Villepin se sienta en el banquillo acusado de manipulación para perjudicar a Sarkozy




El ex primer ministro francés Dominique de Villepin se sienta a partir de hoy en el banquillo junto a otros cuatro acusados de haber manipulado unos falsos listados de personalidades beneficiadas de comisiones ilegales, entre las que se había incluido al actual Presidente francés, Nicolas Sarkozy.

El juicio que se inicia a primera hora de la tarde en el Tribunal Correccional de París aparece como un capítulo estelar en la larga rivalidad entre un Villepin ahora apartado de la escena política y un Sarkozy que se ha constituido en acusación particular porque dice querer que se aclare quién y cómo pretendieron obstaculizar su carrera a la jefatura del Estado.

Precisamente, la presencia de Sarkozy como parte civil va a ser una de las primeras cuestiones que tendrán que examinar los jueces, puesto que Villepin quiere que lo retiren del proceso, con el argumento de que como presidente de la República está en posición de ejercer presión sobre la justicia y eso cuestiona la división de poderes.

Para el ex primer ministro conservador, que como los otros imputados podría ser condenado si se demostrara su culpabilidad a una pena de hasta cinco años de cárcel y a una multa de 375.000 euros, una amenaza suplementaria es que este juicio suponga el fin de su carrera política.

La clave del sumario son unos ya famosos listados de titulares de cuentas en la sociedad luxemburguesa de pagos Clearstream, en la que aparecía el padre de Sarkozy, pero también otros responsables políticos tanto de derechas como de izquierdas, industriales, directivos de medios de comunicación e incluso la actriz y modelo Laetitia Casta.

Unos listados que se filtraron a la prensa en el verano de 2004 y que pronto se revelaron falsos, con la sospecha de que se habían fabricado para desprestigiar a quienes allí aparecían, asociados con comisiones ilegales de una venta de fragatas a Taiwán a comienzos de los años 90.

La dimensión política del caso viene por el hecho de que Villepin, que tenía conocimiento de esos listados antes de que se hicieran públicos, encargó que los investigara al general de los servicios secretos Philippe Rondot a comienzos de 2004, cuando era ministro de Exteriores, y sobre todo que lo hizo de espaldas a Sarkozy, al que no advirtió de nada.

Algo que ocurrió cuando las ambiciones de Villepin en la cúpula del Estado se enfrentaban con las de Sarkozy, que no escondía sus pretensiones de llegar a presidente.

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