Nevados de Sollipulli renueva sus domos y ahora abre todo el año
Uno de los precursores del glamping decidió abrir todo el año y cambiar su rostro. Esta es la experiencia de dormir en medio de la nieve y ascender un volcán.<br>
"Subimos esta lomita y ya estamos listos", dice Cristian Gibson, dueño y gestor de Nevados de Sollipulli, mientras maneja concentradamente la camioneta. Es de noche, el camino está repleto de nieve y va sin cadenas, pero él conoce la ruta de memoria y sabe como llegar hasta el campamento.
Nevados de Sollipulli fue uno de los primeros campamentos de lujo en Chile (también llamados glamping: por la mezcla de glamour y camping) y que, en pocas palabras, es acampar al aire libre, pero con las comodidades y detalles de un buen hotel. Sollipulli se ha consolidado como una de las mejores alternativas para este tipo de turismo y, de hecho, fue elegido en julio pasado uno de los más destacados ecolodges de Chile por la revista Ocholeguas del diario El Mundo, de España.
Pero su fama no sólo va de la mano de sus domos, sino que por ofrecer las más atractivas actividades de La Araucanía para todos los amantes de lo outdoors: la ascensión al volcán Sollipulli y la posibilidad de acampar o cruzar su cráter que alberga un enorme glaciar plano de 15 km de superficie. Actividad que sólo se podía realizar en verano… hasta ahora.
Este es el primer año que abren en invierno, lo que ha significado algunos cambios en los domos y la implementación de otro tipo de actividades y excursiones.
Un par de metros más y llegamos a destino. Varios perros se acercan a saludar y comienza a distinguirse, en medio de la oscuridad y una ligera nieve que ya se empieza a acumular, el campamento.
Hay que caminar con cuidado por las pasarelas de madera que unen el lodge. Se distingue el domo principal, que sirve de comedor y sala de estar. Más allá los baños y los domos dormitorios.
"Esta es una de las sorpresas que tenemos: nuestros nuevos dormitorios", dice el dueño. Dos de los seis domos ahora tienen sus paredes de fibra de vidrio, material que no se rompe ni se quema con el sol como el plástico que cubre las carpas y, además, les permite incorporar los baños adentro, algo esencial para poder mantener el campamento abierto todo el año.
Los domos están forrados interiormente con madera, tienen ventanas de acrílico, calefacción y luz eléctrica. Quizás es cierto que pierde un poco el estilo de una carpa, pero la comodidad se agradece y, lo más importante, el espíritu del campamento se mantiene: naturaleza, aventura, calidez y un entorno privilegiado.
DIA DE ENTRENAMIENTO
Cuando se habla de nieve, lo primero que uno piensa es en un centro de esquí atestado de gente, filas para subir al andarivel y letreros publicitarios que dejan poco espacio blanco a la vista. Sollipulli es todo lo contrario y la luz del amanecer da los primeros indicios. Desde las ventanas de mi domo todo se ve perfectamente blanco y solitario, con metros de nieve y árboles cubiertos de copos y hielo, que apenas dejan entrever algo de verde.
El agua caliente demora en llegar a la ducha, pero no hay más prisa que salir a contemplar todo el paisaje que me rodea. Abro la puerta y por ahí aparece caminando Cristian, seguido de sus perros.
"Tenemos un día perfecto", dice indicando al cielo que no muestra ninguna nube. Me informa que hay -5°C, pero francamente no lo noto. Al parecer las varias capas de ropa térmica son suficientes.
El día será liviano. Aprender algo de randoneé, motos de nieve y caminar en los alrededores con raquetas de nieve, actividades que pretenden convertirse en las grandes estrellas en la temporada blanca. Un buen dato es que La Araucanía Andina promete tener nieve a los menos un par de meses más.
El randoneé, también llamado esquí de travesía, ha ido tomando cada vez más fuerza en nuestro país. Con estos esquíes se puede subir y explorar donde uno quiera, ya que se les fija una piel especial que impide resbalarse. La idea es llegar a la cima del volcán y, una vez arriba, uno simplemente saca las pieles y baja esquiando. Una buena alternativa para los amantes del esquí, pero una pésima idea para alguien como yo, que nunca he aprendido a frenar arriba de un par de esquíes.
Otra forma es subir en motos de nieve. Primero se hace una inducción para aprender a usarlas y comienza la aventura, subiendo por un camino entre bosque nativo, para después enfilar por un camino alternativo hasta la cumbre.
Decidimos hacer algunos paseos cortos y dejar la mejor parte para el día siguiente.
La modalidad más sencilla para subir al volcán -y que no requiere ningún conocimiento en deportes de nieve- es usando raquetas, que permiten caminar sin hundirse. Pero no se engañe, de todas formas el ejercicio es mucho más intenso que una caminata normal.
La caminata se hace dura (ocho horas entre ida y vuelta). Después de cruzar un tupido bosque, seguido de fabulosas araucarias, ya quiero desistir y quedarme ahí sentada en la nieve.
Definitivamente no me acompañan las piernas, ni mucho menos la respiración, pero la promesa del paisaje y el honor de una cima me animan a seguir adelante. Lo hago siempre pisando sobre las huellas de mis compañeros que van aplanando y facilitando la ruta.
A los 1.800 metros alcanzamos los escoriales de lava, que en esta época están tapados por la nieve. Desde aquí vemos una excelente vista panorámica a los volcanes, lagos y lagunas que van quedando a nuestra espalda.
La última parte debemos hacerla con crampones para caminar sobre el hielo y un poco más allá, alcanzamos la ansiada cumbre (2.282 m.s.n.m.). Entre el cansancio, el frío y el paisaje nos quedamos sin habla.
Lamentablemente el frío es intenso y pronto debemos empezar el camino de retorno, que comienzo cabizbaja. Pero me acuerdo lo que me había dicho Cristian esa mañana "Sollipulli sin nieve y Sollipulli con nieve son dos experiencias totalmente distintas. Esa es la gracia de que esté abierto todo el año".
Así que me animo otra vez sabiendo que ya tengo mi excusa perfecta para volver: ya conocí el invierno, ahora falta el verano.
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Informaciones: Teléfono: (45) 276000
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