Miles de policías uniformados protestan en Argelia por mejoras laborales

Las marchas han develado los problemas de este cuerpo que tradicionalmente se ha sentido marginado en comparación con las ventajas con que cuenta el Ejército.




Miles de policías argelinos se manifestaron hoy por cuarto día consecutivo en distintas ciudades del país para pedir mejoras laborales, en lo que algunos analistas ven un síntoma del "vacío político" que vive el país. 

Las marchas, inéditas en la historia argelina, han puesto de relieve los problemas de este cuerpo que tradicionalmente se ha sentido marginado en comparación con las ventajas con que cuenta el Ejército, verdadero poseedor del poder en la Argelia poscolonial. 

Según relató el diario digital Tout Sur l'Algérie (TSA), centenares de policías se han concentrado hoy ante el Palacio de la Muradiya (Presidencia) con pancartas con mensajes dirigidos al actual Director de la Seguridad Nacional, Abdelghani Hamel ("Hamel resistimos") de quien reclaman su dimisión.

La sede de la Presidencia, protegida por efectivos militares, se encuentra en la parte alta de la capital, y los accesos hasta las inmediaciones eran hoy prácticamente imposibles por el despliegue de agentes armados de la Guardia republicana con la misión aparente de contener a los manifestantes e impedir que se les unan civiles. 

Los policías llevan manifestándose en la capital desde el pasado martes, y no solo en Argel, sino también en Orán (segunda ciudad del país), Constantina y la región bereber de Gardaia, donde el lunes se inició el descontento policial por las condiciones de trabajo en esa convulsa zona, frecuente escenario de violencia interétnica.

Pero las marchas de Argel son las que más revuelo han causado por haber llegado los agentes allá donde los manifestantes nunca llegan: hasta la presidencia, y porque quieren ser escuchados por el primer ministro, Abdelmalek Selal. 

Este último apareció ayer en la televisión estatal y subrayó la necesidad de celebrar una reunión ministerial, el próximo domingo, para tratar los diferentes puntos de los manifestantes.

Los agentes reclaman, entre otras cosas, la destitución del jefe Al Hamel, la duplicación de los salarios, un acceso fácil a la vivienda social, y la creación de un sindicato autónomo. 

El diario en árabe El Churuk informó hoy de que Selal les prometió satisfacer 12 de los 19 reivindicaciones presentadas.

Por su parte, el Ministro de Interiores Tayeb Luh, aseguró ayer en una declaración en la televisión local que ha formado comisiones especializadas solo para estudiar los expedientes relativos al alojamiento en favor de los policías.

Durante los diez últimos años (tras el decenio negro 1990-2001), el Gobierno argelino reclutó de manera masiva a los policías que hoy son cerca de 200.000 agentes, colocados en primera línea contra los disturbios que se repiten ocasionalmente, en particular cuando se celebran partidos de fútbol. 

La chispa estalló en Gardaia (600 kilómetros al sur de Argel) porque los agentes, desplazados de otras provincias, se quejaron de los largos turnos de trabajo y las pobres condiciones de alojamiento y comida, y a ello añadieron los bajos salarios, las difíciles promociones o la falta de acceso a la vivienda, reivindicaciones que se contagiaron al resto del país.

Algunos actores ya ven en el movimiento policial un claro significado político: así, el ex candidato argelino a las elecciones presidenciales del pasado 17 de abril, Ali Benflis, que quedó segundo tras Abdelaziz Buteflika, y más tarde se quejó de "fraude".

Para Benflis, la crisis de Gardaia y las manifestaciones de la policía son el resultado del "vacío del poder" causado por la sistemática ausencia pública del presidente Abdelaziz Buteflika. 

Víctima de un accidente cerebrovascular en abril de 2013, Buteflika ha faltado últimamente a algunas citas casi obligatorias en el calendario nacional, lo que ha vuelto a disparar los rumores sobre un nuevo empeoramiento de su salud.

La televisión argelina, para disipar esos rumores, lo filmó recientemente en una entrevista con el diplomático argelino Lajdar Brahimi, y pudo oirse al presidente pronunciar, con la voz débil "Rani beaucoup mieux" (Ya estoy mucho mejor, en una mezcla de árabe y francés).

La frase de Buteflika, lejos de tranquilizar, parece arrojar dudas sobre el estado de su salud en los últimos tiempos, han subrayado los observadores.

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