Ucrania comienza construcción de gigantesco sarcófago sobre central nuclear de Chernobyl
La estructura tiene forma de arco, con una superficie de 40.000 metros cuadrados, similar a cuatro canchas de fútbol. El objetivo es contener la propagación de sustancias radiactivas. La obra se inicia a 26 años de la tragedia.
El gobierno ucraniano inició hoy la construcción del sarcófago que debe garantizar durante el próximo siglo la seguridad del dañado cuarto reactor de la central nuclear de Chernobyl, escenario en 1986 de la mayor catástrofe atómica de la historia.
El nuevo sarcófago con forma de arco tiene como "función principal contener la propagación de sustancias radiactivas". Será de metal, con una longitud de 257 metros, una anchura de 150 y una altura de 108.
Las autoridades han habilitado y desactivado una zona a unos 180 metros de la central para construir el arco, que después será empujado sobre unos rieles hasta situarlo justo encima del bloque que cubre actualmente el cuarto reactor.
El arco tendrá una superficie de cerca de 40.000 metros cuadrados, similar a cuatro campos de fútbol, y albergará equipos especiales para la retirada del combustible nuclear y su almacenamiento seguro.
Las primeras estructuras metálicas destinadas al segmento central del arco ya han sido trasladadas desde Italia.
Una vez construido el arco, se podrá proceder al desmantelamiento del viejo sarcófago, cuyos restos serán almacenados junto al combustible nuclear en otra instalación que ya está siendo construida en las inmediaciones.
"En nombre de Ucrania expreso mi profundo agradecimiento a todos los países donantes por su comprensión y su respaldo a Ucrania para superar la mayor catástrofe de la historia de humanidad", afirmó Victor Yanukovich, presidente de Ucrania.
El Presidente y los representantes de los 21 países donantes se desplazaron hoy a las inmediaciones de la fatídica planta con ocasión del 26 aniversario del accidente para poner la primera piedra del proyecto.
"Chernobyl sigue siendo una tragedia y aún se deja sentir. Por eso, no dejamos de preocuparnos de la seguridad del sarcófago sobre el destruido cuarto reactor", reza el mensaje a la población dirigido por el Presidente ucraniano. Yanukovich destacó que el nuevo sarcófago que cubrirá al cubo de hormigón y acero construido por los soviéticos en 1986 "no tiene análogos en el mundo".
"Ucrania siente el hombro amigo de la mayoría de los países del mundo", señaló, en alusión a que la comunidad internacional -la Unión Europea, EEUU, Rusia y Japón, entre otros- aportará la mayoría de los más de mil millones de euros necesarios para el sarcófago.
En septiembre de 2007, el consorcio francés Novarka firmó un contrato para construir la obra tras ganar el concurso internacional convocado por Kiev, aunque su comienzo se demoró durante varios años debido a la falta de fondos.
Recientemente, Yanukovich aseguró durante una visita a Seúl que Ucrania está dispuesta a compartir sus conocimientos y experiencia con Japón a la hora de superar las secuelas del accidente en la central nuclear de Fukushima en marzo de 2011.
Por otra parte, el primer ministro ucraniano, Nikolai Azarov, abogó hace unos días por recuperar las localidades -una treintena aún están pobladas- y los territorios afectados por el desastre nuclear.
SITUACION ACTUAL
Chernobil, en cuya zona de exclusión de 30 kilómetros los niveles de radiación aún son varias veces superiores a la norma, fue clausurada en el año 2000, pero aún acoge combustible nuclear, por lo que los ecologistas todavía la consideran una amenaza latente.
Las autoridades ucranianas advierten de que los reactores uno, dos y tres de la central aún contienen combustible nuclear, por lo que el peligro de radiación está muy presente.
Según evaluaciones oficiales, la explosión ocurrida en la madrugada del 26 de abril de 1986 en el cuarto reactor de la central esparció hasta 200 toneladas de material con una radiactividad de 50 millones de curies, equivalente a 500 bombas atómicas como la lanzada en Hiroshima.
La radiación continúa afectando a miles de habitantes de Bielorrusia, Ucrania y Rusia, donde se halla el 70 % de los casi 200.000 kilómetros cuadrados de terrenos contaminados.
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