Lecciones de una invasión

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Junto con un reguero de destrucción y muerte, la invasión rusa a Ucrania va dejando lecciones dignas de ser atendidas. La primera, es recordar(nos) que en la misma naturaleza humana se encuentra presente la tendencia a utilizar el poder corruptamente para la abierta e injusta dominación de los demás. En este caso, la de un pueblo por otro. La segunda es que, aunque existan instancias externas a quienes solicitar ayuda, todo país debe procurar estar preparado para defenderse por sus propios medios de las amenazas internas o foráneas contra su soberanía, aunque sea siempre prudente generar alianzas estables y diversas de apoyo mutuo con otras naciones o entidades internacionales. En tercer lugar, que la defensa de la pervivencia, unidad e identidad de un Estado no requiere únicamente de bienes materiales. Tanto o más importantes, son las reservas espirituales o morales con que cuenta una nación, tales como la fe, el amor a la patria, la cultura e identidad histórica, la noción de cuerpo y unidad, por mencionar algunas. Sin ánimo de exhaustividad, es determinante también la calidad de sus líderes y el grado en que los mismos tienen efectivamente como fin fundamental de su cometido el bien común del pueblo que gobiernan, hasta el desprecio de la propia vida si fuese necesario.

Hasta aquí, dicho en general. Obviamente, la debilidad con que ha reaccionado la OTAN ante la agresión al pueblo ucraniano planificada por Putin, habla de carencias de convicciones, visión y carácter por parte de estadistas y altos personeros de organismos internacionales. Constatación que, a su vez, deja entrever niveles de dilución en los principios y valores que han animado y, por lo mismo, otorgado fortaleza vital por siglos a la cultura occidental. Tema este, para otra ocasión.

En particular, ¿resulta posible aplicar a la actual realidad chilena los aprendizajes antes mencionados? Parece que sí. Ya desde antes, pero más claramente a contar del 18 de octubre de 2019, se ha desatado un afán de sometimiento de Chile por parte de unas minorías de izquierda radical, quienes buscan reconfigurar (“refundar”) la identidad nacional y proyectar otra al futuro ajena a su tradición histórica. Este ímpetu se despliega principalmente desde la Convención Constitucional y, asimismo, anida en Apruebo Dignidad, coalición próxima a asumir el gobierno del país. La falta de una decidida reacción de la sociedad frente a esta amenaza revela tanto un decaimiento en el espíritu patrio como la falta de certeza de que es ella a quien prioritariamente le corresponde movilizarse en resguardo de sus intereses superiores. Por último, la endeblez de los liderazgos ha penado desde tiempo atrás, qué decir respecto del comienzo de la “asonada de octubre” y la “rendición incondicional” de la madrugada del 15 de noviembre de 2019. Para meditar.

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