Naviera dueña de crucero encallado calcula en US$ 93 millones los daños por el naufragio

La prioridad, junto a la búsqueda de sobrevivientesm, está centrada en  la extracción de las cerca 2.300 toneladas de petróleo. En tanto, diarios italianos dicen que la nave se acercó a la costa de Giglio porque quería hacer un regalo a su jefe de camareros, natural de allí.




El presidente y consejero delegado de la compañía naviera Costa Cruceros, Pier Luigi Foschi, calculó hoy que los daños tras el naufragio del barco Costa Concordia el viernes pasado frente a la isla italiana del Giglio serán, por el momento, de 93 millones de dólares.

"El impacto directo de los daños ha sido cuantificado en 93 millones de dólares, pero después habrá que añadir una serie de costos que no se pueden calcular y que están relacionados con los seguros", añadió Foschi durante una conferencia de prensa en Génova, donde la naviera tiene su sede principal, detalla Efe.

Por otra parte, Foschi explicó que existe otra categoría de costos tras el naufragio, relativos a daños civiles y materiales, por la perdida del barco, pero aseguró que en este aspecto están "adecuadamente asegurados" y no supondrán más perdidas económicas.

Foschi explicó que aún se desconoce si se puede considerar la nave "totalmente perdida o si se podrá recuperar parcialmente", pues la naviera aun no ha tomado al respecto ninguna decisión.

El máximo responsable de Costa Cruceros explicó que la prioridad ahora es la búsqueda de las personas dadas por desaparecidas, así como la extracción de las cerca 2.300 toneladas de petróleo.

Posteriormente, el responsable de la naviera explicó que se intentará enderezar a la nave, que se encuentra actualmente inclinada sobre su lado derecho, con un sistema de balones inflables para poder ser remolcada a un lugar más seguro.

Por otra parte, las acciones de la compañía estadounidenses Carnival Corporation, que controla Costa Cruceros, bajaban hoy en la Bolsa de Valores de Londres un 15,48 % tras el naufragio y sus títulos descendían 348 puntos a mediodía.

HOMENAJE A EMPLEADO
Los diarios italianos, Corriere della Sera e Il Tirreno dicen hoy que el crucero se acercó tanto a la isla de Giglio, porque hizo "una reverencia", un regalo, a su jefe de camareros, natural de allí, y a un ex comandante de la naviera Costa Crucero.

El comandante del Costa Concordia, el mayor crucero italiano, Francesco Schettino, que se encuentra detenido por el naufragio, había decidido dar una sorpresa al jefe de camareros, Antonello Tievoli, y al ex comandante Mario Palombo, una leyenda entre los comandantes de la naviera genovesa.

"Ven a ver, Antonello, estamos sobre tu Giglio", asegura Corriere della Sera que dijo el comandante al jefe de camareros, que pensó que era una broma de Schettino, ya que tenía que haber descansado la semana pasada pero no pudo y aún seguían trabajando en el barco.

Tievoli, agrega el diario milanés, dijo a los habitantes de Giglio cuando lo socorrieron en el agua: "nunca habría imaginado que desembarcaría en mi casa" y que desde entonces no quiere hablar con nadie ya que le atormenta en sentido de culpa por una tragedia de la que se ha convertido en protagonista sin quererlo.

En la jerga marinera italiana "inchino", "reverencia", es el acercamiento a un lugar para homenajear, hacer un regalo, a un miembro del tripulación.

Según el diario Il Tirreno, de Livorno (Toscana), Antonello Tievoli, que trabaja desde hace cinco años en la crucero, llamó incluso a sus padres que viven en la isla para que vieran pasar de cerca al barco, un coloso de mar de 114.000 toneladas, 291 metros de largo, 62 de altura, once puentes y con capacidad para 3.780 de viajeros.

El barco, que había partido de Civitavecchia, a 70 kilómetros al norte de Roma, chocó contra unas rocas de 20 metros, que le causó un agujero en el casco de 70 metros de longitud.

Según el comandante, las rocas no estaban en las cartas náuticas que llevaba. El barco navegaba a unos 150 metros de la costa de Giglio, según las primeras investigaciones.

Los diarios aseguran que esa cercanía no era para que los turistas gozaran de las vistas nocturnas de la isla, con las luces de las casas encendidas, ya que, subrayan, los viajeros no fueron avisados por la megafonía del barco de esa posibilidad ni en momento alguno se señaló que pasaban por Giglio.

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