Más de 400 diseñadores internacionales se dan cita en Berlín

Más de 400 diseñadores llegados de todo el mundo se dan cita, a partir de hoy, en el DMY Festival Internacional del Diseño en Berlín, que se celebra este año en el antiguo aeropuerto de Tempelhof.

Prototipos experimentales y objetos de todos los materiales imaginables, diseñados por profesionales y aficionados, se repartirán hasta el 13 de junio en los más de 11.000 metros cuadrados dedicados al festival.

Este año, la muestra cuenta con Suiza como invitada especial y con la presencia de obras de reputadas instituciones internacionales como el Centro Metropolitano de Diseño (CMD) de Buenos Aires, el Craft Council del Reino Unido o el Seoul Design Festival de Corea del Sur.

ARGENTINA
La directora operativa del CMD bonaerense, Anabella Rondina, recordó que la capital argentina y la alemana "son ciudades hermanadas desde hace 15 años" y que mantienen constantes intercambios culturales.

Este año Rondina es la cabeza visible del desembarco de siete empresas con apoyo institucional del gobierno local de Buenos Aires. El objetivo es "presentar ideas de empresas argentinas que se puedan exportar", dijo la representante bonaerense.

Como muchos otros diseñadores de la muestra berlinesa, explica Rondina, la propuesta argentina incide en la "preocupación por el medio ambiente", con una apuesta evidente por el reciclaje de materiales "como el cartón, el caucho procedente de coches o bicicletas o la lana".

NOVEDADES
Una de las propuestas más llamativas era hoy la del veterano Eduardo Fuhrmann, con presencia en el festival desde 2007, y que presenta en Tempelhof una instalación audiovisual interactiva basada en dos botes de desodorante en espray "de a cuatro pesos (650 pesos)".

"A estos productos de higiene se les añade unos códigos", explica Fuhrmann, "que el usuario puede accionar" y controlan, en una pantalla gigante, una guitarra, una batería y una bailarina.

A escasos metros, el joven berlinés Le van Bo, de la Volkschule, mezcla humor y crisis y ofrece "Muebles para Hartz IV", es decir, para los parados alemanes de larga duración. Con piezas de madera adaptables, le propone "construir en lugar de consumir".

Junto a estanterías de baldas no paralelas y mesas fabricadas con libros viejos o de cartón reciclado, un sonriente Frederik Roije, de Holanda, muestra un gallinero de varios pisos con placas solares. "Las aves tienen más tiempo de luz y así creen que están en verano", señala.

Para Roije, su gallinero de diseño, "que cabe en el tejado de cualquier casa, llama la atención sobre la naturaleza". "También pide respeto por las gallinas", subraya.

FESTIVAL DE DISEÑO
Durante los cinco días de la DMY Festival Internacional de Diseño, además de observar todo tipo diseños, los visitantes podrán asistir a charlas de especialistas, proyección de películas o conciertos en directo, entre otros, de Ryo-W (Tokio), Wiij Timski (Holanda) o Sonic Me (Berlín).

El evento se celebra por primera vez en las dependencias del antiguo aeropuerto de Tempelhof, clausurado hace un año y medio tras 80 años en activo y que, en tiempos del bloqueo soviético, fue punto de destino del puente aéreo humanitario aliado para el sector occidental de Berlín.

El recinto, de 300 hectáreas, se remodeló tras el cierre para convertirse en el mayor parque popular de la capital alemana y lo que fueron sus hangares acogen eventos diversos, desde congresos de partidos políticos a conciertos y desfiles de moda.

Tempelhof forma parte de la memoria colectiva de Berlín, en tanto que aeropuerto que salvó a la ciudad del hambre en el bloqueo soviético, entre el 26 de junio de 1948 y el 12 de mayo de 1949.

Los bombardeos que aterrizaban en ese lugar se ganaron el apodo de "Rosinenbomber" (los "bombarderos de las pasas"), ya que junto con sus suministros transportaban paquetes de dulces, que lanzaban en pequeños paracaídas antes de aterrizar en Tempelhof.