Mijaíl Shólojov: La novela como documento histórico

Llega El Don apacible, una impresionante saga que abarca desde la I Guerra Mundial al establecimiento del poder soviético. Shólojov fue el principal autor comunista en los años 40, pero por esta historia también debió soportar presiones.




Probablemente no existe en la literatura rusa del siglo XX otro escritor con más historias de cuestionamientos literarios y no literarios que Mijaíl Shólojov (1905-1984), el autor de El Don apacible. La colosal novela sobre los cosacos, por la cual se le otorgó el Premio Nobel de Literatura en 1965, es la principal obra de este escritor ruso nacido en la región del río Don, y también la principal fuente de ataques por parte de representantes de corrientes políticas contrarias, además de acusaciones de plagio que nunca fueron probadas.

El ser humano y la historia son los problemas centrales de El Don apacible, obra comparada con La guerra y la paz por su profundidad y amplitud. Shólojov recurre a fuentes históricas y a documentos para reconstruir los primeros años del siglo XX en Rusia y en la región del Don. Los cuatro libros que componen la serie abarcan desde la Primera Guerra Mundial, la Revolución de 1917, la guerra civil entre "rojos" y "blancos", y el establecimiento del poder soviético en el Don, hasta la sublevación de los cosacos en el Alto Don y la colectivización de la agricultura en los años 30; este último proceso acompañado por un empobrecimiento radical de una zona que se caracterizó por la abundancia. Los personajes interactúan con personas que realmente existieron y el lector comprende cómo la vida se ve afectada por los virajes de la historia. Las escenas más impresionantes, más brutales, son narradas con una firmeza que revela una aceptación de la realidad sin justificaciones.

A Shólojov lo atacaron por su supuesta postura contrarrevolucionaria, al punto de que iba a ser detenido en la peor época del terror stalinista, pero logró evitarlo gracias a haber mantenido correspondencia, abogando a favor de los campesinos de su región, con el propio Stalin, quien ordenó mantenerlo en libertad. Las presiones, de todas maneras, continuaron, y varios contemporáneos de Shólojov (incluidos algunos literatos) trataron de convencerlo de que convirtiera al protagonista de la novela, Grigori Melejov, en comunista al final de la obra. Sin embargo, el escritor tomó otra decisión.

Melejov, un cosaco "promedio", representaba la tragedia de todos los cosacos y, más ampliamente, de todo un pueblo. Se trata de un buscador de la verdad en el sentido más amplio y al mismo tiempo de un ser humano común, al que le tocó vivir en una época de fractura, en el límite de dos principios, sin tener posibilidad de elegir. A través de este personaje, el autor dio a conocer su rechazo hacia cualquier forma de crueldad y violencia, sin importar su origen. Por ello, las andanzas de Melejov, harto de la sucesión de muertes violentas que llenaban su vida, tuvieron otro final: el reencuentro con su pequeño hijo en el umbral de la casa abandonada, tomando en brazos al pequeño, sobreviviente de una gran familia de cosacos y que era "todo cuanto le quedaba en la vida, lo que todavía lo mantenía unido a la tierra y a aquel mundo enorme que resplandecía bajo el sol frío del invierno".

Shólojov mantuvo la imparcialidad de Melejov, aunque él militaba desde muy joven en el Partido Comunista y llegó a ser miembro del Soviet Supremo de la Unión Soviética. Pese a todas las críticas, El Don apacible lo llevó a convertirse en el escritor más influyente de la URSS para inicios de los años 40. Esta posición se consolidó durante la Gran Guerra Patria, en la que fue corresponsal; en esa calidad presencio la muerte de su madre, alcanzada por una esquirla de proyectil, y la destrucción de la casa familiar en el Don.

Este hecho trágico sería importante en los años 70, cuando recrudecieron las acusaciones de plagio en su contra. Acusaciones que ya habían existido a fines de los 20, argumentando que alguien "tan joven simplemente no podía" haber escrito una obra de tal madurez. Los nuevos cuestionamientos, instigados por Solzhenitsin, se basaban en la inexistencia en poder de Shólojov de manuscritos que demostraran su autoría. Pero los manuscritos habían quedado enterrados bajo los escombros en que se convirtió su casa en el Don.

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