Una aventura rocanrolera: así es Woodstaco, el festival que rescata la mística hippie

Woodstaco,

116 bandas se presentaron en la novena versión del evento realizado en la Montaña de Teno. La cita reunió a grupos de distintos géneros, y tanto desconocidos como clásicos.




Podría ser un festival de otra época. Una suerte de aventura hippie sin público luchando por retratarse en los escenarios pensando en sus redes sociales. Tampoco con coronas de flores ni canchas VIP. Quizás casi como el relevo del Piedra Roja, en el 70. Solo bandas de diversos géneros poniendo el telón de fondo para lo que podría ser una utopía rockera.

Se trata de Woodstaco, evento musical de tres días realizado el pasado fin de semana, que mezcla a un buen número de agrupaciones underground con otras clásicas.

Llegar ya es una travesía rocanrolera. Los vehículos se internan en busca de la Montaña de Teno, a unas tres horas de Santiago. La postal se asemeja al paseo de fin de año de un grupo de antiguos compañeros de escuela. Cuatro escenarios, vegetación generosa, carpas y rústicas decoraciones enmarcan el cuadro.

El público, que en su mayoría tiene entre 20 y 35 años, llega en masa durante la tarde del viernes. Vienen de diversas regiones. El alcohol no está permitido para el ingreso, pero la advertencia queda en eso. No hay alardes ostentosos de figuras rimbombantes, pero sí nombres con larga historia, como Florcita Motuda, Los Mac's o Panteras Negras.

116 bandas de diversos lugares de Chile formaron parte de la novena entrega del festival, al que acudieron unas 4 mil personas.

Para financiar el evento, Matías Burgos, uno de los fundadores del festival, dice que, además de las entradas, durante el año realizan fiestas "Pro Woodstaco". Asimismo, han tenido buenos resultados en postulaciones al Fondart. Remata con que "no hay auspiciadores".

Rock n' roll toda la noche

La música partió cerca de las 18.00 horas del viernes. En el escenario Nexos, los chillanejos Oso de Hielo instalan una atmósfera llena de arpegios que la gente escucha atenta. Al otro lado de la montaña, en el escenario Rock, el trío Gangrena Surf hace bailar con sus riffs distorsionados condimentados de surf punk. Ahí la fiesta es de volumen alto y es donde más cantidad de público se reúne. Luego es el turno de 2X, quienes además de entregar su rap metal, dedican palabras al pueblo mapuche, lo que es vitoreado.

El sonido, en algunos casos, presenta ciertas deficiencias, que los técnicos buscan aplacar.

Dorso fue una de las bandas estelares durante la primera noche, en el escenario destinado al rock. Tras el concierto, Rodrigo "Pera" Cuadra, líder de la banda, dijo que querían estar en este evento por "las características del festival". Inmediatamente, agrega palabras a la organización: "Es algo que no está contaminado, son gente independiente, gente que lo hace por gusto".

Cerca de las 05.00 horas, los acordes siguen sonando desde los cuatro escenarios. La luz del día comienza a quitarle espacio a la oscuridad de la noche, pero la fiesta no quiere descansar.

Los múltiples recovecos del lugar se asemejan a un laberinto silvestre. Todo desemboca en una especie de centro natural, con comercio, baños y carteles informativos. Uno de ellos advierte: "Prohibido hablar de política".

Ni el rudo frío curicano, a esa altura dueño de la escena, es impedimento para quienes no quieren perderse un minuto de la jornada.

El quinto escenario

A las 9 de la mañana del sábado, un potente sol no da tregua. El río se transforma en una especie de quinto escenario y se vuelve la primera atracción del caluroso día. La música sigue sonando, ahora por parte de los asistentes, mientras los bañistas buscan despertar en las aguas de la Montaña de Teno.

Una fiesta de fin de año

Sobre el origen de Woodstaco, Matías Burgos cuenta que todo partió como una fiesta de fin de año. "Nos gusta mucho el rock y conocíamos a los Gatos Negros y siempre habíamos querido que tocaran en Curicó. Esa vez fue una noche, invitamos a 70 amigos, con asado", recuerda. Luego se repitió al año siguiente y llegaron 200 personas. Al tercer año lo hicieron tres días porque "todos querían quedarse el fin de semana".

Sostiene que en la cuarta versión es cuando el evento adquiere las características actuales. Sobre el futuro del certamen dice: "Me gustaría poder seguir haciéndolo. Porque cada año que lo hacemos no sabemos si vamos a poder costear el próximo".

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