Tres futbolistas chilenas en el mundo del velo
Sofía Hartard, Ámbar Soruco y Fernanda Araya son las primeras chilenas que se atreven a dar el salto al fútbol emiratí. En el otro extremo del mundo, en un país musulmán donde ser mujer no es fácil, abrazarán el profesionalismo.
Cuando Natalia Toloza escuchó de labios de su única hija (Fernanda Araya, prometedora centrodelantera de la U), el nombre del destino al que tendría que viajar para iniciar su andadura en el profesionalismo, no pudo evitar un fugaz escalofrío. De incertidumbre, de temor, incluso de recelo, pero también un estremecimiento inundado de satisfacción, de luminoso orgullo materno.
Después de todo, Abu Dabi no estaba tan lejos: "Fue sorpresivo cuando nos dijo el nombre del lugar al que se iba, pero siempre lo habíamos estado esperando. 'Ándate', le dije, porque sé lo que ha sufrido por intentar llegar a más. Tenía que salir".
"Hacía un año o dos habíamos pensado en cuatro destinos para Fernanda, pero nunca pensamos en Emiratos Árabes. Cuando piensas que se va al otro extremo del mundo, a un país que casi no conoces, te choca, pero no puedes titubear, tienes que darle todo tu apoyo", ahonda Jaime Araya, padre de la incansable goleadora azul.
Es lunes y en la modesta vivienda de la Calle Uno de La Florida, en la que Fernanda Araya nació, creció y pateó por primera vez una pelota de fútbol, la familia al completo de la jugadora se dispone a brindarle una calurosa despedida. Entre el populoso grupo, integrado por 22 personas (padres, tías, tíos, primos, sobrinos y cuñados, llegados ex profeso desde diferentes puntos, como Viña del Mar o Talca), destaca Edgar Merino, el verdadero artífice de que Fernanda esté a punto de embarcarse en semejante aventura. Es el fundador y director de la agencia Solo Cracks, la primera compañía latinoamericana especializada en representación del jugadoras de fútbol.
"Lo que más afecta es que acá en Chile los partidos no son televisados en general, y es un problema a la hora de generar material audiovisual de las jugadoras. Muchas tienen talento, pero no hay nada de ellas. Y el fútbol femenino no invierte en scouts", relata Merino, quien luego de un lustro en la industria ya cuenta con una agenda de más de 20 jugadoras representadas de ocho países distintos. Entre ellas, claro, Fernanda Araya (22), pero también otras dos talentosas de la Universidad de Chile, Sofía Hartard (21) y Ámbar Soruco (20), que junto a la floridana comenzarán a defender los colores del Abu Dhabi Country Club. Las tres primeras chilenas en saltar al fútbol profesional de Emiratos Árabes Unidos.
"A nivel deportivo es un gran paso adelante. Pasas a ser profesional, con un salario, con un contrato. Van a tener todas las condiciones; van a vivir en un hotel cinco estrellas, con las comidas incluidas, y van a ser las internacionales que llegan al equipo, lo que también genera otra consideración", explica Merino.
14.634 kilómetros separan esta vivienda de dos pisos de la Calle Uno -en la que la emoción se apodera de los rostros de los asistentes- del pequeño emirato situado en pleno corazón del Golfo Pérsico que será la nueva casa de Fernanda durante los próximos tres meses -prorrogables por un período de nueve meses más-. Sus dos inseparables compañeras de viaje, Hartard y Soruco, ya se encuentran en la península arábiga y comparten con La Tercera sus primeras impresiones en el otro extremo del mundo. "Estoy feliz de poder estar acá jugando de manera profesional y de poder alcanzar los objetivos y las metas con las que soñé toda mi vida. En lo personal, no ha sido un cambio tan brusco. Las mujeres y los hombres están tapados, pero dentro de todo es como un país bien occidental, y aunque nos dijeron que igual era importante evitar llevar shorts muy cortos, que mejor como hasta la rodilla, no es tan restringido. Aquí se habla inglés y aunque igual cachamos algo, con eso y con señales de humo seguro que podremos comunicarnos. Estamos acá para seguir creciendo", manifiesta Sofía Hartard, nueva volante de contención del Abu Dhabi CC.
"El lugar es muy hermosos, el clima un poco pesado y cuesta respirar, pero ya nos estamos acostumbrando. Nuestras compañeras nos han recibido bien, nos están ayudando con el idioma y ya sólo nos queda pensar en el siguiente objetivo, que es salir campeonas con nuestras compañeras. Tenemos que romperla", proclama Ámbar Soruco, polivalente defensora formada también en la factoría azul.
Un millón de pesos
La Liga de fútbol femenino de Emiratos Árabes ha sido galardonada recientemente como la de mayor potencial del continente asiático. Los equipos cuentan con un cupo de cuatro extranjeras para reforzar sus planteles y el nivel competitivo está fuera de toda duda. Se trata de un torneo profesional, lo que dignifica y normaliza -en contraposición con lo que sucede en Chile- la profesión de las futbolistas. "En lo económico es también un gran paso adelante. Acá en Chile son muy pocos los equipos, ya no digo que paguen, que presten una ayuda en lo económico. Allá no. No está al nivel del masculino, pero es un trabajo como el que podría tener aquí en Chile un ingeniero o algo así. En el mercado del fútbol femenino, como es el caso de Fernanda, Sofía y Ámbar, las ofertas suelen ser por salarios sobre los 1.500 euros mensuales (poco más de un millón de pesos chilenos) para un primer paso", revela Edgar Merino.
Y pese a que el islam es la religión oficial de un país en el que el 80% de la población es de confesión musulmana; y pese a que el uso del abaya (túnica larga hasta los pies) y del hijab (velo que cubre el cabello y parte del rostro de las mujeres) es de uso cotidiano y extendido; y pese a que la religión (base del código penal) domina y determina, en cierta medida, el modus vivendi de sus habitantes; no es Abu Dabi un país en el que ser mujer y futbolista pueda ser objeto de discriminación alguna.
Compañeras con hijab
En Emiratos Árabes, por suerte, en donde las mujeres deben moderar -eso sí- su vestimenta y tratar de evitar las muestras abiertas de afecto en la vía pública, el machismo con ribetes misóginos promulgado por los gobiernos teocráticos de otros países musulmanes de la región no es tan acusado. "A la playa las chicas pueden ir a tomar sol en bikini, por ejemplo, no tienen que vestirse de manera especial y sólo en Ramadán son un poco más estrictos y no permiten comer o mascar chicle en la calle. En su equipo sí que hay otras jugadoras que juegan con velo, pero ellas no tienen que hacer nada especial", relata Merino.
Al filo de las 22 horas y a menos de 24 de poner rumbo a EAU, la homenajeada, Fernanda Araya, toma la palabra. Sus familiares, escuchan: "Más que temor, siempre tuve grandes expectativas, de lograr esto, de pasar de soñar durmiendo a soñar despierta. No hay temor de enfrentar una cultura diferente".
"Ojalá que esto genere un impacto en Chile, que los cabecillas logren abrir su mente y darse cuenta de que pueden llegar a ganar dinero, que es lo que les interesa, con el fútbol femenino. Es irónico, porque uno pensaría que allá (en Emiratos), con todo lo que se dice, como que ni siquiera juegan fútbol, y sin embargo juegan un fútbol que es profesional", añade.
Y en la Calle Uno de La Florida, Araya y sus 22 incondicionales familiares se funden en un abrazo colectivo de despedida. Pero nadie llora. Ni temen por la leyenda de vida difícil para las mujeres que acompaña a los países de esa parte del mundo. Su oportunidad en el fútbol profesional ha llegado. A 14.634 kilómetros de distancia. Ha tenido que ser tras el velo donde han encontrado el fútbol.
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