Una enigmática distinción por sexo

karolina-pliskova

Las tenistas pueden recibir instrucciones de sus entrenadores, incluso tenerlos a su lado. Los tenistas no pueden. Si se relacionan con ellos es a escondidas, incumpliendo la norma. La diferencia de género no se sostiene como explicación del distinto trato reglamentario.




Rafael Nadal va a sacar; hace que piensa, mira hacia un lateral como quien no quiere la cosa. Al fondo de su mirada, sentado en la grada como un espectador más, su tío Toni, su entrenador, que hace algo parecido a una seña. O quizás simplemente se rasca. Ambos se buscan todo el rato, se hablan sin hablar. Una escena cotidiana (aunque Nadal este año no podrá repetirla; ya dio por zanjada su temporada), la realidad del tenis masculino, en el que la única relación que pueden tener jugador y técnico durante un partido (salvo Copa Davis o similar) es ésa, la comunicación clandestina. El reglamento es tajante: ningún tenista varón puede tener la ayuda de su entrenador, salvo que sea para alentarlo. Un vamos, un arriba, un venga.

Singapur. Ayer. Masters femenino. La eslovaca Dominika Cibulkova pierde el primer set de su semifinal por 6-1. Llama a su entrenador, Matej Liptak. Se sienta junto a ella en la zona de descanso, dentro de la pista, y conversan tranquilamente. Casi le susurra al oído. No disimulan. Son instrucciones frontales y abiertas. La tenista de 27 años gana los siguientes parciales por 7-6 y 6-4. Pasa a la final. Una escena de lo más común en el tenis femenino. La normalidad.

Juegan al mismo deporte, pero ellas sí pueden tener a sus preparadores cerca, en la misma pista (en la WTA es legal desde hace un decenio), y ellos tienen que estar distanciados con la prohibición expresa de ayudarse. Una sorprendente distinción de sexos, del todo instalada, que nadie acierta a explicar. Sencillamente se asume. ¿Están consideradas las mujeres más débiles, o peores, y creen que por tanto necesitan más ayuda? ¿Tienen menos retentiva para conservar las instrucciones previas? ¿No se las ve con capacidad para improvisar o interpretar por su cuenta lo que va ocurriendo en los partidos? Las preguntas se acumulan. Las respuestas escasean. Se pronuncian sobre si están a favor o en contra. Pero ninguno acierta con un motivo.

Quizás sólo es negligencia. Porque la división comenzó no hace tanto. Año 2005. Las jugadoras de la WTA deciden pronunciarse acerca de la posibilidad de comunicarse con su entrenador durante los partidos. Esta petición llega al Consejo de Jugadoras, formado por las hermanas Williams, la checa Lucie Safarova y la australiana Samantha Stosur. El caso pasa a la mesa directiva de la Women's Tennis Association, que decide incorporarlo a partir del torneo de Montreal en 2006.

Desde entonces, las tenistas han tenido la posibilidad de contar con las indicaciones de su equipo técnico durante los partidos. Incluso los entrenadores pueden entrar a la cancha a hablar con sus dirigidas en los cambios de lado.

Macarena Miranda, directora de torneos femeninos en Chile, cuenta que la WTA dio el paso adelante con el objetivo de "entregar un mejor y mayor espectáculo". Así lo confirma Amy Binder, vicepresidenta de Comunicaciones de la WTA, quien agrega: "Lo hicimos pensando en los espectadores en vivo y por televisión". Para Miranda, "ha sido un cambio positivo, una ayuda grande para las jugadoras, deportivamente hablando".

En el tenis masculino sigue estando prohibido que un jugador reciba indicaciones de su coach. En 2003 se intentó incorporar esta normativa al juego y se probó durante tres meses en torneos challengers, permitiendo que el técnico pudiese dar instrucciones desde su silla en los cambios de lado e ingresando al final de cada set. No obstante, fueron los mismos jugadores quienes decidieron no seguir adelante con esta regla. Se pronunciaron a través de una encuesta realizada a los que participaron en los campeonatos en los que se probó. Sí hay quienes creen que se debería implementar. De hecho, todos los tenistas se ayudan de sus entrenadores, pero a escondidas.

En la ATP siguen las discrepancias. Según Catalina Fillol, directora del Movistar Open de Santiago, la denegación del coaching masculino se debió a que muchos jugadores comparten entrenador para abaratar costos. Supondría una complicación para el técnico que dos de sus jugadores coincidieran en cancha. Al respecto, la hija de Jaime Fillol agrega: "Los hombres se apañan mucho más que las mujeres. Comparten habitación, entrenadores, viajan en grupo. Y a todo nivel de ranking. Hay jugadores de élite que comparten técnico con algunos que están más abajo. Las tenistas viajan cada una con su técnico".

De todas formas, Macarena Miranda sostiene que hay mujeres que no pueden aprovechar la ventaja. Pone como ejemplo a Daniela Seguel, quien no puede permitirse viajar a todos los torneos con su entrenador. Y a veces, dependiendo de su ranking, le toca jugar torneos WTA, no ITF (categoría en la que tampoco pueden tener entrenador en pista).

En varones, también ocurre que algunos jugadores no pueden costear un entrenador y no lo tienen. Por eso, sostienen algunos, para evitar diferencias y agravios, se decidió mantener la normativa que prohíbe el coaching. A Tomas Barrios no le parece problema: "A medida que vas madurando se va haciendo menos necesaria la asistencia del entrenador en los partidos".

Enrique Aguayo, miembro de la Sociedad Chilena de Psicología del Deporte, sostiene que "lo único que hace la comunicación entre el entrenador y su pupilo es afectar la capacidad de decisión y dependencia del jugador". Pero Gonzalo González, entrenador de Barrios, discrepa: "Las mujeres han sido beneficiadas a través del tiempo. Los premios se han ido equiparando, a pesar de que ellas juegan menos en, por ejemplo, los Grand Slams. En otras palabras, trabajan menos. Y tienen el beneficio del coaching que los hombres también deberían tener".

A favor de la implantación de la normativa, Martín Rodríguez: "Somos parte del equipo del jugador, merecemos tener más participación y que nos tomen en cuenta".

Jaime Chávez, supervisor y juez de silla de la ATP, sostiene: "A ellos les gustaría que fuera absolutamente libre, sin restricciones. Que el coach esté diciendo lo que quiera y cuando quiera afuera de la cancha. Eso es difícil, se vería muy feo y lo haría muy dependiente al jugador".

Comenta

Por favor, inicia sesión en La Tercera para acceder a los comentarios.