A no perder razones para un optimismo moderado
Por Pía Mundaca, directora ejecutiva de Espacio Público
Hace algunos días, desde Espacio Público y junto con IPSOS publicamos la tercera entrega de nuestro proyecto: “¿Cómo vemos el proceso constituyente? Miradas a un momento histórico”. La encuesta mostró más constancia que cambio. Las emociones predominantes hacia el proceso constituyente se han mantenido estables; la esperanza y la alegría siguen siendo las que lideran este camino, aunque les siguen de cerca la incertidumbre y la desconfianza. Nuevamente, las personas evidencian una alta preferencia por que convencionales privilegien los acuerdos por sobre sus propias posturas, aunque aquello implique renunciar a ellas. Y si bien llama la atención que entre personas que se identifican con la derecha esta es especialmente baja, la Convención es acreedora de niveles de confianza considerablemente mayores a otras instituciones.
Si bien lo anteriormente expuesto refleja buenas noticias, no hay que cantar victoria. La confianza en la Convención es un patrimonio fundamental para la tarea que nos hemos encomendado como país, pero no está asegurada a perpetuidad. Además, es de especial atención lograr que dicha confianza no sea solo un sentimiento de sectores comprometidos desde un inicio con este proceso, sino que debiera llegar también a aquellos que hubiesen preferido que éste no se hubiera iniciado. Por otro lado, la ciudadanía ha mostrado una vez más una sabiduría que en el pasado ha sido constantemente subestimada: no premia al convencional que llega hasta el final con su propia idea o que marca su punto, ni mucho menos a quien se da un gusto, sino que espera que lleguen a acuerdo.
Los datos revelados en la encuesta se presentaron en la antesala de lo que fue una semana compleja para el trabajo de la Convención. Con todo, las discusiones que se llevaron a cabo en las comisiones y los artículos que se aprobaron en general, no han determinado aún el texto constitucional definitivo. Todavía queda el proceso de indicaciones, que podría modificar sustancialmente el texto aprobado, además de la votación en particular. Luego de este proceso, la comisión enviará al pleno un informe con las indicaciones, las cuales tendrán que ser aprobadas por dos tercios de éste. Como puede verse, el camino por recorrer sigue siendo largo, y uno esperaría que las posturas iniciales vayan siendo limadas para el logro de mayorías. Sin embargo, las indicaciones ingresadas reflejan posturas reales, y hay algunas que han causado justa alarma. Por ello, pretender que no exista debate fuera de la Convención es desconocer la relevancia y naturaleza del proceso, el cual idealmente debe desenvolverse acompañado de intenso debate público.
El proceso que vivimos no tiene dueños, solo roles distribuidos para el logro del objetivo. Y si hay algo que puede ordenar la discusión es tener el bien común de las personas que habitan este país como fin mayor. Son aquellas personas, las que, sin categorías políticas, esperan que el camino trazado los tenga en la memoria.
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