Víctimas del atentado en Boston recuerdan la tragedia

Mañana la ciudad honrará a los tres muertos y los 264 heridos del atentado. A días de realizarse otra versión del maratón se toman medidas extremas de seguridad.




Un año atrás, Adrianne Haslet-Davis  entrenaba cerca de 60 horas a la semana como bailarina profesional, con sus dos pies y con el sueño de ser profesora de danza. El 15 de abril de 2013 fue un día que marcó para siempre la forma en que se desempeñaría en su carrera. Desde entonces figura entre los 264 heridos que vieron sus vidas afectadas tras las explosiones en el Maratón de Boston, en que dos bombas explotaron cerca de la línea de meta, matando a tres personas. Cuando Haslet-Davis despertó en el hospital, su madre le informó que había perdido su pie para siempre y que nunca podría volver a bailar.

"Fue como si alguien me hubiese querido quitar la danza", declaró a la cadena CNN la bailarina. "Yo quería probarles que no era así". A un día de cumplirse un año del atentado que dejó una herida sobre la metrópolis de la costa este de Estados Unidos, Haslet-Davis ya hizo su regreso a los escenarios gracias a la primera pierna ortopédica especial para bailar. Tras ocho meses de entrenamiento, Haslet-Davis pudo volver a bailar y continuar con su vida. "Es por eso que me llamo a mí misma una sobreviviente del atentado, no una víctima", declaró la bailarina, quien nunca se dio por vencida y que recuerda que tras el incidente tenía mucho miedo. "Lloré y grité mucho. Pensaba que todo el mundo que pasaba al lado mío andaba con una bomba", señaló a CNN.

El caso de Haslet-Davis es uno de las más icónicos del mayor ataque terrorista que vivió Estados Unidos desde el atentado del 11 de septiembre de 2001. Según la investigación oficial, ese 15 de abril, los hermanos Tamerlan y Dzhokhar Tsarnaev pusieron  bombas caseras cerca de la línea de meta. El primero murió en un tiroteo con la policía durante su huida, mientras que el proceso judicial contra el segundo comenzará el 3 de noviembre y la fiscalía ya ha dejado claro que pedirá la pena de muerte para el joven de 20 años.

Los hechos ocurridos en el maratón del año pasado obligaron este año a la ciudad de Boston a resguardarse con diversas medidas de seguridad que garantizaran a los asistentes un ambiente seguro. Cancelar el evento nunca fue una opción. El Maratón de Boston se celebra desde 1897 y es el más antiguo del mundo. Pero si las medidas de seguridad han comprometido a toda la ciudad,  las autoridades temen que el millón de espectadores que se espera y los 36.000 corredores inscritos sientan que las normas de prevención han cambiado la esencia de la carrera.

Este año, la policía de Boston contará con 3.500 policías, el doble del año pasado, uniformados y encubiertos. Más de 100 cámaras de seguridad han sido instaladas a lo largo de los 42 kilómetros de ruta que seguirán los corredores. Pero la atención estará centrada en los alrededores de la meta en Baylon Streen, donde más de 50 puntos de observación se instalarán para monitorear el comportamiento de la multitud que se aglutina, ansiosa de ver llegar a los participantes. También se contará con puntos de chequeo con detectores de metales y perros para detectar bombas. A los espectadores se les está pidiendo que lleven sus pertenencias en bolsas plásticas transparentes y evitar las mochilas, chaquetas con bolsillos y coches.

"Cada día las cosas van un poco mejor", señala Jeff Bauman, de 28 años. Ese día la imagen de Bauman dio la vuelta a mundo, mientras los paramédicos se lo llevaban en silla de ruedas, con las piernas destrozadas. Luego del ataque no podía hablar. "Vi al que lo hizo, se parecía a mí", escribió Bauman en un papel. Sus declaraciones ayudaron a dar con el paradero de los dos supuestos responsables. En su página de la red social Facebook, el joven tiene muchas fotos con su novia en las que se ve muy contento, según consigna la agencia DPA. "Me hizo más fuerte", escribe Bauman. Ese fue el nombre que llevó su libro, en el que relató su experiencia.

El caso del joven de origen ecuatoriano David Yepes es diferente. Porque al igual que el año pasado, por estos días se entrena para volver a correr el maratón, esto pese a las lesiones físicas que sufrió. Aturdido por las explosiones, el joven se encontró a sí mismo instantes después del atentado sangrando por los dos oídos y con heridas en las piernas. El joven de 21 años confesó, en conversación con la agencia Efe, que lo que sintió en aquel momento "fue terror" y "miedo por la familia", hasta que, en medio de la confusión de los primeros minutos, se encontró con su padre. El hombre describió el atentado como algo parecido a "la explosión de un transformador", una detonación que le causó "una presión tremenda en el cuerpo" y que dio paso a un cambio completo de escenario, con miles de personas corriendo y gritando, entre ellas su esposa, que exclamaba: "¡No puede ser, no puede ser!".

Cerca de un año después de aquellos hechos, considera que las investigaciones y la labor de las autoridades policiales y judiciales en el caso han puesto fin al asunto. "Esa etapa se ha cerrado", señaló.

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