So you think you can dance: Un nuevo estilo de baile

La moda de los reality está por estos días en la polémica mediática, pero en medio de todo un par de shows de baile sin aspavientos se llevan el triunfo.




Las demandas y acusaciones van y vienen entre los "protagonistas" del reality Jon and Kate + 8 (aquí por Discovery Home and Health), que ahora es sólo Kate + 8 tras el muy público divorcio de sus protagonistas. Mientras que los padres del niño que supuestamente se había perdido en el globo aerostático están bajo investigación por fraude, y antes habían aparecido en el reality Wife Swap.

Pero por más polémicas que inventen y que pongan a celebridades a pelearse en pantalla, son otros dos los reality que se llevan la audiencia en EE.UU por estos días. Se trata de So You Think You Can Dance y Dancing With the Stars, que no sólo tienen en común ser programas de baile, sino que también comparten otro elemento clave: el rehuir las polémicas. Porque no las necesitan.

Por estos días en el cable se puede tener primera fila para ver un ejemplo de por qué un programa como So you think you can dance, que en el papel no tendría nada para destacar y que partió como un modesto show de relleno veraniego, se lleva una importante porción de la audiencia, mientras que espacios como Gran Hermano se deben conformar con una sintonía en constante declive.

People and Arts acaba de estrenar la tercera temporada de este programa (lunes y martes a las 23 horas) que no tiene famosos, no tiene polémicas y no tiene vida privada ni intimidades de sus participantes. Pero sí tiene lo que al final hace que un espacio conquiste al público: calidad. Porque el espacio logra reunir a concursantes realmente talentosos poniendo en escena coreografías complejas y ambiciosas de todo tipo de estilos, creadas por algunos de los nombres más destacados del medio. Y todo juzgado por un panel de jurados que realmente sabe de lo que están hablando. 

So you think you can dance, y Dancing with the stars, que no es igual pero coincide en los puntos principales, no necesitan echarle mano a la parafernalia del género reality porque tienen la sustancia suficiente para sostenerse por sí solo. Y el público sabe distinguir.

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