Derecha histórico-política y socialdemocracia
Hace unos ocho años se inició en la derecha un proceso de renovación amplio, que ha incluido liderazgos partidarios y trabajo académico. El diagnóstico era que no bastaba con la combinación de subsidiariedad negativa y economicismo para entender los procesos políticos de mayor profundidad. Que no era del cumplimiento de un listado de criterios económicos y de un papel eminentemente abstencionista del Estado que cabía esperar un despliegue nacional y la legitimidad del orden político. Las manifestaciones de 2011 y octubre de 2019 son pruebas palmarias de ello.
En ese largo proceso reflexivo y crítico, se han perfilado y asentado nuevos planteamientos ideológicos y liderazgos políticos.
Cabe destacar que para todo esto, la derecha no ha tenido que alejarse de sí misma, sino, en cierta forma, volver sobre sí misma: sobre tradiciones históricas que, desde la dictadura, habían sido soslayadas.
En el socialcristianismo (Concha, Cruz-Coke), en el pensamiento nacional-popular (Encina, Edwards, Góngora), constan reflexiones de entidad sobre lo que significa la política como una comprensión que debe mediar, persistentemente, entre las necesidades y capacidades populares, y los discursos e instituciones en los cuales se les intenta brindar expresión. Ambas vertientes son conscientes de que esa es la primera tarea de la política: comprender efectivamente la situación popular en una institucionalidad adecuada, que sea, de esta manera, capaz de alcanzar legitimidad.
Constan, entonces, dos tesis. A un lado, la economicista, dominante en la derecha de la dictadura y la transición, de que un orden económico neoliberal es la base de un orden político adecuado. Al otro lado, la tesis de la derecha histórico-política, de que un orden político legítimo es la primera piedra del florecimiento nacional, social, cultural y económico (Portales contra Friedman, cabría decir).
En este sentido, es llamativo que Joaquín Lavín haya dado un salto a la socialdemocracia. La audacia política es plausible cuando se trata de medidas. En el terreno ideológico, en cambio, se requiere argumentos. ¿Qué lo lleva a pasar desde el economicismo de la UDI y L y D, hasta la socialdemocracia? Los socialdemócratas, con todos los méritos que quepa reconocerles, forman en la Internacional Socialista, como una vertiente originada en tesis de Marx. ¿Cómo justificar tamaño salto?
Una exigencia básica que cabe hacerle a una dirigencia del nivel de Lavín, es que dé cuenta plausiblemente de sus pasos ideológicos. Especialmente porque el contraste es llamativo: entre un amplio sector de la derecha que, en un esfuerzo de años, ha venido redescubriendo su pasado y desplegando un pensamiento más político, con dirigencias aplomadas, a un lado; y, al otro, un alcalde que, mientras no brinde explicación, parece un colibrí sobre las flores, probando néctares ideológicos.
Comenta
Los comentarios en esta sección son exclusivos para suscriptores. Suscríbete aquí.