Museos al borde del colapso: la falta de espacio pone en peligro el patrimonio nacional
Las colecciones crecen y son conservadas en edificios de más de 100 años y al límite de su capacidad.
La construcción de una carretera o un estacionamiento conduce muchas veces a increíbles hallazgos patrimoniales. Remover tierra es remover historia. En 2012, por ejemplo, mientras se construía el Parque Quilapilún, camino a Los Andes, la empresa Angloamerican encontró bajo tierra puntas de flechas, piedras tacitas y huesos milenarios; y el año pasado, en la excavación para la construcción de la Línea 6, Metro halló un cementerio indígena que correspondería a la cultura Llolleo, que habitó Santiago hasta el 900 d.C. Pero ¿a dónde van a parar estos hallazgos? Por ley, son monumento nacional y pasan a ser parte del acervo del Museo de Historia Natural (MNHN).
El problema es que el edificio -ubicado en Quinta Normal y levantado en 1875- está totalmente colapsado. Y aunque su colección asciende a cerca de un millón de piezas, se exhibe menos del 1% de ella en la primera planta, la única que pudo habilitarse a fines de 2012, luego de que el terremoto del 2010 lo dejara con severos daños. "Necesitamos con urgencia restaurar este edificio, pero para eso debemos levantar un depósito y proteger la colección. La gente olvida que somos el Banco Central del patrimonio. No guardamos sólo piezas bonitas, sino todo lo que pueda tener un valor científico, desde fragmentos de loza, hasta restos de polen", señala el director del MNHN, Claudio Gómez.
La situación del MNHN es quizá la más extrema de la crisis que viven todos los museos nacionales y que es reconocida por la cabeza central: la Dirección de Bibliotecas, Archivos y Museos (Dibam). "Estos museos están instalados en emblemáticos inmuebles que, aunque son dignos y bien construidos, necesitan ampliaciones. No es un proceso rápido. El Museo Histórico ya tiene aprobado su nuevo edificio, pero recién estaría listo para 2017, si es que los trámites legales y las obras se cumplen en los tiempos estimados. Para los demás hay varios proyectos, pero nada definido", dice Alan Trampe, a cargo de la Dibam. No es solo cuestión de tiempo, también de fondos. La ampliación del Museo Histórico costará cerca de $ 7.000 millones, y uno de los planes para que el MNHN crezca, implica la compra de un antiguo edificio de Correos ubicado en calle Matucana. Su habilitación como depósito costaría cerca de $ 9.500 millones.
Por lo demás, si todo va bien, el edificio de 1808 en Plaza de Armas que alberga al Museo Histórico, crecerá en 2.600 metros cuadrados con una construcción en uno de los patios interiores y que incluirá depósitos y salas de exhibiciones. Hoy, la institución es capaz de mostrar solo el 0,4% de su acervo de alrededor de 250 mil piezas, y que van desde fotografías, pasando por pinturas, vestuario, muebles y piezas arqueológicas. Una diversidad que necesita un complejo sistema de conservación específico para cada material.
"Hacerse cargo de los depósitos es una deuda del Estado. Es difícil, porque es la trastienda, lo que los auspiciadores no van a apoyar, porque el público no lo ve. A Chile, la museografía como gran concepto entró con fuerza recién a fines de los 90 con la implementación del Centro Nacional de Conservación y el Centro de Documentación de Bienes Patrimoniales", dice la conservadora del Museo Histórico, Carla Miranda.
Cuestión de recursos
Otros dos museos que sufren la falta de espacio son el Museo de Arte Contemporáneo y el Museo de Bellas Artes, que además comparten el mismo edificio en medio del Parque Forestal, de 1910. No es un misterio que desde hace años la pinacoteca nacional tiene el afán de ocupar todo el inmueble con la idea de comprar la parte que pertenece a la U. de Chile. Con el dinero recibido, la Casa de Bello construiría su propio edificio para arte contemporáneo. "Disponer de ese espacio nos haría crecer en un 400%, algo sin precedentes para el Bellas Artes. Hoy, los depósitos de 660 metros cuadrados están en buenas condiciones, pero son insuficientes", señala el director Roberto Farriol. Por su parte, la cabeza del MAC, Francisco Brugnoli, también reconoce una crisis difícil de subsanar con los escuálidos $ 200 millones que recibe al año como presupuesto de la U. de Chile. "Si bien somos conscientes de las necesidades del Bellas Artes, se debe considerar que este edificio es el segundo más antiguo de la universidad y el de mayor valor arquitectónico. Son puntos que hay que evaluar cuidadosamente". El MAC tiene, además, la sede de Quinta Normal, la que Brugnoli desearía ampliar para depósitos. "Es muy posible habilitar los zócalos, ya que solo utilizamos un 30% del edificio". Pero aún faltan los recursos.
Otro complejo panorama vive el Museo de la Solidaridad, que posee la colección de arte internacional más valiosa del país, con obras de Roberto Matta, Joan Miró, Alexander Calder, Frank Stella y Julio Le Parc, donadas por los propios artistas durante los 70 y en apoyo al gobierno de Salvador Allende. El acervo pasó al Estado en 2005, por lo que recibe recursos de la Dibam. Aun así funciona bajo la custodia de la Fundación Arte y Solidaridad, dueña de la casa en calle República.
A pesar de que el inmueble cuenta con la obra gruesa de un depósito de 400 metros financiado por Fondart, no hay más recursos para habilitarlo, y las obras se mantienen guardadas en un inmueble en la calle Compañía, con básicas condiciones de conservación. "No hemos conseguido más dineros y el proyecto por ahora está detenido. Al parecer, las prioridades del Estado por su patrimonio no figuran por aquí", señala su directora, Claudia Zaldívar.
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