No se ponga colorado: acepte los elogios con un gracias
<div><span style="font-size: 12px; font-family: tahoma, arial, helvetica, sans-serif;">No queremos quedar como vanidosos. Tampoco en deuda con alguien. Por eso, y por otras razones, en lugar de aceptar los halagos y dejar crecer la autoestima, los evitamos o rebajamos su valor. Y tenemos hartas maneras de hacerlo. ¿Cuál es la suya?</span></div>
Una reciente encuesta francesa establece que los hombres que usan el halago como arma de acercamiento tienen 16% más de probabilidades de que una mujer acepte una cita con ellos. Un claro ejemplo de lo que pueden lograr los cumplidos. Lo curioso es que, a pesar de que esas mujeres seguramente sintieron que su ego se incrementó con las frases que les regalaron, su primera reacción debe haber sido de incomodidad.
Es lo que nos provocan los cumplidos. Nos descolocan un poco. Nos hacen sonrojarnos. De hecho, en lugar de recibir los elogios con la mejor cara y devolver una frase de agradecimiento, buscamos la manera de rebajar su valor y desviar su significado. ¿Por qué?
"Por el miedo a la vanidad, el miedo a la pérdida del equilibrio en la relación al colocar al otro en una posición más alta, el miedo de estar en deuda con los demás o una baja autoestima que no concuerda con el contenido del cumplido", responde a Tendencias Randy Paterson, sicólogo clínico de la Clínica Changeways, en Vancouver, Canadá, y autor del libro The Assertiveness Workbook.
De eso trata el libro, de por qué y de cómo esquivamos los halagos. De hecho, dos tercios de los norteamericanos consultados elige ese camino: la evasión. Y en Chile no estamos ajenos a ese comportamiento.
Paterson entrega en su libro una lista de las 10 estrategias más frecuentes para evadir los cumplidos. Entre éstas, simplemente pasarlos por alto. Y es lo que hace el 25% de los chilenos que respondieron un sondeo de Latercera.com. Simplemente, se hacen los lesos, en lenguaje coloquial. Un ejemplo:
-Jugaste un muy buen partido hoy. Fuiste la figura…
-¿Pasemos a comprar agua mineral?
Ni un acuse de recibo. Ni una respuesta. Nada. ¿Por qué reaccionamos así? Hay varias razones para explicarlo, según el sicólogo.
La primera es el temor a quedar como vanidosos ante los ojos del resto. Esta es la principal preocupación de quienes reciben un elogio. Al aceptarlo sueltamente y concordar con quien nos está halagando, tendemos a pensar que nos estamos alabando a nosotros mismos y, como consecuencia, que vamos por la vida como engreídos. ¿Tanto nos importa la opinión del resto? Sí. Y un grupo de investigadores de la Universidad de Harvard lo comprobó con un estudio que encontró que la manera más efectiva de que habitantes de California participaran en una campaña de ahorro energético era poniendo su reputación en evidencia ante los ojos de sus vecinos: todos podían ver quién se inscribía y quién no. Es que la reputación nos importa porque los otros eligen interactuar o no con nosotros en función de ésta, comentó a Tendencias Moshe Hoffman, uno de los investigadores y profesor de la Universidad de California, San Diego.
Deudas y equilibrios
Otra de las razones por las que evitamos los elogios es que nos dejan la necesidad de restablecer el equilibrio. Es que pese a que halagar es un acto positivo, es posible que uno sienta una necesidad sicológica de equilibrar las cosas. ¿Cómo lo hace? Negando la alabanza a través de la desviación o devolviendo el cumplido.
De acuerdo a la encuesta, el 18% usa la argumentación para negar los elogios:
-Hiciste un muy buen análisis en la reunión.
-Cualquiera que hubiera leído los reportes hubiera dicho lo mismo que yo.
En menor porcentaje, algunos recurren al efecto boomerang:
-Qué rica está la torta que trajiste.
-La tuya está mucho mejor.
Según Paterson, también tratamos de evitar el efecto "endeudamiento". ¿Le ha pasado que cuando le dicen un cumplido siente el impulso de responder algo inmediatamente en el mismo tono? Es que la sensación de quedar en deuda de alguna manera con quien nos halaga es incómoda. Entonces, se explica que el 17% de los encuestados elija la estrategia de transferir el crédito a otros:
-Muy buen trabajo hoy.
-Sí, mis compañeros se esforzaron mucho para que esto resultara bien.
Podría entenderse también que evitemos un halago porque nos supera la baja autoestima. De hecho, Randy Paterson dice a Tendencias que el cumplido que nos resulta más incómodo es el que no encaja con nuestra visión de nosotros mismos. El 11% de quienes contestaron la encuesta muestran signos de inseguridad.
-¡Qué bueno tu discurso! Te paraste muy seguro adelante.
-¿Lo dices en serio? Me sentí haciendo el ridículo.
Lo curioso es que los cumplidos debieran surtir el efecto contrario: empoderarnos de valor y motivarnos. Es lo que comprobó un estudio liderado por Norihiro Sadato, profesor en el Instituto Nacional de Ciencias Fisiológicas en Japón: una persona se desempeña mejor cuando recibe una recompensa social. Y para el cerebro, recibir un elogio es una recompensa social tan grande como recibir dinero. "Dos componentes son esenciales para el aprendizaje, la motivación y la consolidación. Los cumplidos mejoran ambos procesos", explica Sadato a Tendencias.
Ahora, para dejar atrás la falsa modestia, hay que entender que aceptar un cumplido tiene más que ver con ser bien educado que vanidoso, y que un poco de orgullo no hace mal a nadie: si nos están halagando es por algo merecido (a no ser que desconfiemos de los motivos, que es otra razón por la que rechazamos los elogios).
Siguiendo esta línea, la mejor respuesta a un cumplido es más simple de lo que aparenta: "Gracias". No parece haber otra situación que nos parezca compleja y que pueda resolverse tan fácilmente.
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