Nicolás Massú, abanderado por sorpresa
Una hora y media antes del comienzo de la ceremonia inaugural de Sídney 2000, el extenista se enteró de que sería el encargado de llevar el emblema patrio tras la negativa de Marcelo Ríos, a quien el Comité Olímpico de Chile no le otorgó las entradas prometidas para su familia.
Si hay alguien que guarda los mejores recuerdos de los Juegos Olímpicos, ese es Nicolás Massú, el único chileno ganador de dos medallas de oro en la cita más importante del deporte planetario.
Cuatro años antes de entrar en la historia, las circunstancias hicieron que en Sídney 2000 el tenista viñamarino se transformara en abanderado casi por accidente, luego de que Marcelo Ríos rechazara portar el emblema, debido a que su familia no recibió las entradas prometidas por el COCh para la ceremonia.
"Me avisaron una hora y media antes, cuando estábamos a punto de entrar. Esperábamos nuestro turno en un estadio indoor, de esos donde se hace la gimnasia, y ahí empiezan a llamar a los países. Me acuerdo de que hubo un problema con Marcelo y se hizo una votación de los deportistas, donde la mayoría votó por mí, así es que agradezco por la oportunidad que me dieron. Pero fue un sentimiento raro: por un lado, estaba triste, porque mi amigo Marcelo había tenido problemas y era el referente más importante del deporte en ese momento. Y, por el otro, representar a mi país llevando la bandera fue un momento inolvidable", dice.
Para Nico, el recuerdo es imborrable. Afirma que no se intimidó ante la sorpresiva posibilidad: "Todos en la vida cuando viven cosas nuevas se ponen algo nerviosos. Sobre todo, entrar en un estadio con tanta gente en unos Juegos Olímpicos. Yo tenía 20 años, entonces no tenía tanta experiencia. Recién me estaba metiendo entre los 100 primeros del mundo, había jugado una final de ATP... Pero la expectación de llevar una bandera y estar representando a tu país y a toda la gente es grande. Creo que con 20 años tienes que tener la personalidad para hacerlo. Aunque cuando uno es chico, siempre tiene más personalidad; uno quiere hacerlo todo, va para adelante y es un poco más caradura. Obviamente que a mí siempre me gustaron los desafíos, nunca dudé cuando me pasaron cosas nuevas en la vida. Y, en ese sentido, llevar la bandera fue un orgullo y uno de los momentos más importantes de mi carrera. Lejos".
El primer recuerdo olímpico del actual capitán de Copa Davis tiene relación con Los Ángeles 1984. "Era muy chico, veía los 100 metros planos. Después, cuando (Andre) Agassi se gana Atlanta 1996, ya podía entender mucho mejor lo que eran unos Juegos Olímpicos. Luego, tuve la oportunidad de vivirlo en Sídney 2000. Me acuerdo de que le gané mi primer partido a Slava Dosedel y en segunda ronda perdí con (Juan Carlos) Ferrero, súper apretado. Jugué muy bien, él estaba cerca del top ten y yo estaba 70 u 80. En dobles jugué con Marcelo y llevé la bandera. Era la primera vez que veía a otros deportistas. La sensación de estar en unos Juegos es inolvidable. En el circuito estás acostumbrado a ver a los mismos tenistas, pero en los Juegos Olímpicos ves cómo entrenan deportistas de otras disciplinas y compartes con ellos en la Villa Olímpica", afirma.
El Vampiro se declara un fanático del olimpismo y de lo que eso implica. De hecho, en el ocaso de su carrera disputó los Panamericanos 2011. "Fui sólo porque me gustaba. La gente me preguntaba para qué iba si ya me había ganado los Juegos Olímpicos, pero para mí la sensación de estar representando a Chile era una prioridad", sostiene. Y añade: "Disfruté todas las participaciones en Juegos Olímpicos y en Panamericanos de la misma manera. Lo que pasa es que yo logré algo que era un sueño y que nadie lo esperaba. Y, de hecho, en la historia del tenis nadie lo ha logrado. Es algo bien loco, pero uno busca eso: quedar en la historia del deporte".
El héroe de Atenas les entrega un mensaje a las tres candidatas a portar la bandera en la inauguración de Río 2016: "Quiero desearles mucha suerte. Aprovechen al máximo, disfrútenlo. Es una sensación inolvidable y que sientan el mayor orguillo posible. Es lo máximo representar a Chile, seguramente lo saben. Se van a acordar toda la vida de haber llevado la bandera en unos Juegos Olímpicos. Van a tener hijos, nietos y les podrán contar eso".
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