Ruiz en primera persona, el "más conocido de los directores desconocidos"

Se lanza Ruiz, entrevistas escogidas y filmografía comentada, selección donde el cineasta es la principal voz.




Siempre le gustó explicar lo que hacía. Deliberar, hacer asociaciones libres, vagabundear mentalmente y, en el momento preciso, rematar con una idea nueva. Raúl Ruiz acumuló durante su vida más de 100 películas y, cuestión no del todo sabida, muchísimas entrevistas. No era alérgico a los medios de comunicación, pero una vez en diálogo había que entrar en su juego.

La respuesta podía extenderse por varios minutos y en el intertanto citar a filósofos chinos del año 300, poetas del Siglo de Oro español y a Flash Gordon. En el habla, Raúl Ruiz era tan fecundo y vertiginoso como en su cine. Sin parar.

El libro Ruiz, entrevistas escogidas y filmografía comentada es la recopilación y selección que el académico y poeta Bruno Cuneo realizó de 12 largas entrevistas que Raúl Ruiz ofreció entre 1970 hasta el 2011, cinco meses antes de morir. Pero, además, contiene las propias explicaciones que el cineasta dio de 120 de sus películas, desde La maleta en 1963 hasta La noche de enfrente en el año 2011.

A pesar de su apetito voraz por la lectura y su cultura de almanaque, Raúl Ruiz tenía un respeto gigantesco por la conversación de taberna, por los enunciados que salían entre copas, en las noches. Dice por ejemplo: "En Chile la verdadera gente culta está en los bares, el resto son especialistas. Tú puedes encontrar en los bares un cierto tipo de comportamiento que está hecho de un ingenio barroco mezclado con una negación cultural a todo nivel, con una especie de cultura de rechazo, si se puede llamar así, porque se necesita una gran capacidad cultural para olvidar que se está en Chile. Yo he visto cómo funciona esa técnica en los bares".

La contradicción y la paradoja están en su personalidad. Así como ama los libros, ama a los que no saben de libros, pero transmiten sabiduría popular. Así como le gusta Chile, tampoco le gusta tanto: "Siendo chileno no me gusta nada Chile. Tengo derecho a criticar, porque para eso sirve ser chileno. Ahora, que no me guste no significa que no me guste. Poco a poco, Chile se ha ido volviendo antipático para el resto de los países de América Latina. Antes era el país simpático por excelencia, porque era pobre, perdedor, risueño, tallero y generoso. Eso desapareció hace rato".

Pero también está aquel Raúl Ruiz que se solaza en las rarezas de nuestro habitante: "Un chileno no puede sino reírse de lo que está haciendo, por serio que sea. Es uno de los pocos puntos que yo encuentro absolutamente positivo de este país, es decir, que todos padecemos lo que se puede llamar la 'locura de Demócrito'. Sabes que Demócrito un día empezó a encontrar todo divertido, y en un momento dado empezó a destruir la ciudad porque también era divertido".

CINE Y POLÍTICA

Divididas a menudo en las etapas chilenas (hasta 1973) y europea (desde el 76 hasta el 2011), las películas de Raúl Ruiz coquetearon con la política en sus años juveniles y luego se distanciaron de la militancia. Siempre, en cualquier caso, estuvo presente el humor. Un caso emblemático es Diálogos de exiliados, película realizada poco después del golpe y que ironiza sobre el exilio en París. "Cuando se terminó, los chilenos que la vieron estimaron que era una suerte de denuncia inoportuna (no era el momento para decir todo esto)... Como decía el Flaco Lira, 'la quise hacer a favor y me salió en contra'", cuenta.

Sobre su primer largometraje, Tres tristes tigres, nuevamente habla de fuentes literarias: "En esa película traté de reproducir lo que la gente de mi edad vivía en esa época. Nos pasábamos la mayor parte del día en los bares y se me ocurrió la idea de utilizar los bares como una metáfora de la condición circular del tiempo, de la sensación de que todos los días eran el mismo, de que uno podía despertar una mañana teniendo 70 años sin que hubiera pasado nada. Tomé muchas referencias literarias. Tomé Dublineses de Joyce por la manera de contar los cuentos".

Los primeros años 70 también son tema de la larga entrevista que el crítico francés Benoît Peeters le hizo en 1986. Ahí habla de su relación con Miguel Littin durante la UP: "Digamos más bien que Littin estaba muy decantado hacia la izquierda y simpatizaba con el MIR. Mis relaciones con Littin y el resto eran a veces tensas, aunque eso es exagerado… Nos dábamos de patadas, sí, pero también nos reíamos mucho juntos".

Militante socialista, también se refiere al Partido Comunista: "Tenía muchos amigos comunistas. Siempre los admiré por las mismas razones: porque llegaban temprano en la mañana y porque les gustaba el trabajo tanto como a mí, lo cual en Chile era algo absolutamente extraordinario. Y también siempre mantuve distancia, por las mismas razones que lo hago hoy: la rigidez, esencialmente, y la desconfianza hacia las ideas nuevas; cualquier cambio en la formulación de las ideas, les daba miedo".

Cultor de la modestia y consciente de su lugar en la historia, Raúl Ruiz nunca hace aspavientos de nada. Y si lo hace, siempre es con humor. Un ejemplo definitivo lo da en una conversación con la revista colombiana Kinetoscopio en 1996: "Soy el más conocido de los directores desconocidos".

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