Cómo era trabajar con Harvey Weinstein, el poderoso productor de Hollywood caído en desgracia por acusaciones de acoso sexual

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Cuando Lisa Rose cumplió 22 años consiguió un trabajo en las oficinas de la productora de cine Miramax en Londres. Era el año 1988.




Antes de comenzar, recibió una advertencia: "Harvey te abrirá la puerta vistiendo una toalla. Te pedirá que le des un masaje. Dile que no, ignóralo y asegúrate de irte de allí para que no estés muy cerca de él".

Lisa es una de varias mujeres que han acudido a la BBC afirmando haber sido objeto de acoso por parte de Harvey Weinstein, el productor cinematográfico de Hollywood caído en desgracia en la última semana tras ser acusado de abusar de varias mujeres durante casi 30 años.

Weinstein niega haber cometido ninguna agresión sexual, pero cada vez más mujeres lo acusan. La actriz británica Lysette Anthony dijo que el productor la atacó en su casa en Londres al final de la década de 1980. Otra mujer, no identificada, denunció que fue violada en 1992.

La Academia de Cine de EE.UU. lo expulsó este sábado.

Esta es la historia de Lisa:

Era emocionante. Apenas acababa de dejar la escuela de teatro y se sentía glamoroso. Conocí a productores, ofrecía mi opinión sobre las películas.

Fui a fiestas y a exhibiciones de películas como "La chica terrible" y "Algún día te encontraré" con actores, escritores y directores.

Yo hacía trabajo administrativo para Miramax: reservaciones, llamadas, conseguí un nuevo apartamento en Belsize Park. Le entregué un guión a Daniel Day-Lewis. Incluso reservé vuelos en el Concorde para Harvey.

Recuerdo que cuando le conocí me sentía como 'oh, tengo que causarle una buena impresión, quizá él me consiga un buen trabajo como actriz'.

Cuando venía a la ciudad, todo se centraba en él.

Es como si supieras que un huracán venía por un tiempo corto y todo el mundo respiraba profundo y entonces todos sabían que en un par de días ya se habría ido.

Solía usar un traje diferente hecho a medida para sus reuniones en Londres, debajo del hotel Savoy, y luego lo dejaba en el armario cuando se iba. Yo solía pensar 'qué desperdicio de dinero'.

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El ejecutivo y productor Harvey Weinstein. Foto: EFE/Guillaume Horcajuelo

Dejaba latas medio vacías de refresco por todas pates y la habitación en la que dormía quedaba hecha un desastre. Era asqueroso.

Todo el mundo se ponía ansioso y temeroso, en vilo, porque él se encolerizaba y gritaba. La gente en realidad no hablaba al respecto, solo intentaba seguir adelante.

En una ocasión en el hotel, él explotó gritando y maldiciendo en contra de uno de los que trabajaba en casting. Horas más tarde me dijo que les enviara flores, como forma de pedir una gran disculpa.

Pero mientras él estaba en las reuniones, yo me podía sentar en el Savoy y pedir servicio de habitaciones. Recuerdo estar comiendo papas fritas, mirando por la ventana y pensando 'oh, guau, esto es fácil'.

Pese a conocer su mala fama, decidí trabajar allí: pagaban bien, las horas de trabajo eran flexibles y se sentía como un buen trabajo. Pero yo sabía que las cosas no estaban bien.

"Terminé teniendo una situación tensa con él"

Cuando te llevaban al Savoy sabía que Harvey estaba allí.

Entonces tuve una situación tensa con él.

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Me enviaron al hotel en taxi. Sólo me dijeron 'trabajarás hoy en el Savoy'. Todos estaban tan ocupados que simplemente fui. Estuve respondiendo el teléfono y ordenando cosas. Todo se sentía muy normal.

Yo estaba sola en la habitación con él.

Él me pidió que le frotara la espalda, para darle un masaje. Pero ya me habían advertido y le dije que no. Debido a esa advertencia me pude concentrar en salir de esa situación.

Él resopló y dijo: 'bueno, otras personas lo hacen'.

Me fui hacia otra habitación inmediatamente desde donde podía ver la puerta.

Estaba realmente asustada, mi corazón latía y yo pensaba 'esto es lo que significa tener mucho poder, él es un hombre con mucho poder'.

Él no me tocó. Dijo cosas desagradables pero no me tocó.

Le comenté a unos amigos sobre lo ocurrido, pero nadie dijo gran cosa. Algunos se rieron o se mostraron avergonzados y otros dijeron 'bueno, eso es solo algo que a veces ocurre'.

Cada semana yo le enviaba un cheque por la jugosa cifra de US$1.200 a una mujer, quien supuestamente era una escritora. Yo sabía que no lo era. Una mujer que trabajaba de forma muy próxima a él llevaba un diario detallando todas las cosas. Cuando yo veía gente entrar, cuando veía a alguien tomado de su brazo en una foto pensaba 'oh, esa pobre persona'.

Renuncié.

Nadie con quien trabajé pondría conscientemente a alguien en su camino. Nadie voluntariamente diría 'anda a ser una víctima, sé la presa de este ogro, te sacrificaremos ante él'.

¿Me siento culpable por no haber denunciado nada? ¿A quién podría haber acudido?, ¿a la policía? ¿Quién habría escuchado? Nadie me dijo que denunciara.

"Un monstruo"

Yo era solo una pequeña personita ante una enorme corporación. Pensé que la gente se reiría o diría que no pasó nada.

Él es un hombre grande, alguien que intimida. Un monstruo. Pensé que si decía algo nunca conseguiría un trabajo como actriz porque él controla la industria.

Su increíble talento también me hizo preguntarme si estaba equivocada. Pensé que quizá simplemente así es como son las cosas y yo no soy una mujer suficientemente fuerte como para jugar el juego. El acoso sexual es algo vergonzante, humillante. Te lo callas durante muchos años porque piensas, ¿por qué querría yo recordarme de eso?

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Pero ahora todas esas personas han salido a la luz pública y yo quiero hablar.

Quiero que las mujeres sean capaces de decir que esto está mal y saber que serán escuchadas. Esto se trata de denunciar el abuso de poder. Todo esto tiene que acabar.

Callarme esto durante tantos años me afectó. Me volví muy escéptica sobre la industria del cine. Me hizo pensar que solo cierto tipo de mujeres puede sobrevivir allí, tienes que ser muy dura para superar cosas así.

Pensé que en realidad no avancé en mi carrera como actriz porque me negué a hacer lo que él quería. Yo no habría jugado a ser sexy y seductora ni habría hecho lo que los hombres querían, así que a veces me pregunto si esa es la razón por la que no llegué lejos.

Veo su foto en los periódicos en el autobús y me enferma. Incluso ahora siento miedo. Estoy combatiendo el miedo de que denunciar lo ocurrido pudiera dañarme.

Desearía haber tenido la ocasión de haber dado una alerta, como la que yo recibí, a las personas que nunca tuvieron esa oportunidad, y que terminaron en situaciones comprometedoras.

Yo pude haber evitado que eso le ocurriera a otras personas.

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