Desafortunado debate sobre el TC
La idea inicial de proponer a dos diputados que culminaban su mandato para integrar el TC revela que parte de la clase política sigue desconectada con la demanda ciudadana por cambiar las viejas prácticas políticas.
La renovación de los ministros del Tribunal Constitucional -cuatro concluirán sus mandatos en un corto plazo- ha vuelto a poner en el centro de la polémica su designación, en particular aquella que la Carta Fundamental entrega a las cámaras del Congreso, donde los procesos no han estado exentos de polémica. En esta oportunidad, en la nominación de dos ministros que corresponde a la Cámara proponer al Senado trascendió que los nombres sobre los que se pretendía debatir serían los de dos diputados que terminaban sus mandatos al no ser elegidos para continuar en el Congreso. Una situación que generó fuertes reacciones no solo de especialistas en Derecho Constitucional, sino también de algunos ministros de la actual composición de la instancia.
Frente a ello es acertado que la Cámara de Diputados haya decidido finalmente retirarla de la Tabla de materias que se discutirían el lunes pasado, pero sorprende que en parte de la clase política siga habiendo tal desconexión con las demandas ciudadanas de cambios en ciertas prácticas y lógicas que han llevado al desprestigio de las instituciones, de las cuales el Poder Legislativo es de las que menos confianza despierta en la ciudadanía. Si bien la Constitución Política establece que quienes ocupen los cargos en el TC deberán haberse destacado en la actividad profesional, universitaria o pública, y más allá de los méritos que como parlamentarios puedan tener quienes se pretendía nominar, no es aceptable que la designación de cargos siga con la lógica del cuoteo político y de designaciones respondiendo más a lealtades que a una profunda experiencia en las materias pertinentes a los cargos en cuestión.
El rol que ha desempeñado el TC desde su creación y las reformas que han ampliado sus facultades han sido muy importantes en el desarrollo institucional del país, y en el resguardo de la observancia de la Carta Fundamental. Por ello, señales como éstas no hacen sino debilitar la percepción que sobre ello se tiene. Algo especialmente delicado que se suma a la situación experimentada por el Tribunal Constitucional hasta hace unos meses cuando estuvo en el centro de la polémica por disputas internas -que vuelven a revivir-, y que contribuyó al cuestionamiento no solo de su funcionamiento, rol y también designación de sus miembros, sino de su propia existencia. El debate que se lleva en la Convención Constituyente así lo ha recogido, con propuestas votadas en la Comisión de Sistemas de Justicia que consideran una redefinición completa de la justicia constitucional, a través de la creación de una Corte Constitucional.
Es fundamental que en este tipo de nominaciones exista transparencia en los procesos y que se vele por las condiciones de quienes postulan, por lo que la molestia de dos de los ministros del TC es totalmente justificada, y en la medida que ello no se entienda, cualquier instancia en la que la designación de sus miembros siga el mismo camino y criterio será igualmente cuestionada, afectando la legitimidad de sus actuaciones.
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