J Balvin: Tanto con tan poco

Sexta noche Festival de Viña del Mar

Aunque el colombiano tiene cuatro álbumes (el doble de su coterráneo Maluma), incluyó dos versiones, Sorry de Justin Bieber y Travesuras de Nicky Jam, el ángel caído del reggaetón que resucitó de las cenizas de los excesos.




El romántico. El que canta. El que trata bien a las mujeres. El que tiene más éxitos. Los fanáticos del reggaetón defienden a brazo partido a J Balvin, la otra carta proveniente de Colombia -la indiscutida súper potencia el pop latinoamericano de este siglo-, que junto a Maluma llega en pleno ascenso, mientras los entusiastas de la música urbana lo proclaman como un consagrado porque además de su éxito en las listas se codea con famosos, vaya. Es el barullo propio de un género popular que, más que ningún otro, echa mano de elementos externos para resaltar a sus figuras que musicalmente siempre son discretas, y cuyas limitantes vocales parecen ser un curioso requisito a cambio de un endiosamiento a ratos ridículo. Una cosa es segura a estas alturas: los managers del reggaetón son los mejores del negocio. Hacen mucho, mucho, con muy poco.

En la jornada final de este discreto festival de Viña 2017, la noche millenial por excelencia, J Balvin nunca rozó el nivel de fervor de su compatriota la jornada del viernes. Ofreció algunas variables interesantes en un principio como una banda con un toque más orgánico -guitarra, bajo, batería, teclados que se escuchaban con potencia en la quinta-, detalles que a su público específico le dan exactamente lo mismo, porque solo quieren bailar canciones de pulso básico e invariable que hablan de amores de contornos adolescentes y carnales moldeados a través de las redes sociales.

Y tal como ocurrió con Maluma, al promediar la media hora irrumpieron los animadores para entregar una gaviota cortesía de la casa, premio que jamás fue exigido por el público, seamos sinceros. Aunque J Balvin tiene cuatro álbumes (el doble de su coterráneo) incluyó dos versiones, Sorry de Justin Bieber y Travesuras de Nicky Jam, el ángel caído del reggaetón que resucitó de las cenizas de los excesos.

Cuesta agregar más características de un espectáculo estirado de 16 canciones que dejó satisfecho a sus seguidores, pero que difícilmente será recordado como un punto aparte desde que Daddy Yankee irrumpió en el certamen hace ya 11 años, abriendo la llave para representantes de distintos calibres, pero siempre uniformes en temáticas y ritmos. A la hora de los saldos el show de J Balvin integrará la lista de los desechables del festival.

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