San Lorenzo, el equipo que rompió el aislamiento español tras la Guerra Civil
En plena dictadura de Franco y cuando nadie quería enfrentar equipos hispanos, el "Cilón" realizó una histórica gira donde impresionó por su juego.
"Queridos Reyes Magos: Desearíamos que nos trajeran algunos partidos internacionales". Esta era la petición de unos ficticios socios del F.C. Barcelona que, humorísticamente, ilustraba la portada de la revista española El Once, el 2 de enero de 1946.
Ese deseo estaba vinculado al aislamiento internacional que atravesaba España, primero por la Guerra Civil (1936-39) y, después, por la política de neutralidad del dictador Francisco Franco ante la Segunda Guerra Mundial (1939-45), lo que, llevado al terreno futbolístico, suponía que ningún equipo extranjero había pisado suelo español en esa década.
Pocos lectores sospechaban que aquella petición virtual se cumpliría y, de la misma manera en que el entonces presidente de Argentina, Juan Domingo Perón, había acordado con Franco el envío de ayuda alimenticia para abastecer a los hambrientos estómagos españoles, surtió de "glorioso" maná azulgrana a los famélicos aficionados futboleros.
El San Lorenzo de Almagro, el tercer "grande" del fútbol argentino, después de Boca Juniors y River Plate, y que hoy alcanzó la cima del balompié americano con la conquista de la Copa Libertadores, efectuó una exitosa gira ibérica -ocho partidos en España y dos en Portugal-, entre el 22 de diciembre de 1946 y el 6 de febrero de 1947.
El Ciclón, nombre que el periodista argentino Hugo Marini le dio por la calidad del juego que el equipo desplegó en 1932 -producto del cual llegaría su primer título profesional en 1933-, invadió las canchas españolas en 1946, cuando venía de ser campeón en su país por segunda vez.
El equipo azulgrana aterrizó en España cuando la mayoría de integrantes de las Naciones Unidas consideraba a Franco una amenaza para la paz mundial y decidió aislarlo, mientras que Perón, en lugar de alinearse con esa postura, salió en su defensa e, incluso, renovó su embajada en Madrid.
Pero, sin duda, su mejor representación en esos momentos ante la población española fue aquella otra legación diplomática, "la alegre muchachada sanlorencista", como bautizó algún medio de la época al San Lorenzo de Pontoni, Martino, Farro, Blazina y, cómo no, de su capitán, el vasco Ángel Zubieta, generación que marcó época en el club de Boedo.
En una gira que inicialmente solo incluía cinco partidos y que después se amplió a diez, el equipo dirigido por Pedro Omar lució con brillantez y desplegó un juego ofensivo que dio como fruto cinco victorias, ante el entonces Atlético Aviación (1-4), dos ante un combinado español (5-7 y 1-6), Oporto (4-9) y una selección lisboeta (4-10); y cuatro empates, ante el denominado Atlético de Bilbao (3-3), Valencia (1-1), Deportivo de La Coruña (0-0) y Sevilla (5-5).
La calidad técnica y la superioridad física de los azulgrana fue alabada por la afición, la prensa y, por supuesto, técnicos y plantillas locales, que se veían incapaces de acabar con aquel "ciclón" llegado del otro lado del Atlántico.
Sólo el Real Madrid puso fin a la condición de invicto de San Lorenzo, en un partido jugado en Navidad (con nevada incluida), al infligirle una dura derrota (4-1), merced al cerco defensivo impuesto por los blancos y a la gran actuación de hombres como su capitán, Juan Antonio Ipiña, o Pruden, autor de dos tantos.
Para unos, los porteños eran tan buenos que gustaba "verlos aunque sea en los entrenamientos" (Marca, 15-1-47) y recordaban que el fútbol español se hallaba "colectivamente enfermo y hay que salvarlo" (El Alcázar, 29-1-47); para otros, bastaba un resquicio de debilidad azulgrana -como la derrota ante el Real Madrid- para presumir de que "en España, señores, se juega así al fútbol hoy" (Pueblo, 26-12-46).
Las publicaciones deportivas siguieron ampliamente las actividades de la expedición azulgrana, con profusión de fotografías y comentarios sobre entrenamientos y agenda social en las distintas ciudades donde jugó San Lorenzo. Los medios de información general no se quedaron atrás y, en varias ocasiones, aquella "embajada deportiva" saltó a sus portadas con un lenguaje no exento de propaganda y exaltación patriótica.
La llegada del San Lorenzo, además de una conmoción en lo futbolístico, supuso un auténtico fenómeno social, pues las autoridades locales organizaban recepciones con obsequios para aquella representación del llamado "país hermano" y la gente se arremolinaba en las estaciones de tren para recibir a sus integrantes.
Luego, los seguía por la calle para pedir autógrafos e incluso contravenía normas de la autoridad (la necesidad agudizaba la picardía en busca de la entrada gratuita) con tal de no perderse los partidos de aquel equipo, que dominaba el toque de balón y el pase preciso, en una época en que en España predominaba el pelotazo largo.
La "gira del 46" fue histórica por los resultados obtenidos y por los cimientos que removió, pero sobre todo porque aquel equipo, fundado el 1 de abril de 1908 por iniciativa de un grupo de jóvenes del barrio de Almagro (Buenos Aires), bajo la inspiración y ayuda del cura Lorenzo Massa, fue el primero que rompió el aislamiento tras una década sin balompié internacional en España.
Comenta
Por favor, inicia sesión en La Tercera para acceder a los comentarios.