Quiebra de Feria Mix abre conflicto entre los artistas y el sello de la empresa

Feria Music, su área discográfica, adeuda amplias regalías a gran parte de los músicos con contrato.




El martes 28, al menos una decena de artistas y representantes compartió la misma sensación de incertidumbre. A través de los portales de noticias se enteraron de que Feria Mix, la empresa desde donde se desprendía Feria Music -el sello local más importante de la última década-, se declaraba en quiebra y cerraba sus puertas tras más de 50 años. Una determinación que no sólo marcaba el adiós del ala discográfica que desde 2005 lució uno de los catálogos más ricos de música local y que impulsó hitos como el retorno de Los Tres o los sucesos de Américo y La Noche; el escenario inauguraba un conflicto con los artistas que aún tenían contrato con la firma.

"Aunque se veía venir, nadie nos dijo nada durante ese día. Y ahora el marco legal de la quiebra nos impide sacar de las bodegas los discos de nuestros propios artistas", cuenta Sergio Alvarado, mánager de Alex Anwandter, quien editó con la entidad su última entrega, Rebeldes (2011). "No hubo una conversación previa y nunca se sentaron a negociar lo mucho que aún está pendiente", acota Alejandra Neumann, productora de Aplaplac y representante de 31 Minutos, espacio que hizo sus últimos lanzamientos a través de la empresa.

Pese a que el desenlace era previsible -las pérdidas de la firma madre ascendían a $ 15.000 millones- y a que la responsabilidad de la quiebra recae en el apartado de la venta de discos y no en los otros dos segmentos -Feria Music y Feriaticket-, el ahora desaparecido sello tropieza con una serie de problemas relacionados con las regalías y el stock de álbumes físicos.

Por ejemplo, a los cerca de 20 artistas que aún eran parte de sus registros -Francisca Valenzuela, Natalino, Alberto Plaza- se les adeudan regalías correspondientes a un promedio de uno a dos años. Un pago desprendido de los contratos, los que establecían la distribución, fabricación y fuerte promoción de los discos en tiendas.

LOS EJEMPLOS

Un caso ilustrativo lo encarna Jordan. El último éxito tropical acordó un 30% de regalías para su álbum Jordan y tú (2012), el que vendió cuatro mil copias. Los pagos nunca llegaron y hoy se le deben cerca de $ 7,5 millones. Para su siguiente título, Exitos del sound, que se estrenó a fines del año pasado, los montos que se llevaría el intérprete subieron a 50%, pero bajo la exigencia de que él mismo se debía fabricar su álbum, inversión que luego sería devuelta por Feria Music (y que ronda los $ 4 millones). Como la quiebra llegó en enero, la firma nunca pudo retribuir ese gasto, por lo que ahora el hombre de Mírame está en un trance particular: no puede sacar de bodegas ni puede vender los cerca de mil discos que él mismo pagó y envió a fabricar.

Inti-Illimani lanzó sus últimos cuatro títulos a través de la discográfica (incluyendo Inti+Eva, nominado al Grammy Latino) y, según su mánager, Alfredo Troncoso, no ha percibido regalías en dos años, lo que asciende a $ 15 millones. El representante agrega que en ese período le ofrecieron distintas formas de pago, incluyendo cancelarle un monto en dinero y el resto en discos de la propia agrupación para su libre uso. Un escenario parecido han sufrido Alvaro Véliz, Francisca Valenzuela y 31 Minutos. "En un momento donde es difícil para los artistas generar ingresos suficientes para desarrollar sus proyectos, cada contribución o regalía es clave", apunta Bernardita Méndez, representante de Valenzuela.

Contactado por La Tercera, el último gerente de la disquera, Oscar Solari, desistió de dar su versión. Fuentes al interior de la entidad aseguran que las posibles soluciones van a llegar en marzo, cuando asuma el síndico de quiebra y se determine el destino del patrimonio.

En la última temporada, Feria Mix también debió lidiar con conflictos derivados de su catálogo y de artistas que ya no están en sus filas. Un ejemplo lo representan Los Tres, que trabajaron ahí de 2007 hasta el año pasado: el plan de Feria Music era editar sus álbumes en vinilo, partiendo por su debut homónimo de 1991, Fome (1997) y Coliumo (2010). Pero la propia banda lo impidió, ante los extensos royalties que aún le debían por la venta de sus trabajos.

Américo es otro nombre afectado por la misma figura: hoy está en otro sello, pero las producciones que lanzó para la desaparecida empresa -incluyendo el multiventas A morir (2008)- aún se venden, monto que sólo ha sido pagado de manera parcial. "Es lamentable, así como también el cierre de una empresa que permitía que tus discos estuvieran en todo Chile", remata el hombre de Que levante la mano.b

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