Del dicho al hecho: un estrecho
Por Magdalena Vergara, directora ejecutiva de Acción Educar
Recientemente fue el debate de los precandidatos presidenciales de Unidad Constituyente. A diferencia de otras instancias de este tipo, se abordó el tema educación y, aunque más bien se concentró en la superior, vale la pena analizar con más detalle las declaraciones de los aspirantes a La Moneda.
Tanto Narváez como Maldonado hablaron de la condonación del CAE. En el caso de la militante del Partido Socialista (PS), abordó el tema como una condonación solidaria; pero ambos proponen lo mismo: que los deudores del CAE que hoy podrían acceder a la gratuidad se les condone su deuda. Propuesta que tiene un costo de 2.760 millones de dólares, parece poco responsable fiscalmente, aún más si significa que seguimos avanzando en lógicas que son regresivas.
Por una parte, la condonación no tiene en cuenta la movilidad social que permite la educación superior, pues considera la situación socieconómica del deudor al momento de entrar a la educación superior y no su situación conforme a sus ingresos actuales. Además, genera una discriminación arbitraria entre deudores, pues el criterio de condonación depende de la institución en que estudió el deudor y de la decisión de esa institución de adscribir o no a la política de gratuidad. Casi el 40% de los actuales deudores del CAE estudió en una IES que no está adscrita a gratuidad. ¿Qué le decimos a ellos? ¿Qué ocurre cuando otras IES entren a la política- este año se adscribieron siete-, se condonará también a sus egresados?
Yasna Provoste no habló de condonación del CAE, pero sí de ponerle fin. Como alternativa propone usar los otros mecanismos existentes, como el crédito de Fondo Solidario (cuya gran diferencia con el CAE -para efectos del alumno- es que tiene una contingencia hasta el 5% de los ingresos en vez del 10%), que los pagos sean atingentes a los ingresos y que quienes no reciban sueldos no paguen. Similar propuesta a la de su oponente del Partido Socialista. En definitiva, nada muy nuevo, todos estos mecanismos, aunque perfectibles, ya existen. Por lo que en realidad mantiene el sistema de créditos contingente al ingreso que tanto ha demonizado.
Frente a la pregunta sobre el alto costo que implica la gratuidad y la distribución de recursos entre los distintos niveles, las respuestas entregadas por los precandidatos -de una forma bien vaga- no se hacen cargo del problema. Maldonado habló de una reforma tributaria, repitiendo el mismo mecanismo que uso la ex Presidenta Bachelet. Provoste dijo aumentar los años en que se otorga el beneficio. Y Narváez de lograr -esta vez sí- una verdadera opción por lo estatal, otorgando gratuidad al 100% en las instituciones estatales. Para la precandidata del PS, las instituciones privadas nunca debieron haber tenido gratuidad, así criticó la decisión del Tribunal Constitucional que lo hizo posible. Si su propuesta efectivamente es darle gratuidad solo a las estatales y no a las privadas, implicaría entonces quitarle el beneficio a un estudiante del primer decil que está matriculado en una institución privada, para dárselo a uno del séptimo decil que acude a una estatal. No solo regresivo, sino que parece poco probable llevarlo a cabo y 100% discriminatorio.
A la larga, los programas de los aspirantes de Unidad Constituyente a la Presidencia no resuelven el problema del creciente y alto costo que significa la política de gratuidad. Actualmente, el Estado gasta al menos $ 516.355 más por estudiante de la educación superior adscrito a la gratuidad que un estudiante escolar que acude a un establecimiento gratuito. Por muchas reformas tributarias que hagamos, los recursos son limitados y toda la evidencia da cuenta de que se requiere poner el foco en educación parvularia y escolar.
Por último, y si bien es correcto plantear un sistema de créditos contingente al ingreso, flaco favor se han hecho desde su sector al criticar constantemente el CAE, para a fin de cuentas proponer un mecanismo igual al que tenemos hoy, ¿con mejoras? Posiblemente, pero nada muy diferente a las iniciativas que se han puesto sobre la mesa y que ellos han torpedeado por mantener la “lógica del endeudamiento”.
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