Un Plan Marshall para el mundo árabe
"Todo el mundo del futuro pende de un buen criterio" dijo George Marshall en 1948, cuando se delineó el plan para salvar a Europa. Ahora, opinan varios, le toca a Europa asistir al norte de África. <br><br>
Hay una conciencia creciente en Europa de que los acontecimientos han llevado a uno de esos momentos cruciales.
El ministro alemán de Relaciones Exteriores, Guido Westerwelle, dijo que el despertar del mundo árabe ha sido un "hito histórico". "Nada", en su opinión, "va a ser como era antes".
El secretario de asuntos exteriores del Reino Unido, William Hague, dijo que era "una prueba histórica para la Unión Europea". Si la democracia y la estabilidad pueden echar raíces en el norte de África, entonces sería "el mayor logro de la UE desde la ampliación".
Se refería a los acontecimientos a partir de 1989, cuando los países divididos de Europa del Este se alzaron y poco a poco se incorporaron a la corriente principal de Europa.
ESPERANZA Y TEMOR
Todo el mundo reconoce que en las ciudades del norte de África algo se ha desatado y no puede ser contenido. Es en parte un anhelo de libertad, pero también es incoherente. Y en su incoherencia, la oportunidad se mezcla con el miedo. Porque si los países liberados de sus líderes autocráticos caen, Europa podría tener problemas.
"Si no tenemos éxito", añadió Hague, "los peligros para la UE de inestabilidad o extremismo en nuestras fronteras serán inmensos".
Los italianos están advirtiendo sobre el riesgo de que "cientos de miles de personas crucen hacia Europa". Su ministro de Asuntos Exteriores, Franco Frattini, dijo que "tenemos que movilizar los fondos europeos... porque, hablando francamente, si permitimos que las economías de sus países colapsen, vamos a estar pagando el precio".
Ahora se habla de un "Plan Marshall" para África del Norte, imitando el plan estadounidense que ayudó a reconstruir Europa tras la II Guerra Mundial. Fue visto como de importancia fundamental para poner Europa de nuevo en pie.
TAREA DIFICIL
Esta semana en Bruselas, tuvo lugar el primer debate serio sobre un plan similar para Medio Oriente y África del Norte. Reunió a la UE, Estados Unidos, Japón y Australia. El ministro alemán de Relaciones Exteriores estuvo presente, así como Bill Richardson, de EE.UU., un demócrata con una larga experiencia en asuntos internacionales.
Se trata de una tarea de enormes proporciones. En su forma más simple el objetivo sería facilitar el comercio y la inversión a cambio de la reforma política.
Algunos quieren que Occidente respalde a los grupos democráticos. Un ex candidato liberal en Egipto, Ayman Nour, estuvo argumentando que la oposición laica moderada necesita todo el apoyo financiero occidental que pueda conseguir.
Sin embargo, un respaldo de los partidos políticos, no obstante democrático, es una estrategia arriesgada.
El ex comisario europeo Chris Patten, escribió en el diario Times, que quiere ver las subvenciones y los préstamos del Banco Europeo de Inversiones dirigidas a proyectos sociales, económicos y de infraestructura.
Su opinión es que Occidente debe recompensar a aquellos países que se comporten bien y salvaguarden y acepten el Estado de Derecho.
Otros insisten en la necesidad de construir las instituciones que hacen posible la democracia. En Egipto y Túnez, el gobierno local se ha desmoronado. El poder judicial no cuenta con la confianza del pueblo. La fuerza policial despreciada. Varios líderes europeos han señalado que no tendría sentido ir a elecciones sin que las estructuras que sustentan la sociedad civil estén en su lugar.
Otros argumentan que todos los esfuerzos deben dirigirse hacia la creación de puestos de trabajo para las poblaciones jóvenes e agitadas. Invertir en educación. Atacar el analfabetismo. Invertir en proyectos de infraestructura.
Abogan por la apertura del comercio sobre una base favorable para estos vecinos del otro lado del Mediterráneo. Y por crear una zona de libre comercio que beneficie el sector textil del norte de África, los cítricos y las industrias del aceite de oliva.
Pero eso tropezaría con la resistencia de los países de Europa meridional que cuyas economías están sufriendo.
¿CON QUE DINERO?
Pero las pretensiones son largas y los fondos necesarios tendría que ser grandes. En 1948 los estadounidenses gastaron US$13 mil millones en cuatro años. Su PIB en ese momento era de sólo US$258 mil millones.
Algunos ya están diciendo que, como mínimo, Europa debe establecer un fondo de US$10 mil millones.
El momento es difícil. Europa se encuentra en medio de la austeridad. Se está luchando contra el déficit presupuestario.
Sin embargo, hay quienes argumentan que la generosidad es ahora el autointerés de Europa.
Será necesario vendérselo a los votantes europeos. Europa tiene un historial malo por transparencia cuando se trata de gastar. Eso podría debilitar el apoyo popular para tal esfuerzo. Programas preciados como la Política Agrícola Común tendrían que ser frenados. Si Europa es seria acerca de una "nueva alianza" con los países del sur se necesitarán políticos que promuevan la idea para convencer a la gente.
George C. Marshall, argumentando a favor de un programa de ayuda masiva, dijo que "todo el mundo del futuro pende de un criterio adecuado".
Continuó diciendo que "con una visión a futuro y la voluntad de nuestro pueblo para hacerle frente a la gran responsabilidad que la historia ha puesto claramente sobre nuestro país, las dificultades que mencioné, pueden ser y serán superadas".
La historia nunca se repite exactamente, pero en 1948 Estados Unidos aprovechó el momento y la historia cambió.
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