Educación no sexista
Por Osvaldo Corrales, presidente del Consorcio de Universidades Estatales de Chile
Esta semana, como desde hace 32 años cada 21 de junio, se conmemoró el Día Internacional de la Educación No Sexista, como manera de impulsar la erradicación de toda forma de discriminación de género en un ámbito tan fundamental para el desarrollo de las sociedades como es la educación.
Trabajar en el desarrollo de un paradigma libre de estereotipos y sesgos de género resulta indispensable para fomentar el cambio cultural necesario. Se ha comprobado que la desigualdad que aún persiste entre las personas se cimenta en tradiciones fuertemente arraigadas en las diversas comunidades, donde la forma en que educamos a las nuevas generaciones ha tenido un papel preponderante y de ahí la urgencia de implementar todo tipo de acciones para terminar con estas prácticas arbitrarias.
Las universidades tienen un rol que cumplir siendo activas promotoras e incidiendo en el cambio efectivo, reflexionando sobre los dilemas que hoy enfrentamos en los distintos planteles e identificando los desafíos que se presentan para promover la igualdad y no discriminación. Están convocadas a ser protagonistas, formando profesionales que sean reflejo del nuevo tipo de sociedad a la que aspiramos.
Desde el Consorcio de Universidades Estatales de Chile nos hemos planteado este desafío como un pilar fundamental de nuestro quehacer cotidiano. Junto con avanzar hacia políticas de igualdad de género, se han implementado diversas acciones como la creación de direcciones o unidades de género en cada plantel y la elaboración de políticas de prevención, erradicación y protección de la violencia sexual. Asimismo, se ha dado un paso significativo en el reconocimiento del nombre social de cualquier persona transgénero, haciendo eco de la realidad diversa de las comunidades. También se trabaja en la incorporación del enfoque de género en la renovación curricular, buscando erradicar el sexismo en todos los espacios educativos.
El trabajo mancomunado es un activo para avanzar en la transformación que se requiere. Hacer de este desafío un compromiso conjunto entrega la fuerza necesaria para alcanzar los objetivos planteados para comunidades educacionales libres de violencia y discriminación, con la igualdad de género como un factor que sea parte de la identidad de la educación pública y que contribuya de manera concreta al cambio cultural que la sociedad en su conjunto necesita.
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