Richard Ashcroft: Fuego en tus manos

20 Octubre 2016Concierto del cantante ingles Richard Ashcroft
Concierto del cantante ingles Richard Ashcroft, quien fue vocalista de The Verve, en el Teatro Caupolican. Fotos: Laura Campos

Aunque Richard Ashcroft ya no está en portadas ni tiene el número uno, parece liberado de esa presión. No solo hay fuego en sus manos sino que exuda el convencimiento de que la música es poder y liberación.




Corre Break the night with color y Richard Ashcroft se inclina para desanudar su calzado. El teatro Caupolicán en pleno y prácticamente repleto lo observa expectante la noche del jueves, mientras la banda de dos guitarras, bajo y batería sigue tocando, hasta que consigue librarse y posar los pies desnudos en la sala más tradicional de Santiago. Es su hábito, la señal de entrega sencilla y a la vez rotunda que declara su actitud en práctica desde que lideraba The Verve a comienzos de los noventas.

Sucedió mucho antes del flechazo planetario de Bitter sweet symphony y el álbum Urban hymns (1997) transformado en el broche final del brit pop, cuando la música del cuarteto era lisergia pura, su figura semejaba a la de un Mick Jagger esmirriado antes de Altamont, y su garganta una versión fresca del registro profundo y emotivo de Ian McCulloch de Echo & the bunnymen. Ashcroft llega 20 años tarde a Santiago pero su actitud, ni por asomo, es la del artista trasnochado que sigue pasando el sombrero. Se las ingenia para transmitir vigencia, vitalidad, y así las viejas canciones aún suenan frescas y sacudidas de la nostalgia, e incluso se confunden con el material más reciente.

El británico asalta el escenario, lo recorre, se mueve con estampa juvenil como si precalentara para una competencia, desafiando al público para que se libere. Music is power es uno de los títulos de la cita y cuando lo interpreta toda su personalidad se vuelca para convertir la sentencia en una realidad concreta, palpable, una verdadera experiencia donde él funciona como guía.

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Cuando comprueba que el plan surte efecto, da a entender que si hubiera sabido que la reacción era así a este lado del planeta, habría venido antes. De seguro dice lo mismo en toda esta gira que recorre Argentina, Chile y México, pero la diferencia es que le creemos mientras el Caupolicán canta a tope Sonnet, la segunda de Urban hymns, y también cuando la banda parece a punto de estallar en el remate de New York, con Ashcroft haciendo picadillo sus característicos lentes de sol en las cuerdas de la guitarra. Canta Lucky man, la última antes del bis, la voz poderosa, intacta, siempre dueña de la melodía. "Soy un hombre con suerte con fuego en mis manos", dice el coro, y el teatro replica al unísono.

Aunque Richard Ashcroft ya no está en portadas ni tiene el número uno, parece liberado de esa presión. No solo hay fuego en sus manos sino que exuda el convencimiento de que la música es poder y liberación. No explica nada al respecto, no da discursos de ningún tipo, no es necesario. Solo actúa, se deja llevar, y nos confirma que la música es así en una noche de primavera.

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