Stranger Things mantiene su exitosa fórmula en nuevo ciclo
Desde hoy está disponible en Netflix la segunda temporada de la serie que se transformó en un sorpresivo fenómeno de la pantalla chica.
Nadie vio venir a Stranger things en 2016. Una serie nacida del cerebro de dos realizadores desconocidos, con sólo una actriz famosa en su elenco -pero hace un tiempo alejada de su época de gloria-, protagonizada por niños y que no anticipaba muchos detalles de su trama. Probablemente ni Netflix sabía lo que tenía entre manos antes de su estreno (la campaña publicitaria de la serie no fue particularmente fuerte).
El estallido no fue ni si quiera inmediato. Fue el poder del boca en boca que terminó transformando con el correr de las semanas a la Stranger Things en un fenómeno inescapable y en la producción televisiva más comentada del año pasado, transformando a todos los involucrados, sobre todo a sus preadolescentes protagonistas, en estrellas.
Más de un año después, la serie ya no es una sorpresa. Su regreso ha sido anticipado y esperado tanto por la industria como la audiencia, afiches de la serie han acompañado a múltiples trailers y teorías sobre por dónde irá la trama.
Stranger things retorna en calidad de hit, pero no por eso su segunda temporada, disponible desde hoy en Netflix, presenta muchos cambios. La serie de los hermanos Duffer opta por no arreglar lo que no está roto, y seguir presentando los elementos que hicieron del primer ciclo una adicción: Un misterio central que mezcla terror y fantasía, una estética ochentera, música retro para acompañarla, una fuerte influencia de Stephen King y Steven Spielberg, y un elenco irresistiblemente carismático, sobre todo representado en los actores más jóvenes.
La trama se reanuda un año después de los hechos de la temporada anterior y el rescate de Will Byers desde el "otro lado"; una dimensión paralela plagada de monstruos y con una conexión con los experimentos de un inescrupuloso laboratorio.
Es 1984 en el ficticio poblado de Hawkins, Indiana y Will aún mantiene visiones de su traumático paso por el siniestro lugar, sin entender si se trata de síntomas de estrés post-traumático o visiones de algo que está pasando realmente, con la sombra de una criatura gigantesca atormentando su mente. Su madre, Joyce (Winona Ryder) y el sheriff Jim Hopper (David Harbour, quien adquiere un rol mucho más protagónico en el nuevo ciclo) lo llevan constantemente a revisiones al laboratorio de Hawkins, que, supuestamente, está bajo una nueva administración tras los oscuros experimentos de los anteriores encargados.
Todos quienes se enfrentaron al otro lado y a sus criaturas han sido presionados por el gobierno para mantener en secreto lo que vieron, por lo que sus vidas han seguido adelante, tratando de olvidar lo que pasó, con diferentes grados de éxito. Pero si bien del grupo de amigos de Will, Dustin (Gaten Matarazzo) y Lucas (Caleb McLaughlin) no tuvieron problemas en dejar atrás la situación, Mike (Finn Wolfhard) sigue afectado por la desaparición de Eleven (Millie Bobby Brown), quien se sacrificó para salvar al grupo a fines de la temporada.Por supuesto, la niña psíquica -y principal rostro de la serie- no murió, pero adentrarse en los detalles de su regreso sería revelar demasiado.
La hermana de Mike, Nancy (Natalia Dyer) también lucha con la culpa de no poder contarle nada a la familia de su mejor amiga, Barb, sobre la muerte de ésta.
De todas formas, la normalidad para el resto de los habitantes de Hawkins no dura mucho. Extraños sucesos comienzan a pasar, demostrando que la influencia del otro lado no ha desaparecido completamente, coincidiendo con una agudización de las visiones de Will.
Entre los personajes nuevos que entran a la historia están Max (Sadie Sink), una niña que se une al grupo protagónico, y su hermano Billy (Dacre Montgomery), un sádico abusador. Continuando con la fascinación ochentera de los hermanos Duffer, Sean Austin (Los goonies) también se suma como el nuevo novio de Joyce.
Pero, a grandes rasgos, la serie sigue igual. Una apuesta lógica: a diferencia del año pasado, ya nadie puede decir que no imaginó a Stranger things como un fenómeno que poco necesita hacer para mantener su lugar por un año más.
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