Scorsese retrata 50 años de The New York Review of Books, la revista que dio voz a los escritores

El jueves se exhibe su documental The 50 year argument, en el Festival de Toronto.




Durante el año 2013, el editor de la revista The New York Review of Books recibió incontables llamadas, cartas y visitas de interesados en hacer una película sobre la publicación. Faro del periodismo en Estados Unidos y una de las revistas culturales más importantes del país, The New York Review of Books cumplía 50 años y durante esas cinco décadas, su jefe siempre había sido el mismo: Robert B. Silvers. Una llamada que no recibió fue la del director Martin Scorsese,  aunque Silvers se enteró a través de un conocido  común que el realizador de Taxi Driver quería documentar en imágenes la historia de la publicación.

Scorsese es un coleccionista ávido de la revista desde sus días de estudiante en la Universidad de Nueva York y Silvers conocía a la esposa actual del cineasta. Bastó sólo una llamada telefónica para que todo comenzara a andar. A los pocos días, el equipo de filmación del cineasta y su codirector, David Tedeschi, estaban repartiéndose entre todas las dependencias y oficinas de The New York Review of Books, en el barrio de West Village, en Manhattan.

El documental, que se exhibe el próximo jueves  en el Festival de Cine de Toronto y es producido por HBO, tiene como título The New York Review of Books: A 50 year argument. El nombre alude directamente al carácter crítico y de disenso que la revista quincenal exhibió desde sus inicios, cuando se creó como respuesta al clima anestesiado de la crítica literaria estadounidense a principios de los 60.

Es más, la publicación nació a partir de una suerte de editorial con características de arenga de la escritora Elizabeth Hardwick en la revista Harper's Bazaar, en octubre de 1959. En el ar-tículo llamado La decadencia de las reseñas, Hardwick denunciaba que las revistas literarias en Norteamérica estaban sobrepobladas de "articulitos inofensivos".

Fue más allá y llegó a calificar al periodismo literario como víctima de una "lobotomía", sin ningún "interés vivo en los libros". Hacia el final y tratando de sentar las bases de algo diferente, llamaba a refundar el territorio con "lo inusual, lo difícil, lo extenso, lo intransigente y, sobre todo, lo interesante". Quien editaba la publicación en ese momento era nada menos que Robert B. Silvers, inquieto periodista de 30 años, con estudios de derecho en Yale y que a principios de los 50 se había hecho amigo de George Plimpton, cofundador de The Paris Review,  otro de los bastiones del periodismo cultural, creado en  1953. Diez años después, Silvers, Hardwick y el matrimonio formado por los editores Barbara y Jason Epstein lanzaban The New York Review of Books. El volumen fue calificado por The New Yorker como  "probablemente el mejor primer número jamás publicado de algo".

Más allá de los adjetivos, la publicación contaba con una batería de ataque de primer nivel y tenía entre sus firmas a autores como Norman Mailer, Susan Sontag, W.H. Auden, Robert Lowell y Mary McCarthy: todos reunidos en un solo número y escribiendo de realidad, nada de ficción. En los siguientes ejemplares se agregarían Truman Capote, Hannah Arendt, Saul Bellow, Lillian Hellman, Gore Vidal, William Styron.

Desde un principio, la revista mantuvo una doble característica que la distinguió entre sus contemporáneas: los autores eran llamados a narrar sobre otros libros y los artículos escapaban al ámbito literario. De esta manera, Mary McCarthy, por ejemplo, realizó algunas de las mejores crónicas sobre la Guerra de Vietnam, reportando desde Hanoi y Saigón en 1967. También aquí Edmund Wilson criticó las traducciones del ruso al inglés de Vladimir Nabokov, en 1965, y la autora y periodista Joan  Didion se explayó sobre las películas Annie Hall, Interiores y Manha-ttan, de Woody Allen.

Ya en el siglo XXI, los artículos que el periodista Mark Danner escribió sobre el ataque a Irak y las torturas en Abu Ghraib fueron el detonante de varios escándalos en la alta política estadounidense y británica.

Los inicios 

Publicado el 1 de febrero de 1963, el primer volumen de The New York Review of Books nació de la oportunidad: una huelga de los trabajadores de las imprentas de Nueva York dejó a la ciudad sin periódicos ni revistas por cuatro meses. Aquel fue el momento en que el editor Jason Epstein lanzó la oferta a los publicistas de libros, ansiosos de dar  a conocer sus últimos lanzamientos en la prensa escrita: la nueva revista, a falta de diarios y otras publicaciones, les serviría de plataforma.

El documental, que ya tuvo una exhibición en el Festival Sheffield Doc/Fest  en Gran Bretaña, habla de aquellos inicios y también de la evolución de la revista, que sigue funcionando a un ritmo de trabajo duro, plazos de entrega flexibles y firmas brillantes. Se escuchan las voces de varios autores famosos, vivos o muertos, leyendo textos propios o ajenos. Desfilan Norman Mailer, Susan Sontag, Michael Chabon o Colm Tóibín.

La película tiene un carácter reverencial y de "carta de amor", sin críticas  y más bien con bastante respeto. Scorsese, haciendo una pausa en su estilo, se abstiene de las bandas sonoras  arrolladoras  y apenas deja que algo de Miles Davis o Dave Brubeck se cuele en algunas escenas.

El resto es silencio, tomas largas de libros apilados en el despacho de Robert B. Silvers, viejas entrevistas a autores conocidos y no tanto. Caminando a un paso más lento que el periodismo de nuestros tiempos, The New York Review of Books tiene escaso interés en lo que se hace en la  web y así lo demuestra el propio documental, que no le dedica más de cinco minutos a los ejercicios en internet  del magazine. Sus temas son otros. Sus aires y protagonistas también. Ya lo decía Silvers cuando presentó la cinta en Gran Bretaña: "The New York Review of Books es una oportunidad única en el mundo para hacer lo que uno quiere. No hay estructuras. No hay límites. Nadie te dice que no puedes escribir sobre algo.  Cualquier trabajo es menor comparado con la oportunidad de hacerlo. Esa es la naturaleza, esa es la esencia de la revista".

Comenta

Por favor, inicia sesión en La Tercera para acceder a los comentarios.