Mujeres Primero: Panorama femenino

Sí, "Mujeres primero" está bien, pero estaba mejor dentro de una parrilla programática diversa, donde los programas que canceló La Red presentaban espacios donde se tomaba el pulso al presente.




La Red es un misterio sin resolver. Cuesta entender cómo un canal se sabotee a sí mismo con el empeño que le pone la estación ubicada en Quilín. No es broma: a la inverosímil negociación que llevaron a cabo con Jean Phillipe Cretton -su principal rostro- se suma la cancelación de programas como "Avanti", el despido de Felipe Vidal, el exterminio de su departamento de prensa y el cierre de "Hora 20" y "Vigilantes". Más allá de que uno lamente que varios de esos programas no estén en pantalla, luce casi psicotrónica la idea de exhibir en su reemplazo "El patrón del mal", un culebrón que resultó siendo un fenómeno cultural de tal magnitud que hasta tuvo fondas dieciocheras que lo homenajeaban.

Pero así están las cosas. Así son los misterios extraños de la televisión chilena. Por lo pronto, lo que quedó en el canal fue lo obvio: "Mentiras Verdaderas", "Intrusos", "Así Somos" y "Mañaneros", un matinal que está tan perdido que alguna vez trajo a una médium a hablar de un ataque de magia negra que estaba recibiendo Michelle Bachelet en la Moneda.

"Mujeres primero" tampoco sufrió cambios. Conducido por Antonella Ríos, Alejandra Valle y la esposa del director del canal, Janine Leal, lleva al aire varios años y funciona de modo casi automático. La razón es que su diseño ha decantado con el tiempo y funciona, antes que como un matinal, como un magazine de temas femeninos. Ese nicho define su lugar y sus modos. Así, sus virtudes son mejores que sus defectos, en el sentido de que adquiere peso cuando deja de ser un repositorio de virales de youtube para volverse un programa sobre sexo o cuando tiene invitados que se confiesan o dan consejos prácticos a la audiencia. El centro de todo ahí es Antonella Ríos. Sin ella, el show no iría hacia ningún lado porque en cierto modo el programa es su vitrina o su biografía, como si de su estado de ánimo dependiese el ritmo de lo que se ve en pantalla: Ríos canta, baila, modela, se desnuda o finge desnudarse, habla de sí misma y de los otros, hace juegos eróticos mientras se comporta como una diva secreta que anhela dejar de serlo.

Aquello es interesante, porque le da un tono de conversación adulta al show, como si no importase el horario matutino y se tratase de algo que bien puede suceder en el trasnoche, como si en "Mujeres primero" existiese un destape que no llegó ni llegará al resto de nuestra televisión y que, a diferencia de "Así somos", no descansa en chistes de doble sentido o de expertos en conspiraciones que predicen terremotos que nunca sucederán. Por supuesto, lo anterior nos devuelve a la pregunta sobre qué diablos le pasa a La Red en tanto diseño de contenidos, qué quiere hacer como estación de televisión.

Esta semana, luego de los muchachos muertos en una marcha estudiantil en Valparaíso, esa pregunta toma cierta relevancia. Sí, "Mujeres primero" está bien pero estaba mejor dentro de una parrilla programática diversa, donde los programas que canceló se presentaban espacios donde se tomaba el pulso al presente, permitiendo que la televisión entablase una clase de diálogo que podía ayudar al debate y a la comprensión de lo que está pasando ahora mismo en el país. La Red, gracias a ellos, era un canal que poseía cierto peso y diversidad, un lugar que no solo estaba poblado por lo frívolo, lo sexual y los expertos en numerología y los videntes de toda laya. Quizás este es el sentido de la crisis de la televisión en lo que compete a cómo un canal funciona o no. Pasa ahora en La Red pero puede que mañana esto sea lo que le suceda a TVN o al 13. Esta es la forma de la crisis: la Red es el primer canal en asumir los cosos de la catástrofe y traspasárselos al espectador, quien ve cómo lentamente la pantalla se aleja de lo importante y lo urgente, volviéndose simplemente un negocio vacío y hueco donde no hay diseño de ningún tipo, salvo el hecho de tratar de salvar a cómo dé lugar unos cuantos centavos de la caja chica.

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