Sondeo indica gran desigualdad en el público que asiste a los partidos de la Copa Mundial
Una encuesta de la firma Datafolha, publicada el domingo en el periódico Folha de Sao Paulo, asegura que durante el choque por octavos entre Brasil y Chile, el 67% de los asistentes era de raza blanca y el 90% provenía de las mejores clases económicas de Brasil.
Una encuesta publicada el domingo sobre la riqueza y la raza de los aficionados que asisten a los partidos de la Copa del Mundo en Brasil muestra lo que cualquier televidente en la nación ha visto: una abrumadora mayoría es adinerada y blanca.
Esto es particularmente notable en un país como Brasil, un país cuya población es un mosaico de razas pero donde reside el mayor número de negros en todo el mundo, sólo por debajo de Nigeria. Aproximadamente 47% de los brasileños se identificaron como blancos en el censo de 2010.
Una encuesta de la firma Datafolha, publicada en el periódico Folha de Sao Paulo, mostró que el sábado, en el choque por octavos entre Brasil y Chile, el 67% de los asistentes se clasificó como de raza blanca y el 90% provenía de las mejores clases económicas de Brasil. Esas clases pudientes representan alrededor del 15% de la población de Brasil.
Tendencias similares se han observado en otros partidos de la Copa, según otras encuestas.
El sondeo de Datafolha se basó en entrevistas con 693 espectadores en el estadio Mineirao de Belo Horizonte, y tiene un margen de error de más o menos cuatro puntos porcentuales.
"Desde luego, hay sólo blancos en los estadios. Todo tiene que ver con el dinero", consideró Ana Beatriz Ferreira, de 27 años, quien trabaja en un aparcamiento en Rio de Janeiro. "Nadie a quien yo conozca encontraría boletos a su alcance", añadió Ferreira, quien es negra.
Los precios nominales para el partido entre Brasil y Chile fueron de 25 a 200 dólares para los brasileños. Las entradas más baratas representaron apenas el 5% de las que se vendieron.
Había otros boletos disponibles para estudiantes, ancianos o gente pobre que participa en programas sociales del gobierno.
Se trata de precios altos. El salario mínimo en el país es de 330 dólares al mes, aproximadamente lo que devenga Ferreira.
En un comunicado difundido por correo electrónico, la FIFA informó que durante la etapa de grupos vendió un total de 143.364 boletos de los más económicos, que representaron casi 3.000 entradas de este tipo por encuentro.
Esas localidades se agotaron rápidamente, con lo que buena parte de los aficionados en una nación que adora el fútbol se quedaron marginados de los encuentros.
Marcos Carvalho, brasileño de 18 años que paseaba cerca del Estadio Nacional de Brasilia esta semana, antes de que los anfitriones enfrentaran a Camerún, dijo que ni siquiera intentó conseguir boletos, porque "eran muy caros".
"No hay forma de que podamos comprarlos", lamentó. "Simplemente veremos el partido en casa. Es todo lo que podemos hacer. Vemos que todos van al estadio y están felices, pero nosotros no iremos".
Brasil ha hecho grandes progresos para superar las desigualdades económicas en la década pasada, pero los brasileños negros se mantienen muy rezagados respecto a los blancos.
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