferente al resto, y por eso entra en conflicto con su padre". Marcela Said siempre ha mostrado interés en retratar realidades que no tienen precisamente que ver con sus ideas. Así lo hizo en los documentales I love Pinochet, Opus Dei y El mocito. Ahora lo hace en El verano de los peces voladores.

¿Hubo mucha investigación previa para su primera película de ficción?

Sí. Conocimos a muchos dueños de campo como el que aparece en la familia. De todos tipos: simpáticos y desagradables, más abiertos y extremos. La característica en común es que tienen miedo y que no quieren irse de ahí. Para mí, eso es lo interesante: mostrar una realidad con matices. No es una película política ni ideológica y esa es una de las razones por las que no quise hacer un documental. La ficción, en cambio, te permite más miradas y es más libre.

¿Cómo definiría a Francisco Ovalle, el dueño de este fundo de veraneo?

Bueno, está lejos de ser una caricatura del latifundista de derecha. Es más bien un tipo de clase alta, bastante simpático: si hubiera que ubicarlo políticamente, tal vez sería un DC. Un hombre que está feliz donde está, con una casa que era de los abuelos de su señora, colonos, gente que lleva 100 años ahí. No son los malos contra los buenos. No son de una forestal. No entran en conflicto por querer, sino que simplemente están ahí.

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