Confluyendo hacia un “plan B”
Es sano para el país que tanto el Mandatario, así como sectores del oficialismo y la oposición, parecieran estar confluyendo en la noción de que si termina imponiéndose el Rechazo, se abra un nuevo proceso constituyente.
Sin perjuicio de que aún no se cuenta con un texto constitucional definitivo, parte de la ciudadanía ya parece estar formándose una idea crítica o cuando menos distante del proyecto que emanará de la Convención. Esta semana han continuado apareciendo estudios de opinión que muestran a la opción Rechazo imponiéndose por una holgada diferencia respecto del Apruebo -en algunas encuestas la diferencia supera los 10 puntos porcentuales-, si bien en este momento parece aventurado dar por sentado un resultado definitivo cuando los mismos estudios revelan que alrededor de un tercio del electorado aún no toma una decisión.
Lo cierto es que en muy poco tiempo se ha configurado un cuadro que hasta hace solo algunos meses era impensado, considerando la amplísima votación que obtuvo el Apruebo en el plebiscito de 2020, así como los elevados niveles de confianza y valoración con que debutó la Convención. Ya sea porque la ciudadanía se sienta distante de los ejes centrales de la propuesta, o porque recele del maximalismo con que se ha llevado la discusión constitucional, el caso es que el Rechazo se ha instalado como una opción posible, y ello hace inevitable que el mundo político comience a hacerse cargo de ese escenario.
Significativo fue en tal sentido que el propio Presidente Gabriel Boric pusiera abiertamente sobre la mesa la posibilidad de empezar a evaluar opciones ante la eventualidad de que se imponga el Rechazo. Frente a la posibilidad de reeditar un nuevo proceso constituyente, en la extensa entrevista que concedió a este medio señaló que “definiciones de estas características creo que es bueno no anunciarlas por la prensa y conversarlas lo más ampliamente posible”; y en intervenciones posteriores fue aún más explícito al afirmar que “hay que anticiparse a los escenarios, pero eso no implica hacer públicas todas las alternativas que tiene un gobierno respecto de situaciones tan críticas como estas”.
Si bien las palabras del Mandatario generaron incomodidad en algunos sectores del oficialismo, por considerar que de esa forma se está dando demasiada plausibilidad al Rechazo, su diagnóstico es realista y también responsable ante la eventualidad de que la propuesta de la Convención no prospere. Con ello se empieza a abrir un nuevo escenario político, donde el actual dilema de si optar por la propuesta de la Convención o seguir con la actual Carta Fundamental comienza a transitar hacia otro en que el texto de la Convención se confronte con la posibilidad de abrir un nuevo proceso constituyente, en el que idealmente se evite repetir los errores que han desgastado a la actual Convención.
No parece sano que la ciudadanía quede confinada entre tener que optar por una propuesta que al parecer cada vez despierta más resistencias, o mantener la actual Constitución, que ya fue rechazada por el 78% de los votantes. En tal sentido, los dichos del Mandatario, también refrendados por dirigentes y parlamentarios del oficialismo, así como la disposición que se ha visto en partidos de la centroderecha por abrir un nuevo proceso constituyente si gana el Rechazo -en esa línea se pronunció, por ejemplo, el presidente de la UDI- sugieren que hay más ambiente para empezar a confluir a un “plan B”, lo que es un paso positivo para el país. Ello, además de desdramatizar el triunfo de aquella opción -hay quienes interesadamente buscan asociarla a un “caos”, olvidando que es también una opción plenamente democrática, como lo recordó el propio Mandatario- permitiría reducir los niveles de tensión del próximo plebiscito, sabiendo desde ya que el 4 de septiembre se podrían abrir nuevos caminos. Visto de otra manera, un “plan B” probablemente permitiría que los resultados del referéndum expresen mucho más fielmente el verdadero sentir ciudadano, pues cabría suponer que en ese caso nadie estaría forzado a votar Apruebo que no sea porque le asiste una íntima convicción de ello, y no como única salida para evitar que siga vigente la actual Constitución.
Esta confluencia se hace aún más necesaria considerando que ya quedan escasas semanas para que termine el proceso constituyente, donde no parece haber mayor margen para hacer rectificaciones de fondo, pero en cambio sí es factible que, pese a las advertencias que está expresando la población, se insista en seguir introduciendo en el texto de la Convención disposiciones maximalistas, lo que no haría sino incrementar el sentimiento en favor del Rechazo.
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