Pasión por Matta: 12 cuadros inéditos están en Chile
Desde hoy, la galería Artespacio exhibe parte del acervo de Thomas Monahan, coleccionista de EEUU y amigo del pintor surrealista, quien además lanza un libro y adelanta una muestra en Rusia para 2018.
Aunque su primer encuentro cara a cara lo tuvo en 1980, Thomas Monahan sentía que conocía a Roberto Matta (1911-2002) por lo menos desde hace un década antes. Tenía 17 años cuando se enfrentó por primera vez a una de sus pinturas en el MoMA de Nueva York. Quedó helado. “Su manera de pintar el universo me fascinó enseguida. El creaba otros universos con atmósferas extraordinaras y técnicas que yo no había visto. En esa época yo hacía esculturas de papel maché en la escuela y me inspiré en Matta para mis creaciones”, recuerda Monahan.
Tras salir del colegio, estudió Economía con la idea profunda de hacer del arte un negocio. A los 26, el estadounidense abrió su propia galería en Madison Avenue, Nueva York, y su primera exposición fue con obras de Matta. Era 1977. Tres años después lo conocería en persona, en su taller de París en el Boulevard St.Germain. Para esos años, Monahan había expandido su interés hacia otros artistas ligados al surrealismo y la abstracción como Paul Jenkins, Joan Miró o Karen Appel. Su favorito seguía siendo Matta, sobre todo, luego que la amistad terminó de sellar la admiración.
Tras casi 40 años dedicado a la venta de arte -hoy tiene una galería en Chicago- Monahan (65) está dedicándose a lo otro que siempre quiso: difundir el legado de Roberto Matta. Gracias a la gestión de María Elena Comandari y Rosita Lira, galeristas de Artespacio, el estadounidense se encuentra en Chile inaugurando una muestra con 12 obras, 11 óleos y un dibujo, que recorren toda la producción del chileno, y que se abre a público hoy en el espacio de Alonso de Córdoba. También presentará su libro Matta. On the edge of a dream, donde examina las piezas de su colección contrastada con algunos de los cuadros de Matta que guardan algunos de los museos más importantes como el Guggenheim de Nueva York, el Centro Pompidou de París o la Galleria d’Arte Moderna di Ca’Pesaro, Venecia. Además, Monahan presentará el volumen la próxima semana en la casa de remates rusa Phillips, en Nueva York, como anticipo de lo que será la gran retrospectiva que está organizando de Matta para el 2018, en el Museo Hermitage de San Petersburgo.
“Para mí Matta es realmente el artista más importante del siglo XX, fue una influencia decisiva para la Escuela de Nueva York, el expresionismo abstracto y también para los surrealistas, fue el último de ellos. Antes que Pollock y antes que De Kooning, Matta ya estaba pintando con telas en el suelo. Su valor simbólico es extraordinario, lo que quizás no se hace notar a nivel de mercado”, dice Monahan, aludiendo al último récord registrado de ambos pintores estadounidenses. En febrero pasado el multimillonario Ken Griffin pagó US$ 500 millones por dos cuadros: Interchange, de Willem de Kooning y Number 17A, de Pollock, subiendo el valor de tasación de ambos artistas. Mientras, el récord de Matta está en los US$ 5.510.000 pagados en una subasta de Christie’s en 2012 por la obra La revolución de los contrarios (1943-1944).
A fines de los años 30 y principios de los 40, Nueva York estaba fascinado con Matta. El chileno había dejado el París del surrealismo, luego de una disputa con el creador del movimiento, André Bretón, y se radicó en EEUU, donde dio rienda suelta a su propia manera de pintar.
Erotismo, humor y una “nueva física” se mezclaron en sus cuadros, que siempre intentaron interpretar el tiempo y el espacio del hombre en el universo, su lucha contra las máquinas y su afán de libertad absoluta. “Matta introdujo la neofiguración a la Escuela de Nueva York que emergió como eco de la pintura europea y en esa posición Matta fue un respiro de aire fresco”, dice Monahan en su libro.
Energía vital
Como representante de ese periodo está Convict the impossible (1947), óleo que da la bienvenida a la muestra y una de las piezas favoritas del coleccionista. También hay un dibujo anterior, Sin título (1944), en el que Matta deja ver a sus primeros personajes. “Es la época en la que introduce la figuración y empieza a plasmar la complejidad de la condición humana con esa energía eléctrica que lo atraviesa todo”, dice Monahan.
La muestra recorre todas las épocas del artista con obras como Mourir pour le pain (1953), Espacio de l’ especie (1962), Cytherance (1972), Face to face (1981) y Le Coeur de L’oeil (1999). “Matta era un hombre muy divertido, abierto, lugar al que llegaba lo inundaba por completo con su personalidad. Conmigo fue un gran amigo. Cuando visitaba París me decía que lo llamara, no importaba la hora, él me recibía en su casa y a mis hijos también. Era realmente brillante, un genio irrepetible”, dice Monahan.
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